Ada Sagi, de 75 años, fue secuestrada en su casa en el Kibutz Nir Oz el 7 de octubre, cuando miles de terroristas liderados por Hamás irrumpieron a través de la frontera con Israel por aire, mar y tierra matando a 1,200 personas y tomando 251 rehenes. Fue liberada del cautiverio durante una tregua de una semana en noviembre, informó The Times of Israel.
En declaraciones a Radio 4 de la BBC el miércoles, Sagi confirmó que fue trasladada de un lugar a otro en Gaza.
Después de 49 días en cautiverio, le habían dicho que se iría a casa. La metieron en un automóvil con otros rehenes que se dirigían al cruce fronterizo de Rafah con Egipto, pero después de que algo salió mal, los llevaron al Hospital Nasser en Khan Younis.
“La gente dice que no están involucrados”, dijo Sagi sobre el personal del hospital en Khan Yunis. “Están involucrados… y reciben dinero por cada uno de nosotros”.
Las Fuerzas de Defensa de Israel llevaron a cabo una redada contra Hamás en la zona del Hospital Nasser a finales de febrero y capturaron a unos 200 terroristas escondidos en el centro médico.
Las FDI han operado en hospitales en varios casos durante la guerra, ofreciendo pruebas de su uso para actividades terroristas y mantener rehenes. Aunque los hospitales son lugares protegidos en la guerra según el derecho internacional, pierden su estatus de protección si se utilizan con fines militares.
Sagi fue liberada el 28 de noviembre después de 53 días en cautiverio, como parte de una tregua temporal negociada por Catar y Estados Unidos entre Hamás e Israel.
Le dijo a la BBC que primero la retuvieron con otros rehenes en una casa de una familia con niños y al día siguiente fue trasladada a un apartamento en Khan Yunis.
El propietario era una enfermero al que le pagaban para vigilarla, habiendo enviado a su esposa e hijos a vivir con familiares.
“Les oí decir… 70 NIS (19 dólares) por día”, dijo Sagi. “Vi cómo se regocijaba al recibir más dinero”.
Ada Sagi nació en Tel Aviv en 1948, hija de sobrevivientes del Holocausto de Polonia y madre de tres hijos. Aprendió árabe para acercarse a sus vecinos y luego enseñó el idioma a otras personas como una forma de mejorar la comunicación con los palestinos que viven en la frontera sureste de la Franja de Gaza.
“Durante muchos años creí en la paz. Esta es la razón por la que comencé a enseñar árabe en la escuela. Pero año tras año comprendo que Hamás no quiere la paz. Además, las personas que creen en la paz le temen a Hamás. No hay nada que hacer”, dijo en la entrevista.
Cuando se le preguntó si ahora cree en la paz, Sagi respondió con tristeza: “No creo en la paz ahora. No creo en ello, lo siento. Cambié de opinión”.
“Perdí mi hogar, perdí mi libertad. No tengo adónde volver. Nuestro kibutz fue destruido”, dijo.
“Israel debe concretar el acuerdo del que hablan Biden y Bibi, poner fin a la guerra y traer a casa a todos los secuestrados vivos y muertos”, concluyó.
Se cree que 116 rehenes secuestrados por Hamás el 7 de octubre permanecen en Gaza, aunque decenas ya no están con vida.
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