En los últimos años, la creciente presencia y las actividades de Irán y Hezbolá en América Latina han generado una considerable preocupación entre los expertos en seguridad y los responsables políticos. Este desarrollo exige un examen exhaustivo de las operaciones multifacéticas de estos actores en la región, sus estrategias, objetivos y las implicaciones asociadas para la seguridad regional y global. Entrevistas con autoridades como Emanuele Ottolenghi ofrecen profundos conocimientos sobre las complejidades de su presencia, abarcando incidentes, redes financieras, difusión ideológica y actividades terroristas.
La situación descrita representa un escenario actual, más que una amenaza potencial para el futuro. Un ejemplo significativo de un incidente que subraya las actividades iraníes y de Hezbolá en América Latina fue la llegada de un avión venezolano-iraní a Argentina en junio de 2022. Operado por Emtrasur, una subsidiaria de la aerolínea estatal venezolana Conviasa, el avión fue examinado debido a varias irregularidades, entre ellas, que su itinerario incluía destinos políticamente sensibles como Moscú, Teherán y Managua, que se desvían de los patrones de vuelos comerciales típicos. Según Emanuele Ottolenghi, el avión hizo múltiples paradas, a menudo permaneciendo varios días en cada lugar, una anomalía más para los vuelos de carga comerciales, lo que generó sospechas sobre el verdadero propósito de estos viajes. Además, el avión transportaba carga que no justificaba los altos costos operativos, como piezas de automóviles a Buenos Aires, pero regresaba vacío. Este patrón sugiere que tales vuelos podrían ser una tapadera para operaciones de inteligencia, el establecimiento de contactos o el transporte de materiales sensibles. Informes de fuentes como Diálogo Américas y la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD) han destacado la naturaleza sospechosa de este incidente, subrayando las implicaciones más amplias de las actividades de Irán y Hezbolá en la región, dando por hecho que las mismas suceden.
Como se mencionó anteriormente, la implicación de Hezbolá en América Latina no es un fenómeno reciente; el grupo ha estado activo en la región durante décadas. Han aprovechado las importantes comunidades expatriadas libanesas, particularmente en la zona de la Triple Frontera, donde convergen Argentina, Brasil y Paraguay, conocida por sus límites porosos y actividades ilícitas desenfrenadas, esta región es ideal para las operaciones de Hezbolá. La Triple Frontera es notoria por el tráfico de drogas, el contrabando de armas, el contrabando y el lavado de dinero, todo lo cual Hezbolá explota para generar ingresos que se canalizan de vuelta para apoyar sus operaciones en el Medio Oriente. Las investigaciones han documentado la profunda implicación de Hezbolá en estas redes, enfatizando su objetivo de generación de recursos para apoyar sus actividades militares y terroristas. Informes del Instituto Washington y Diálogo Américas han detallado las extensas operaciones de Hezbolá en esta área.
Las prioridades de Hezbolá en América Latina están estrechamente alineadas con los objetivos geopolíticos más amplios de Irán, los cuales incluyen generar ingresos sustanciales a través de actividades ilícitas para reducir la dependencia del patrocinio estatal y asegurar la sostenibilidad de sus operaciones, establecer redes e infraestructura para facilitar la recopilación de inteligencia y potenciales operaciones terroristas, construir alianzas con movimientos políticos y gobiernos simpatizantes para asegurar libertad operativa e impunidad, y difundir la ideología revolucionaria de Irán a través de instituciones educativas y culturales. Las operaciones financieras de Hezbolá en América Latina son sofisticadas y multifacéticas, aprovechando negocios locales, incluidas empresas de importación-exportación, inversiones inmobiliarias y organizaciones benéficas para lavar dinero. Estas actividades a menudo se llevan a cabo en áreas con comunidades libanesas significativas, donde Hezbolá puede explotar lazos étnicos y familiares para establecer confianza y cooperación. Por ejemplo, en la Triple Frontera, los operativos de Hezbolá han establecido numerosos negocios que sirven como frentes para el lavado de dinero, incluidos supermercados, tiendas de electrónica y casas de cambio de divisas, canalizando las ganancias del narcotráfico a través de estas empresas y dificultando que las autoridades rastreen el dinero hasta sus orígenes ilícitos. Analistas de la FDD y el Instituto Washington han cubierto extensamente las estrategias financieras empleadas por Hezbolá en América Latina.
