“Mi hijo mató al terrorista de Hamás en defensa propia y su suegro sigue secuestrado”. La cruzada de Esther Meyer en México

12 de octubre 2023. José Cardenas confronta en su porgrama a un mexicano residente en Israel y, entre acusador y entrevistador, dice: “Tú mataste a un miliciano de Hamás”. Un Roberto Meyer aún en shock, vuelve a este día fatídico, el “sabado negro”, que cortó en dos la línea del tiempo del Pueblo Judío.

7 de octubre 2023, 6:00 am, Kibutz Be’eri.

Roberto Meyer está en casa con su novia y su perro. Por la ventana ve entrar al Kibutz a hordas de guerrilleros sedientos de sangre. Ve asesinar a sus vecinos, violar a hombres y mujeres, secuestrar niños y ancianos. De pronto, ve acercarse a un terrorista a la puerta de su casa.

Solo cuenta con un cuchillo de cocina.

Se adelanta al destino. Abre la puerta y acuchilla al terrorista. Lo hace por instinto de supervivencia, pero cumple con un mandato judío ancestral que dice: “A quien viene a matarte, adelántate y mátalo”.

La sangre fluye en el umbral. Es esta misma sangre que, como en tiempos del Éxodo, lo salvará, pues los monstruos, al verla, consideran que ya se logró su cometido en esta casa y siguen su pogromo a lo largo y ancho del Kibutz.

 

Mañana del 7 de octubre, México.

Una mujer enloquecida da vueltas en su departamento. Sabe que su hijo, Roberto, está en  peligro. Ve en redes sociales que el Kibutz ha sido atacado. En videos, ve salir a guerrilleros llevando a rehenes. Ve a muertos y heridos. Su hijo está allí, en el Kibutz Be’eri.

Le marca, pero él corta la llamada. Esther Meyer imagina los peores escenarios.

Reza. Llora. Pregunta. Nadie quiere decirle nada, porque ella acaba de restablecerse de una embolia.

¿Cómo saber que, en estos momentos, su hijo Roberto está agazapado en un refugio, con el arma del terrorista apuntada a la puerta, listo para disparar?

Más adelante, se enterará que los suegros de Roberto han sido secuestrados y llevados a Gaza. Un deseo se apodera de ella: tiene que ir a Israel a ver a su hijo. Hace a un lado las protestas de la familia. Reúne el dinero y parte. Es en la Plaza de los Secuestrados (Kikar Hajatufim) donde se reunirá con su hijo, por primera vez desde la masacre.

Su Roberto, en shock, pero vivo.

En noviembre, Raz Ben Ami, la suegra de Roberto Meyer es devuelta, en el marco de una acuerdo con Hamás. Pero Ohad, su suegro, sigue en cautiverio y Hamás, con ínfima crueldad, no muestra signos de vida del hombre.

 

“Mi mundo, de rosa, se volvió amarillo”

Esther Meyer vuelve a México, pero su vida ha cambiado para siempre. Cierra su negocio de comida y abre una tiendita, en la cual vende placas, fotos, pancartas, banderas. Publica un libro -escrito en una noche- de recetas de panes, que ofrece en línea. Organiza Hafrashot Jalá (eventos en los cuales mujeres amasan y hornean pan tradicional judío). El producto de su esfuerzo será donado a los familiares de los rehenes.

Su forma de vestir también sufre metamorfosis. Ahora lleva el cabello teñido de azul bandera, ceñido por una banda amarilla color de la campaña “Bring them home” (“Devuélvanlos a casa”), a favor de los rehenes. Amarillos también la bolsa y los zapatos. Una playera con la cara de Ohad, su secuestrado.

Y como capa de una superheroína, una bandera de Israel amarrada al cuello.

Así anda en las calles de México, concientizando a los transeúntes acerca de la tragedia de Israel en guerra.

Así seguirá ataviada de estos símbolos- hasta que todos los secuestrados vuelvan a casa.

 

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