Celebrar Shabat cuando tienes la amenaza de tus vecinos. ¿Es una locura, una irresponsabilidad o una frivolidad?
Hay que entender que el Shabat no es un mero descanso del cuerpo. Es también la liberación del yugo del trabajo diario, de la carga emocional de la lucha por el sustento.
Shabat es recupe6rar por un día el paraíso perdido: el paladar está satisfecho, se olvidan las rencillas con el prójimo, se retorna al calor de la familia y en la cúspide del placer, hay quien cumple el precepto de redescubrir el amor con la pareja, conocer para amar, amar para preservar la existencia de los mundos superiores.
En primavera, cuando celebramos la Páscua, leemos en la Hagadá de Pésaj: “Si Di-s no nos hubiese acercado al Monte Sinaí, y tan solo nos hubiese entregado el Shabat, ¡hubiese sido suficiente!”.
El Shabat es un freno a nuestro instinto depredador en el que todos los días nos servimos de la naturaleza. La fuerza productiva se para y nos dedicamos a la contemplación. En las calles de Israel, en aquellos lugares en donde se observa el Shabat, escuchamos las aves, el maullar de los gatos y hasta nuestros propios pasos cuando vamos a la sinagoga.
Entonces, venir al supermercado, escoger un vino, el pan, los aderezos, el postre es toda una labor para asegurar el espacio sagrado.
¿Y la guerra?
A lo largo de la historia el pueblo de Israel ha sufrido ataques que han amenazado su supervivencia y el Pueblo ha sobrevivido.
Los eruditos de la Torah dijeron que el mundo se sostiene sobre la paz, y ¿Cuándo se hace la paz en el mundo?
En Shabat, se hacen las paces entre los mundos superiores e inferiores. Por lo tanto, se debe ser exigente en no perturbar la santidad, la paz del Shabat por medio de discusiones. Quién siente tristeza en su corazón debe esforzarse para liberarse de ésta en Shabat.
Por ello, el saludo con el cual nos bendecimos unos a otros en Shabat es ‘Shabat Shalom’ (es decir ‘Shabat de paz’) paz para todos, incluso para quien amenaza al pueblo de Israel.
Verbalizar la paz para el mundo genera paz entre el marido y su mujer y entre el hombre y su prójimo, paz entre los pueblos. Entendemos que no podemos controlar todo, pero de ese mínimo espacio de libre albedrío que tenemos, elegimos la vida, bendecimos la paz.
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