Un caso destacado que resalta la extensión de las operaciones financieras de Hezbolá es el Banco Canadiense Libanés (LCB), identificado en 2011 por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos como una preocupación primaria de lavado de dinero bajo la Sección 311 de la Ley PATRIOTA de EE. UU. La investigación reveló que Hezbolá estaba utilizando el LCB para lavar cientos de millones de dólares provenientes del narcotráfico y otras actividades ilícitas. Esto implicaba depositar las ganancias del narcotráfico en cuentas del LCB, que luego se transferían a diversas instituciones financieras en todo el mundo. Estos fondos se utilizaban posteriormente para comprar bienes enviados a América del Sur y África Occidental, donde se vendían por moneda local. Esta compleja red de transacciones ayudó a Hezbolá a oscurecer los orígenes de sus fondos y evadir la detección. Este caso ha sido bien documentado por fuentes como la FDD.
La estrategia de Irán y Hezbolá en América Latina también implica la propagación ideológica de la Revolución Islámica a través de instituciones educativas y culturales que promueven los ideales revolucionarios de Irán y reclutan simpatizantes. Un jugador clave en esta estrategia es la Universidad Internacional Al-Mustafa, con sede en Qom, Irán, que ofrece cursos en teología, estudios islámicos y otras materias a estudiantes de América Latina. Estos estudiantes a menudo reciben becas y otros incentivos para estudiar en Irán, donde son adoctrinados con los principios de la Revolución Islámica. Al regresar a sus países de origen, estos individuos asumen roles de liderazgo en mezquitas locales, centros culturales y organizaciones comunitarias, difundiendo la ideología de Irán y fortaleciendo la influencia de Hezbolá. La estrategia mediática de Irán en América Latina incluye el establecimiento de canales como HispanTV, que transmite contenido dirigido a una audiencia de habla hispana más amplia. Establecido en 2012, HispanTV ofrece noticias, análisis y programación cultural que refleja la perspectiva política de Irán, mientras presenta el contenido en un formato adaptado para cumplir con los estándares de las audiencias occidentales. El canal cubre temas como la justicia social, los derechos indígenas y el antiimperialismo, temas que resuenan con muchos en la región. Este enfoque ayuda a Irán y Hezbolá a construir una base amplia de apoyo en América Latina, que puede ser aprovechada para fines políticos y operativos. Sin duda, el contenido creado por Hezbolá en persa y árabe no está relacionado con el material que transmiten en América Latina. Los conocimientos de Diálogo Américas han sido cruciales para entender estas influencias culturales e ideológicas.
El enfoque de Hezbolá hacia las actividades terroristas en América Latina se caracteriza por una preferencia por operaciones sofisticadas y de alto impacto que requieren una planificación y recursos extensivos. Históricamente, Hezbolá ha evitado el tipo de ataques de bajo costo y alta frecuencia favorecidos por grupos como ISIS, optando en cambio por ataques a gran escala con un impacto estratégico significativo. Uno de los ejemplos más infames es el atentado de 1994 contra la AMIA, el centro comunitario judío en Buenos Aires, que mató a 85 personas e hirió a cientos. Este ataque fue llevado a cabo por un terrorista suicida que conducía una furgoneta cargada de explosivos, consistente con la preferencia de Hezbolá por operaciones complejas. Más recientemente, Hezbolá ha sido vinculado a complots que apuntan a intereses israelíes y judíos en la región, con un operativo arrestado en los Estados Unidos en 2017 por recopilar inteligencia sobre posibles objetivos en Panamá, realizando vigilancia desde 2011. Esto destaca el enfoque a largo plazo de Hezbolá para planificar y ejecutar ataques. Además de sus operativos, Hezbolá ha recurrido cada vez más a subcontratar criminales locales para tareas específicas, ampliando su alcance y capacidades sin exponer a sus miembros a riesgos adicionales. Un ejemplo notable descubierto en Colombia involucró a operativos locales contratados para asesinar a exdiplomáticos y empresarios israelíes, aprovechando el conocimiento local y las conexiones cruciales para el éxito de una operación, dificultando que las autoridades rastreen la operación hasta Hezbolá, ya que los perpetradores inmediatos son criminales locales en lugar de operativos extranjeros. Estos puntos han sido cubiertos extensamente por expertos y analistas en la FDD y el Instituto Washington.
