Tradiciones judías que nos llevan a santificar el espacio

Una de las formas más bellas de referirse a D-os es “HaMakom” quiere decir “el lugar” y aparece en numerosas ocasiones a lo largo de la Torá. Usualmente se refiere a la Presencia de D-os en todo aquello que nos rodea, es más que sólo ver a D-os en nuestra realidad, significa ver al mundo entero como una forma de habitarlo. Nos invita hacer del mundo una casa un lugar de pertenencia. Cada acción que hacemos, cada mitzvá o tradición son intentos nuestros de construir ese mundo que queremos habitar, de cambiarnos a nosotros o a la sociedad que nos rodea, de hacernos conscientes y prepararnos hacia un encuentro con el mundo, con D-os, con el prójimo. Esto se relaciona directamente con la forma que nos relacionamos con el espacio. En la Torá y la tradición judía existen numerosas mitzvot y tradiciones que nos invitan a poner atención en la forma que nos relacionamos con los lugares y los espacios. Las siguientes son tan sólo algunas de ellas.

La mezuza

Todos los días decimos el Shemá es un texto que se encuentra en la Torá donde se nos recuerda que D-os es nuestro D-os y es Uno. Tiene una gran variedad de implicaciones y es de los rezos más cercanos que tenemos, de los primeros que un padre enseña a su hijo. En el mismo texto se nos pide amar a D-os con todo nuestro corazón, con nuestra alma y con nuestros recursos se nos dice que lo escribamos en las jambas de nuestras puertas. Ésa es la mezuza es un escrito hecho por un sofer (escriba) que colocamos en las entradas de nuestras casas y que nos recuerdan a D-os. Es una forma hermosa de santificar el espacio, separa lo público de lo privado y nos permite crear un hogar. Nos recuerda que estamos por entrar a nuestra casa.

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El eruv

En Shabat está prohibido mover un objeto de un lugar privado a un lugar abierto. Sin embargo, cualquier lugar delimitado por puertas, paredes u otros elementos se considera como delimitado y como tal privado. Existe una forma halájica de delimitar los espacios abiertos y de esa forma poder realizar las actividades que estarían prohibidas a cielo abierto. Esto es a través de un eruv, una construcción sencilla (muchas veces cables y postes) que delimita el espacio.

Una parte esencial del eruv es que debe ser construido en una zona donde hay suficientes judíos para mantenerlo y crear una comunidad. Incluso para que el eruv sea válido, la comunidad que lo sostiene debe compartir al menos una canasta de comida. De esta forma se resaltan los lazos comunitarios, la idea de que compartimos y construimos un espacio común.

La sucá

Una de las festividades más importantes del calendario judío es Sucot, durante ese tiempo construimos moradas sencillas que habitamos a lo largo de una semana. Éstas nos recuerdan el Mishkan (Tabernáculo), las tiendas que los judíos habitaron en el desierto, las nubes de Gloria y las columnas de fuego que los acompañaban. Representan tanto la adversidad como la abundancia, el contacto con D-os a través de la naturaleza, pero primordialmente representan la Presencia Divina. Cada vez que se habla de que entramos a la Sucá se nos dice que está presente en ella la Shejina, la manifestación de D-os en el espacio.

Un hoyo en la pared

Hay formas de unir el pasado con el presente. Cada vez que una persona construye una casa nueva se deja un hoyo en la pared o una pequeña imperfección, es decir se deja incompleta de alguna forma. Esto se hace en recuerdo a la destrucción del Templo y de Jerusalén. Es una forma de recordar nuestra historia incluso en el espacio que habitamos.