En la mishnah, el Talmud cuenta que “No hubo días más hermosos para Israel como el Tu B’Av y Yom Hakipurim“. El 15 de Av, las jovencitas de Jerusalén salían con ropas blancas prestadas, para no avergonzar a quien no tenía dinero. Las muchachas salían y bailaban en los viñedos.
Le decían a los muchachos: “Joven, levanta tu mirada y mira a quién habrás de escoger para ti, no reposes tus ojos en la belleza, pon tus ojos en la familia, Engañosa es la gracia, y vana la hermosura. La mujer que teme al Señor, será alabada (Mishlei 31:30)”.
Quienquiera que no tenía esposa iría allí “a encontrar una novia”. Y Tu B’Av es el día que el Talmud considera el festival más grande del año, dejando a Iom Kipur en segundo lugar.
¿Cómo puede existir semejante paradoja?
En el mismo mes dos emociones contrarias. Hace apenas una semana en el 9 de Av lloramos las tragedias de nuestra historia y el 15 celebramos alegremente el amor.
De hecho las referencias sobre el 15 de Av en el Talmud son más bien terribles y nada románticas.
Nuestros rabinos explican que ocultamente hay una linda metáfora en la celebración del 15 de Av porque, es un gran consuelo para los que hemos lamentado el 9 de Av. Los Sabios dijeron que cuando una pareja judía se casa, “uno de los muros de Jerusalén es reconstruido”. Así, el 9 de Av lloramos la destrucción de Jerusalén, pero cada vez que se celebra una boda judía nos acercamos a la redención, a los tiempos de la era mesiánica.
Los sabios señalan al 15 de Av como la «última celebración» del calendario antes de Rosh Hashana y no podían permitir que la última conmemoración fuera la tragedia del 9 de Av. La luna llena del 15 de Av trae luz a la oscuridad del 9 de Av, transformando el dolor en alegría.
El 9 de Av el segundo templo se destruyó por el odio entre hermanos, el odio gratuito, sin sentido, sin freno. El odio es una forma de idolatría porque te aleja de lo humano, de los tuyos, de ti mismo.
Los que vivimos en Israel notamos cómo antes del 7 de.octubre, los árabes veían con cierto agrado la división entre judíos, las protestas, los gritos en las calles entre quienes piensan distinto. ¿Eso le subió el ánimo a los gazatíes?
No sabemos con certeza, pero sí entendemos que la bronca, el pleito nos debilita, nos divide. Quizá por eso, la paradoja es que unos días después del 9 de Av, llega la celebración del amor, el 15; un recurso pedagógico para enseñar que la enfermedad es el odio y la cura el amor. Nos haríamos un favor leyendo a los sabios, como Rabí Akiva: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Es la regla más importante de la Torá”.
También dijo Hilel sobre un solo pie: “Lo que te resulta odioso para ti, no se lo hagas a tu compañero. Esto es lo esencial de la Torá, el resto son detalles”.
Este 15 de Av es para reconstruirnos como pueblo a través del reencuentro y la reconciliación con la pareja, los hermanos, los amigos, el universo.
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