La presencia y actividades de Irán y Hezbolá en América Latina presentan evidentemente desafíos significativos para la seguridad regional. Estos desafíos involucran actividades ilícitas, operaciones de inteligencia y complots terroristas que desestabilizan la región y socavan el estado de derecho. Sus esfuerzos por construir alianzas políticas y difundir la ideología revolucionaria amenazan con erosionar las instituciones democráticas y promover el autoritarismo. Los países de la región han tomado diversas medidas para contrarrestar estas amenazas. Por ejemplo, Argentina designó a Hezbolá como organización terrorista en 2019, permitiendo medidas legales más robustas contra las actividades del grupo. Sin embargo, no todos los países de la región han seguido el mismo camino; Brasil, por ejemplo, aún no ha tomado una acción similar, dificultando la cooperación regional en la lucha contra la influencia de Hezbolá. Analistas del Instituto Washington han destacado estas discrepancias y su impacto en los esfuerzos de seguridad regional.
Combatir la influencia de Irán y Hezbolá en América Latina requiere una cooperación internacional robusta. Estados Unidos ha sido un actor clave en estos esfuerzos, brindando apoyo a las autoridades locales a través de capacitación, intercambio de inteligencia y asistencia financiera. Organizaciones multilaterales como el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) juegan un papel crucial en el fortalecimiento de los marcos de lucha contra el lavado de dinero y la financiación del terrorismo en la región. Un ejemplo exitoso de cooperación internacional es la Operación Titán, un esfuerzo conjunto entre Estados Unidos y Colombia que apuntó a las redes de narcotráfico y lavado de dinero de Hezbolá, llevando al arresto de varios operativos de alto rango de Hezbolá y desmantelando sus redes financieras. Esto demuestra la efectividad de los esfuerzos coordinados internacionales. A pesar de estos esfuerzos, persisten desafíos significativos. La naturaleza compleja de las operaciones de Hezbolá, junto con sus conexiones arraigadas en las comunidades locales, dificulta el desmantelamiento completo de sus redes. Las divisiones políticas e ideológicas dentro de la región también obstaculizan un enfoque unificado para abordar la amenaza. Para mejorar la efectividad de las contramedidas, los países de América Latina deben adoptar marcos legales integrales para designar a Hezbolá como organización terrorista y criminalizar sus actividades, facilitando acciones más efectivas de aplicación de la ley y cooperación internacional. El intercambio mejorado de inteligencia entre socios regionales e internacionales es crucial para identificar y desmantelar las operaciones de Hezbolá, incluido el intercambio de información sobre transacciones financieras, patrones de viaje y redes de comunicación. Proveer capacitación y recursos a las agencias locales de aplicación de la ley e inteligencia puede mejorar su capacidad para detectar y responder a las actividades de Hezbolá, incluyendo capacitación especializada en investigaciones financieras, vigilancia cibernética y operaciones antiterroristas. Aumentar la concientización pública sobre la amenaza que representa Hezbolá y sus actividades puede ayudar a construir la resiliencia comunitaria y fomentar la cooperación con las autoridades, centrándose en los riesgos asociados con las actividades ilícitas y la importancia de informar sobre comportamientos sospechosos. Abordar los factores subyacentes que permiten la presencia de Hezbolá en la región, como la corrupción, la gobernanza débil y la desigualdad económica, es esencial para el éxito a largo plazo. Esto requiere un enfoque holístico que combine medidas de seguridad con iniciativas de desarrollo. Estas recomendaciones están respaldadas por hallazgos de varios expertos e instituciones.
Las actividades de Irán y Hezbolá en América Latina representan una amenaza compleja y multifacética que requiere una respuesta coordinada y exhaustiva. Su participación en redes financieras ilícitas, operaciones de inteligencia y actividades terroristas plantea riesgos significativos para la seguridad regional y global. La cooperación internacional robusta, marcos legales integrales y un enfoque holístico que aborde los factores subyacentes habilitadores son esenciales para contrarrestar esta amenaza de manera efectiva.
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