El 14 de agosto, en la Universidad iberoamericana, se presentó el libro de Miguel Cossío Woodward, Dos tiempos del Moro, la novela del joven Marx.
Miguel Cossio Woodward es conocido por sus talleres de creación literaria, de los cuales han salido grandes escritores, entre ellos Beatriz Rivas, Sandra Frid y Victoria Dana.
En esta ocasión, el panel fue compuesto por el autor, Gina Zabludovsky, Al-Dabi Olvera y Juan Alcántara.
Estas son las palabras de Zabludovski en la presentación de la obra:
“La novela del escritor y maestro Miguel Cossío se divide en dos partes. La primera tiene que ver con el periodo en el cual Marx reside en Paris, del otoño de 1843 a principios de 1845. La segunda se concentra en una reflexión que el Marx maduro hace sobre El Capital conversando con Elizabeth, una sobrina del canciller Bismarck con quien pasea por los parques de Londres, después de un encuentro fortuito en el barco en los que ambos arriban a Inglaterra.
En la medida en que la parte sustantiva es sobre la vida de Marx en Paris, ya que la obra tiene como subtítulo La novela del Marx joven. Este comentario se centrará en la parte de la obra que tiene lugar en esta época.
Más allá de la vida de Marx, durante un periodo de menos de dos años, la novela, es un homenaje a la ciudad -luz. Mientras la leía, me sentí inmersa en el mismo espíritu de las ceremonias de las recientes Olimpiadas, echándome un clavado hacia atrás de más de ciento cincuenta años para sumergirme en la vida cultural y política de Paris, participar en las tertulias en el salón de George Sand, leer a Heine, escuchar la música tocada por el propio Chopin, y quizá tener la suerte de hospedarme en uno de los hoteles bohemios a los que iba Baudelaire,
El canto que el autor hace a Paris va más allá del mundo de las artes. El libro nos hace sentir el contraste de climas y estaciones del año a través de los cambios en la vegetación. También da cuenta de las transformaciones tecnológicas (los ferrocarriles y los primeros vuelos en globo) y, desde luego, los cambios en la moda parisina (¿qué sería Paris sin la moda?).
La exaltación que el autor hace de la ciudad no es ciega. En la novela también están presentes los mosquitos que vuelan en la biblioteca, y los sectores de la población más pobres que viven en las en las calles y a los cuales, tomando el término de la Revolución del siglo XVIII, en sus obras posteriores sobre la luchas de clases en Francia, Marx aludiría como los “sans- culottes” ( sin calzones).
A pesar de que la estancia de Marx en Paris es de menos de dos años, sus experiencias en esta ciudad serán muy significativas y tendrá un peso relevante tanto en sus la obra que escribe en esos momentos como en los estudios que hará años después.
Más allá del contenido de la novela, vale la pena tener presente que lo que Marx está escribiendo en ese momento son los “Cuadernos de Paris”, que después se conocerían como sus célebres “Manuscritos Económico-Filosóficos”, que no se publicarían sino hasta mucho tiempo después de su muerte.
A diferencia de sus textos posteriores como El Manifiesto del Partido Comunista -que es un llamado a la acción revolucionaria- y El Capital -que es una obra de economía política- en los textos de Cossio encontramos su concepción filosófica del hombre como un ser que, a diferencia de los animales, se realiza mediante el trabajo entendido como una actividad intelectual y física orientada hacia un fin.
Con una pluma excepcional, en el brevísimo texto El trabajo enajenado, Marx explica cómo la tragedia del mundo moderno y la gran contradicción de la modernidad es que, en vez de enaltecer al ser humano, el trabajo lo enajena.
Esta paradoja no sólo afecta a la clase obrera, sino a la mayoría de los hombres que, como producto de la división del trabajo y las formas de apropiación de los medios de producción, no se reconoce en los resultados de su trabajo y vive como una obligación y una carga lo que debería un proceso creativo de cuerpo y mente.
Marx sintetiza esto algunas frases icónicas cómo “lo animal se vuelve humano y lo humano se vuelve animal”.
Más allá de lo estrictamente económico, las tesis de los Cuadernos de Paris han sido retomadas por diversas corrientes filosóficas y psicológicas como lo que se ha conocido como “freudomarxismo” y están presentes en las ideas desarrolladas por autores del siglo XX como Erich Fromm, Herbert Marcuse, Max Horkheimer y Teodoro Adorno, entre otros.
En estos manuscritos, Marx muestra su buena pluma que seguramente dio como resultado La lucha de clases en Francia, producto de su ávida lectura de la mejor literatura. En el libro de Cossío está presente la gran pasión de Marx por la obra de Heine, y sus fuertes y cotidianos vínculos el con escritor.
Marx era también lector de Balzac, y en algún momento de la novela señala que le hubiera gustado haber escrito La Comedia Humana.
“Cuando cumplí seis años, me sabia de memoria todos los escenas de Shakespeare“.
La estancia de París de Marx influiría en muchos aspectos de su obra. Gracias a ella pudo conocer las propuestas de de Saint Simon y Fourier– a quien junto con Owen el llamaría después “socialistas utópicos”, por creer en un cambio pacífico y no en un proceso revolucionario.También es en esta ciudad donde Marx establece contacto con Engels.
Además, algunas de las obras más importantes que Marx escribe estarán centrados en los movimientos sociales y políticos que tiene lugar en el Paris del siglo XIX.
