El sargento Amijai Shimon Rubin, de 23 años, soldado de la Brigada Golani de Acre, resultó herido de muerte luchando contra terroristas de Hamás el 7 de octubre y murió a causa de sus heridas tres días después, el 10 de octubre.
Cuando comenzó la invasión de Hamás, Amijai estaba destinado en un puesto de avanzada de las FDI cerca del kibutz Kissufim. Al iniciarse el lanzamiento de cohetes, corrió descalzo hacia la zona reforzada de la base para protegerse. Cuando se dieron cuenta de la presencia de terroristas dentro de la base, él y su comandante, el capitán Shilo Rauchberger, tomaron posición en la entrada de la sala y se enzarzaron en un tiroteo con los terroristas durante varias horas, según The Times of Israel.
Amijai resultó herido en el brazo y luego en la pierna, pero siguió luchando, según dijeron los supervivientes, hasta que le dispararon en la cabeza, e incluso consiguió seguir luchando durante 20 minutos antes de perder las fuerzas. Horas después fue trasladado al hospital con una grave herida de bala en la cabeza. Los médicos no pudieron salvarle y su familia pidió que se donaran sus órganos; su hígado, pulmones y riñones salvaron cinco vidas, entre ellas la de un niño de ocho años.
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Fue enterrado el 12 de octubre en el monte Herzl de Jerusalén. Le sobreviven sus padres, Batya e Yishai, y sus siete hermanos: David, Odaya, Amiya, Yedidya, Oz, Eitan y Yair.
Tras terminar la escuela secundaria, Amijai pasó cuatro años estudiando en una yeshivá en Petah Tikva antes de alistarse en Golani a los 22 años.
Según un sitio conmemorativo creado por su familia, Amijai era “auténtico, testarudo, obstinado y duro, no tenía miedo de defender sus creencias. Era un hombre de verdad y justicia, pero también sabía ser sensible a ellas. En las conversaciones con los amigos, les prestaba toda su atención… siempre con gran humildad”.
Su antiguo maestro, el rabino Avraham Seidman, describió a Amijai como “un chico dulce y humilde, con un brillo único en su rostro… siempre exhibía alegría y vitalidad. En el Beit Midrash era tan gentil como un gusano, y en el campo de batalla era tan duro como la madera. Un héroe en la guerra de la Torá y un héroe en la guerra para proteger al pueblo y la tierra”.
La hermana de Amijai, Amiya, dijo al Canal 14 que “realmente lo admiraba, realmente me construí a mí misma en su senda”. Otra hermana, Odaya, dijo que “es mi hermano menor, pero aprendí mucho de él, y me llevo mucho de él conmigo en mi vida. Mis hijos son pequeños, así que no sé qué recordarán, pero siempre sabrán quién era”.
Su madre Batya dijo que Amijai era “dulce, lleno de vida, con un buen corazón, por un lado, pero mucha terquedad, por otro lado… su bondad se contagiaba a todos a su alrededor”.
El padre de Amijai, Yishai, dijo al Canal 12 que la decisión de donar sus órganos después de su muerte encajaba perfectamente con la forma en que vivió su vida: “Amijai merecía totalmente seguir haciendo el bien, toda su vida fue así, así era Amijai, hizo el bien durante toda su vida a todos, no hay nadie que pueda decir que los molestó, todo lo contrario. “Era tan bueno con todos los que lo rodeaban, con sus amigos, sus hermanos, con nosotros, con sus padres. Eso es lo que realmente nos ayudó a tomar la decisión”.
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