Cuando uno va a una clase de Torá, casi siempre el rabino empieza por definir lo que la Torá no es: no es un manual de ética, ni un libro de filosofía, ni un Tarot con respuestas espontaneas, es antes que nada una guía para la vida. El libro que contiene la historia del hombre en su relación con D-os. Nos pide “escuchar” antes que “obedecer” y al darnos mandamientos, nos enseña.
Algo que es muy interesante del judaísmo entero es que no se puede concebir al judío ni a sus tradiciones separado de su historia. Cada mitzvá es una acción que ata al individuo al contexto que vive, a su individualidad y a su pasado histórico. La trascendencia de la misma resuena en lugares más profundos que la acción en sí. Dentro de una semana se conmemora Tisha B’Av, un día sumamente importante dentro del judaísmo que nos conecta directamente con la historia que como pueblo hemos vivido.
Los eventos históricos
Hace más de 1950 años Roma invadió Judea, destruyó la ciudad de Jerusalén y el Templo sagrado. Fue una masacre horrenda, textos bíblicos hablan de la sangre, los cuerpos en las calles y las madres comiéndose a sus hijos por hambre. Ese evento trajo consigo mismo el inicio del cuarto Exilio judío que se considera la época en la cual vivimos hoy en día.
Jerusalén y el Templo eran el centro de la religiosidad judía, ahí se realizaban los sacrificios, se determinaba el inicio del mes y el Sanhedrín juzgaba. Prácticamente se desarrollaban todos los eventos de suma importancia en cuanto a la vida ritual y política de Israel como nación. La destrucción de ambos (la ciudad y el Templo) casi trajo consigo el aniquilamiento entero del pueblo judío y el final de su cultura.
Además, también, bajo la visión religiosa con la destrucción del Templo se perdió para siempre el poder de la Revelación abierta, la comunicación más directa que ha existido entre D-os y el hombre. Según la tradición, en el Templo habitaba la Presencia Divina y ocurrían cotidianamente milagros que lo demostraban. Cuando éste fue destruido, esa relación particular entre el hombre y D-os se perdió.
El ayuno
Tisha B’Av es el día en que recordamos dicha destrucción como una tragedia que sigue afectando dentro de nuestra historia y dentro de nuestra vida. Hacemos luto y ayunamos durante 25 horas. El objetivo del mismo es recordar el evento y conectar con el dolor que dicha tragedia nos provoca. Así como pensar en el Exilio que vivimos hoy en día y llorar por las múltiples tragedias que han sufrido los judíos a lo largo de la historia. Es un día hecho para no olvidar.
A su vez también cada quien mira en su interior, dentro de su historia personal y hace luto por el dolor que acongoja su vida, por las cosas y vivencias que lo alejan de la plenitud, del hombre y de D-os. A la vez que es un día de recuerdo también es un día de curación.
De la tristeza a la alegría
El midrash nos cuenta que cuando los grandes sabios de esa generación vieron la destrucción del Templo lloraron inconsolablemente. Todos menos rabí Akiva, quien reía de alegría. Extrañados le preguntaron sobre su risa y él contestó que si las profecías negativas se habían cumplido, también se cumplirían las que hablaban de la Redención.
La Torá narra la historia del hombre en su relación con D-os desde que es creado hasta el final de los días en que finalmente llega a una plenitud total y absoluta. Todo proceso histórico es un proceso evolutivo que lleva hacia ese lugar, no importa en dónde nos encontremos o en que época vivamos somos parte de él.
La destrucción del Templo en realidad anuncia la Redención: el momento en que los hombres hayan aprendido a tratarse con respeto y amor y puedan construir una sociedad en unidad. El momento en que todo ser humano pueda estar en paz consigo mismo y por ende pueda ver en su entorno a la vida, a la Unidad que lo rodea, que subyace al dolor, y pueda como tal servirla y unirse a ella. Lo que Tisha B’Av nos enseña es que abajo del dolor siempre existe la esperanza y nos invita a ser parte de ella.
El tikún, un arreglo al mundo
Tisha B’Av también es un día de reparación. En el judaísmo vemos a la historia de Israel y a la historia humana como caminos de curación y reparación. Con cada evento que ocurre el mundo nos enseña algo de nosotros, la cura absoluta la Redención llegara cuando hayamos aprendido a escucharlo y hayamos aprendido a reparar la historia que tenemos que curar, a cambiar los elementos sociales y culturales que tenemos que cambiar.
Particularmente en Tisha B’Av se habla de reparar los elementos que nos dividen como judíos en distintas facciones. El Templo pudo ser destruido y la invasión de Roma ser exitosa porque había una división interna enorme entre los judíos de ese entonces. Incluso llegaban a matarse entre grupos políticos. Tisha B’Av nos invita a vernos como una unidad, a reducir las hostilidades, a no ceder al odio y al juicio gratuito. Así mismo también nos invita a vernos como parte de la humanidad, a reconocer y ver las naciones que nos rodean.
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