El pasado mes de abril, la Asociación de Víctimas de Trauma en Israel entregó su informe anual en donde muestra que más de 33.000 ciudadanos se pusieron en contacto con el teléfono de ayuda desde el comienzo de la guerra. La línea fue reforzada, sigue reforzada y sigue funcionando 24 horas al día, 7 días a la semana, para brindar asistencia y apoyo mental a los ciudadanos que buscan ayuda.
En la primer semana de la guerra en Israel, el número de llamadas se disparó un 6 mil por ciento.
Israel es ahora un país traumatizado.
Problemas como tabaquismo, violencia familiar, depresión, ansiedad, disminución del sexo en las parejas, trastornos digestivos y hasta afecciones dentales, son parte de la ecuación que estamos lidiando en Israel.
Y sin embargo, cualquiera que venga de lejos y pasee por las calles de Israel, verá ciudadanos en calma con una tranquilidad de verano vacacional.
¿De dónde aprende Israel a mantener la fortaleza cuando los vecinos juran venganza, en medio de un conflicto que tiene a miles de ciudadanos reservistas en el frente y la incertidumbre de un centenar de secuestrados en Gaza?
Existe la fórmula que en una frase reduce toda la atención, toda la fortaleza, todo el entendimiento de las cosas que nos pasan en la vida cotidiana, aunque duelan. Esta semana en la Parashá Vaetjanan, es decir imploré, meditamos en el llamado Escucha Israel El Señor es nuestro D’os, el Señor es Uno.
No tenemos control sobre el entorno y los humanos apenas resolvemos un problema, nos enfrentamos a otro. Es como la historia de Sísifo que fue eternamente condenado a empujar una roca a la cima de una montaña solo para que viera como una y otra vez esta rodaba siempre al mismo lugar. Esto hacía que Sísifo repitiera el proceso todos los días.
Albert Camus entendió que es una metáfora de la vida, de la que no tenemos control. La fórmula para no desesperanzarnos, es encontrar sentido al hecho, dignificar la labor diaria, ser el Beethoven levantador de piedras.
El Señor es Uno, decimos, es decir, en la unidad no hay duda, hay pertenencia, confianza, una meta. La lectura de esta semana enseña como cada persona tiene una misión y, aunque no sea clara la razón, todos tenemos un propósito cósmico, una responsabilidad única y personal.
Escucha Israel, decimos, un llamado para despabilar la conciencia y enfrentar la monótona piedra.
Es tarea vital de cada uno encontrar el sentido a esa piedra que levantamos cada día.
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