La situación geopolítica actual plantea una realidad ineludible para Irán: atacar a Israel, con el apoyo de grupos militantes como Hamas o Hezbolá, sería un suicidio estratégico. Esta afirmación se fundamenta en una disparidad abrumadora en términos de poder militar, económico y diplomático entre Irán y una potencial alianza compuesta por Israel, Estados Unidos y algunos países europeos.
Disparidad Militar y Económica
La capacidad militar de Estados Unidos, con un presupuesto de defensa de aproximadamente $800 mil millones, es incomparable. A esto se suman las fuerzas armadas de Israel, reconocidas por su tecnología avanzada y sistemas de defensa como el Iron Dome, y las capacidades militares de países europeos miembros de la OTAN. En contraste, el gasto militar de Irán es de aproximadamente $20 mil millones, una fracción minúscula frente a la alianza mencionada.
Económicamente, la diferencia es igualmente drástica. El PIB combinado de Estados Unidos ($26.7 billones), la Unión Europea ($16.6 billones) e Israel ($481 mil millones) asciende a casi $44 billones. En comparación, el PIB de Irán es de $368 mil millones. Esta disparidad económica significa que Irán no tiene los recursos necesarios para sostener un conflicto prolongado.
Lecciones de la Historia
Las historias de Japón y Alemania tras la Segunda Guerra Mundial son ilustrativas. Ambos países reconocieron la imposibilidad de continuar el conflicto y optaron por la rendición y la reconstrucción bajo condiciones de paz. Este camino les permitió convertirse en potencias económicas globales. Irán tiene una oportunidad similar de transformar su futuro mediante la paz y el desarrollo.
Beneficios de la Paz
Optar por la paz y cesar el apoyo a grupos terroristas traería numerosos beneficios a Irán. El levantamiento de sanciones económicas permitiría el crecimiento económico y la mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos. La estabilidad regional y la integración internacional abrirían puertas a inversiones y colaboraciones que potenciarían el desarrollo interno. Además, sin el financiamiento de Irán, grupos como Hamas o Hezbolá se verían obligados a buscar formas legítimas de subsistencia, disminuyendo su capacidad para continuar el conflicto y enfocándose en trabajar para sobrevivir.
Conclusión
Atacar a Israel y enfrentarse a una alianza tan poderosa sería un suicidio estratégico para Irán. Los números son claros y la realidad ineludible. Contrariamente a todo lo publicado, dudo que Irán tome un camino tan destructivo. La paz y el desarrollo no solo son las opciones más racionales, sino también las que ofrecen un futuro próspero para Irán y la región. Es momento de reconocer que continuar un conflicto que no se puede ganar es insostenible. Irán solo tiene un camino y es olvidarse de la guerra. Perdió antes de empezar. Por ello solo promete, amenaza y confunde, porque no tiene posibilidades reales de ganar en este momento.
Irán presionará para que se regresen a los secuestrados, vivos o muertos, y con ello quedará en buenos términos con el mundo. Este conflicto, en vez de acelerar la guerra, terminará con ella y, como siempre, los más afectados serán los palestinos que se quedarán en medio de un NO CONFLICTO, sin la oportunidad que tenían de trabajar en Israel como antes lo hacían o sin los recursos de Irán para financiar su terrorismo y crecimiento.
Los judíos de la diáspora y de Israel quedaremos más unidos que nunca. La relación privilegiada de Israel con Estados Unidos, ayudará a su desarrollo tecnológico y económico. Los países europeos que criticaron duramente a Israel quedarán mal ante el mundo. Se seguirán firmando acuerdos de colaboración entre los países árabes importantes e Israel para crear un nuevo eje económico que ya se había iniciado. China e India se mantendrán alejados del conflicto. Rusia seguirá tratando de ser potencia, cuando ya dejó de serlo en todos los aspectos. El mundo se tranquilizará para celebrar su primer cuarto de siglo XXI.
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