“¿Alguna vez piensas en los niños y lo que les ocurrió?” Le pregunta Nick a Martin, tras hablar del tiempo transcurrido. Los dos son ancianos hoy, que de una forma u otra buscan hacer la paz con los recuerdos que tienen de su viaje a Checoslovaquia en los meses antes de que Hitler invadiera Polonia. “One Life” (Lazos de vida [2023]) de una manera extraordinaria narra la historia de Nicholas Winton y los 669 niños que pudo salvar del nazismo.
Protagonizada por Anthony Hopkins, Helena Bonham y Johnny Flynn, vemos a un Winton grande que bajo la exigencia de su esposa, y la futura llegada de un nieto a la familia, se ve obligado a deshacerse de papeles y archivos que ha conservado a lo largo de las décadas e invaden su casa. Son registros de los múltiples proyectos humanitarios en los que Nick ha participado y una metáfora de todo lo que carga y no puede dejar atrás. Entre ellos se encuentra un maletín con fotografías de los días vividos en Checoslovaquia y la acción más importante que realizó en su vida, también es por la que sufre mayor culpa.
A través de una edición muy bien creada y cortes en momentos exactos la película nos lleva a navegar entre el presente y el pasado, de esa forma podemos entender lo que Nick vive ahora en su vejez. La actuación de Anthony Hopkins es casi inigualable, entre el temblar de la mano, la mirada al jardín y otros detalles vemos la tristeza que embarga a este hombre y no podemos sino preguntarnos su origen: ¿Es la culpa que lo acosa hacia sus propias fallas, o la decepción hacia un mundo que no dio más y no le dejo dar más? En el recuerdo personal que tiene de cada niño al que conoció y no pudo salvar, ¿qué duele más la responsabilidad individual que siente al no poder haber cumplido su promesa o el destino tan terrible que seguramente cada uno de ellos enfrentó? Como dice en algún momento el personaje: “Tengo mucho cuidado en mantener mi imaginación a raya, pues corro el riesgo de caer en la locura”.
La película es una oda a la memoria y a lo que un individuo o un grupo de gente “ordinaria” pueden lograr cuando toman la determinación de no cerrar los ojos frente a lo que que ven y deciden “hacer lo que es necesario y nadie más está haciendo”. Es una historia llena de suspenso, de dramatismo, de empatía y del muy criticado “dramatismo o sensacionalismo hollywoodense” que sin embargo nos deja grandes enseñanzas de vida. En la película la memoria personal se entrelaza con el acontecer histórico y nos recuerda la importancia y el peso que narrar una historia puede tomar, pues los personajes curan a través del recuerdo y nos ayudan a construir un puente que se extiende del pasado a nuestras sociedades modernas. Al mismo tiempo, también es una reflexión sobre la vejez y las distintas caras que el pasado puede tener para cada individuo.
El tema de la identidad judía de Winton, cuyos padres emigraron de Alemania a Inglaterra antes de la Primera Guerra Mundial aparece en la película, sin embargo, se hace un mayor énfasis su humanismo y su determinación de ser reconocido por su personalidad, sus creencias y formas de actuar más que por su origen. Finalmente su vida es un testimonio a todo lo que el amor al prójimo y la responsabilidad social pueden lograr, a la vez del precio que tienen sobre la vida personal de quien se asoma a los lugares más terribles que su época muestra. La película enseña también la importancia y la complejidad que implica aprender a perdonar los errores cometidos. En el fondo es una historia de curación para más de una persona.