Los líderes drusos y circasianos en Israel lanzaron este domingo una semana de protestas contra la discriminación del gobierno hacia sus comunidades, informó The Times of Israel.
La semana culminará con una gran protesta en Jerusalén el 8 de julio.
“Hemos sido lo suficientemente pacientes y ahora es el momento de lanzar una lucha”, dijeron los líderes comunitarios en un comunicado, según el sitio de noticias Walla.
“No somos iguales solo en la batalla. Los pactos de sangre y de vida se han convertido en consignas superficiales y falsas”, dijeron, exigiendo un presupuesto adecuado para sus comunidades además de un plan quinquenal, la regulación de la construcción en el sector druso, la derogación de la Ley Kaminitz, la aprobación de la Ley de Electricidad para sus comunidades y “atención a la difícil situación de los jóvenes drusos que pagan un alto precio en la defensa del Estado”.
Los drusos, una minoría étnico-religiosa cuya población se divide en varios países del Medio Oriente, suman alrededor de 150,000 en Israel.
Los varones drusos sirven en las FDI y, aunque la comunidad representa solo el 2 por ciento de la población, los drusos representan el 3 por ciento de todos los soldados de carrera, según el ejército. Las mujeres drusas están exentas del servicio militar.
La comunidad circasiana de Israel cuenta con unos 5,000 miembros, de una población mundial de millones. La minoría mayoritariamente musulmana se concentra en dos poblados de la Baja Galilea. Los hombres circasianos también son reclutados por las FDI.
Sin embargo, en medio de sus aportes a la nación, ambas comunidades destacan la aprobación de dos leyes en los últimos años como discriminatorias y excluyentes:
La controvertida Ley del Estado-Nación de 2018, que consagró a Israel como un Estado judío. Las minorías afirman que la ley los define como “ciudadanos de segunda clase”.
La Ley Kamenitz que permite actuar contra la construcción ilegal sin pasar por los tribunales. La ley apunta a las comunidades árabes, donde los permisos de construcción son casi imposibles de obtener. Sus miembros construyen ilegalmente y luego son multados o amenazado de demolición por el gobierno.
Residentes drusos entregan comida a soldados israelíes que custodian una carretera cerca de la frontera con Líbano, el 9 de octubre de 2023. (David Cohen/Flash90)
El mes pasado, el ministro del Interior, Moshé Arbel, pidió al primer ministro Benjamín Netanyahu ayudar a avanzar un plan de 5 años para apoyar a las autoridades locales de las comunidades drusas y circasianas.
Un plan quinquenal anterior para ambas comunidades minoritarias expiró en 2023 y el gobierno no ha aprobado uno nuevo desde entonces, a pesar de varias solicitudes.
Arbel destacó la contribución de comunidades, cuyos miembros sirven en las FDI, así como los peligros y dificultades diarias en el norte en medio de los continuos ataques de Hezbolá.
“Esta situación, en la que no hay un plan vigente, daña no solo la planificación y la construcción, [sino también] la educación, el bienestar, el desarrollo económico y más”, afirmó.
Arbel citó el servicio militar de las comunidades y agregó: “No hace falta decir que estas comunidades se encuentran entre las que más han contribuido al esfuerzo de guerra y han pagado el precio más alto”.
“También es importante señalar que una parte importante de las localidades drusas y circasianas están situadas a lo largo de la [frontera entre Israel y el Líbano] y han sufrido daños económicos significativos desde el comienzo de la guerra”, agregó.
En un evento por Yom Hazikarón el mes pasado en Isfiya, el líder espiritual druso Shej Mowafaq Tarif planteó la cuestión durante su discurso, diciendo que si bien el día de la conmemoración debería centrarse en aquellos que dieron sus vidas por el país, el gobierno debe honrar el “pacto de sangre” entre los drusos e Israel, y tomar medidas para permitir que los jóvenes drusos construyan legalmente en sus tierras, asignando “tierras para los vivos, y no solo para los muertos”.
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