Desde el punto de vista sociológico sus aportaciones fundamentales están en La lucha de clases en Francia, El 18 de Brumario de Luis Bonaparte y La Guerra Civil en Francia donde se analizan los movimientos sociales, el golpe de estado de 1849 a 1851 y la Comuna de Paris de 1871 que para Marx y Engels constituyen el precedente de su modelo de organización obrera.
En estos estudios, Marx despliega su gran capacidad de análisis político y nos muestra que no todas sus interpretaciones de la realidad descansan en lo económico, como después nos han hecho creer las actitudes dogmáticas de muchos marxistas.
Que las obras e Marx estén centradas en Paris no sorprende. Francia era un país centralizado donde todos los caminos iban a la capital. Lo anterior contrastaba con Italia y Alemania (entonces Prusia) que tendrían una unificación nacional tardía.
Esta última lidereada en 1871 por el Canciller Bismarck, tío de la joven Elizabeth quien dialoga y pasea con Marx en la segunda parte de la novela .
Afortunadamente, el libro no es un árido tratado de ciencias sociales sino una deliciosa novela, en ella encontramos varios detalles del Marx joven centrados no solo en su intelecto, sino en un Marx de cuerpo entero.
Con esta lectura, la figura peluda y desgreñada de Marx desbancó la única imagen que yo tenía de él como un ser maduro canoso, de cabellera tupida con barba relativamente arreglada que siempre usa una levita obscura en sus imágenes de medio cuerpo.
El Marx de Cossío es un joven peludo, desaliñado, desordenado, que se baña una vez cada quince días, siempre entre libros. Un incansable fumador, con una “apestosa pipa” y un lenguaje punzante y que, a pesar de todo, no pierde su atractivo.
En la novela el conflicto gira en torno a este Marx, y su contraparte, Cornelius Frauchet el agente que tiene la orden prusiana de detenerlo y que parece hacer un guiño del inspector Javert de Los Miserables, ya que, en la novela el propio Fauchet alude a en un momento al Jean Vealjean de Victor Hugo.
Sin embargo, más allá del espionaje y la persecución que un Fauchet teñido de Javert hace a un Marx revestido de Vealjean-, como lectora del libro me quedan igualmente grabados otros personajes que alcanzan una importancia equivalente en la novela. En particular Bakunin, ese líder ruso que se dio cuenta que la primera revolución socialista seria combatiendo a los zares y no en un país avanzado de Europa como Marx y Engels lo suponían.
(Más adelante durante la Primera Internacional en 1869 Marx y Bakunin tendrían serios desencuentros sobre la importancia del partido y de la centralización del poder para el movimiento revolucionario).
Como ya señalé, otro personaje es el poeta Heine. En la novela nos enteramos de que le pide a Marx escribir un prólogo para unos de sus cuentos y entra y sale de la casa de Marx y Jenny como parte de la familia.
Más allá de los personajes masculinos, las mujeres siempre están presentes como protagonistas.
“¿Qué sentido tendría cambiar el mundo si no se puede amar una mujer?”, se pregunta Marx en la novela .
Cossío incluye una pluralidad de miradas femeninas del medio bohemio de Paris, desde George Sand que es el crisol que reúne a intelectuales y políticos en su salón, hasta la Carolina del prostíbulo que es presentada como una mujer perceptiva e inteligente.
Y ni hablar del papel de Jenny, con quien Marx estuvo casado toda su vida y murió unos meses después de su fallecimiento. Como dice Cossío en la novela “Jenny arregla el mundo caótico de Marx”. Una mujer excepcional y su colaboradora de toda su vida. De origen aristócrata, se alió con las causas de los trabajadores que eran obsesión de marido.
En un testimonio escrito en 1890-1891, el periodista revolucionario y yerno de Marx, Paul Lafargue, explica cómo Marx tenía tanto respeto al sentido crítico de su mujer que les mostraba todos los manuscritos – y ella los copiaba antes de enviarlos a la imprenta
Jenny también tuvo que lidiar con la difícil situación económica de su esposo, En una carta escrita en 1950 al editor de la Revista (que también es publicada en el libro Marx y su concepto del hombre), le ruega realizar un pago y da cuenta de la terrible situación que vive: “Vinieron los alguaciles y me embargaron los pocos objetos que poseía- ropa, camas- hasta la cuna de mi propio hijito. Y los mejores juguetes de mis hijas, que se pusieron a llorar amargamente”.
La presencia de las mujeres en el libro no se reduce a figuras como Jenny y George Sand. Otra de las mujeres inteligentes es la prostituta Carolina, que más allá de lo que haya ocurrido realmente, en la novela aparece como un encuentro temporal en la vida de Marx.
También está Mathilde, la esposa de Heine. Ajena de la vida intelectual y a los debates sobre el pasado y el futuro de la humanidad, su mayor interés está en los vestidos y los sombreros con cintas y adornos y no en las historias inventadas hace cientos de años” y en las manos del amado “expone alma, corazón y vida, nada más”.
Y desde luego, como ya lo he mencionado, al final del libro está Elizabeth, a quien, con orgullo, Marx relata sus proezas y expectativas sobre el impacto futuro de su obra El Capital en los movimientos de la clase obrera.
Como sabemos ahora , a diferencia de lo que creía Marx, el destino de otros textos como El Manifiesto del Partido Comunista, El Capital, que fue precedidos por los Gundrisse, seguramente no ha sido leído por muchos representantes de la clase obrera, pero sí por intelectuales y académicos que formaron una importe escuela de Economia Política.
Pero ¿qué importa la realidad posterior ante la importancia de esta novela? Mejor adentrarnos en ella, y dejarnos sumergir en el valor propio que tiene la literatura”.
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