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lunes 16 de septiembre de 2024
Margaret. Identidad

¿Estás ahí Dios? Es Margaret. La identidad judía vista por una niña

¿Qué o quiénes definen lo que somos? ¿Es algo que se decide y se construye o lo descubrimos con el paso del tiempo? Son muchas de las preguntas que empiezan en adolescencia e impactan en la forma que la persona vive su entorno. La identidad es a la vez social e individual, se construye de lo que encontramos, de lo que nos dicen y de lo que decidimos que sea. Sin embargo, para que sea realmente genuina, la identidad primero pasa por un proceso de purga en el que la persona deshecha aquellas premisas que le son externas de aquello con lo que realmente se identifica. Éste es el tema de muchas películas “coming of age” que retratan a adolescentes. Are You There God? It’s me Margaret (¿Estás ahí Dios? Soy yo Margaret) es una de ellas.

Con una enorme maestría Kelly Fremin Craig retrata el mundo de una adolescente de once años que en el último año de la primaria se ve obligada a mudarse de Nueva York a Nueva Jersey a un estilo de vida al que no estaba acostumbrada. Ahí, esa tarde que sus papás le anuncian la próxima mudanza es que Margaret empieza a rezar le pide a Dios “Que Nueva Jersey no sea tan horrendo”. Sin forzarlo inicia en ella una exploración a través de las religiones y las identidades que la arrojará a saber más de su familia y realmente preguntarse quién es ella o qué tipo de persona quiere ser. Con un padre judío y una madre cristiana trantando de criarla en el Estados Unidos de los 70’s, cada plática que Margaret tiene con Dios es una ventana a cómo esta adolescente percibe el mundo y cómo es filtrado por sus sentimientos.

Al mismo tiempo que se integra a la nueva escuela y forma un grupo de amigos que clasifican dentro de los populares del grupo. La interacciones con sus compañeros, la obsesión de una de sus amigas por “prepararse para ser una mujer perfecta”, “entrenar el cuerpo para desarrollarse plenamente”, o practicar besar con la cabecera de la cama porque “quieres dar el beso perfecto con el chico perfecto” someten a Margaret a una presión a la que ella no está acostumbrada. Nos abre el cuestionamiento hacia cómo se percibe el cuerpo femenino en esa época, y hacia los distintos estándares que dichas adolescentes estaban sometidas por sus madres.

Gran parte del aprendizaje que Margaret obtiene en ese año es el de aceptar la diferencia tanto de los cuerpos como el de las creencias. Asiste al Shabat en el Templo de su abuela, entra a una misa católica, celebra Navidad con una compañera de la escuela y asiste a un rezo evángelico con la familia de una de sus mejores amigas. Termina decidiendo que ninguna religión es fundamentalmente distinta para ella. Acepta que su familia no celebre ninguna, como acepta que el hecho de que el desarrollo de su cuerpo no sea tan avanzado como el de las otras niñas.

Al mismo tiempo a lo largo de su exploración descubre cosas evidentes para los ojos de un niño que el mundo adulto tapa. Los eventos religiosos que la rodean son primordialmente eventos sociales y a través de la ironía y de la percepción de Margaret, la película cuestiona varios de los funcionamientos sociales que caen en el ridículo y que nos son nocivos.

Pero la reflexión no se queda sólo en la iglesia o en la sinagoga, también se extiende a la escuela y al comité de madres. Pues Barbara, la mamá de Margaret, también tiene que aprender a dejar ir las exigencias externas que la empujan a hacer cosas que no quiere por el miedo a no darle la vida perfecta a su hija. Margaret y Barbara en el transcurso de ese año aprenden a generar pertenencia sin neutralizar o eliminar las características de su personalidad que las distinguen de su entorno. Aprenden a ser ellas, a poner límites a descubrirse y encontrarse.

La película además es una oda a esa etapa de la vida. A la facilidad que los adolescentes tienen para divertirse, la creatividad que los rodea, la curiosidad y la alegría de vivir en la libertad que los años de exploración que caracteriza ese entorno. Es también una exaltación de la importancia de los lazos familiares en esa etapa. A diferencia de sus otras compañeras, Margaret y su madre tienen una excelente relación. Eso es un alivio para ella, al igual que la relación que conserva con su padre y su abuela. La película nos enseña a nunca poner una ideología por encima de un ser querido. A que el amor y la seguridad en nuestros lazos sean más fuertes que la apariencia.

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