Isaac Dabbah Husni / Los nuevos gladiadores

Las imágenes impactantes se repiten una y otra vez en las redes sociales: ciudades destruidas en Gaza y una población errante, sin un lugar fijo adonde ir, mientras el ejército de Israel los desplaza de las zonas que planea atacar.

Cuando todo esto termine y los palestinos de Gaza lloren a sus muertos, sabrán que nada será igual. Se terminarán los permisos de trabajo en Israel, lo que hará aún más difícil la vida de quienes, en su mayoría, han perdido sus hogares y no tendrán dónde vivir.

Igualmente fuertes son las imágenes de estas mismas personas que, después de la masacre del 7 de octubre, salieron a las calles a celebrar y repartir dulces, como si fuera un día de gloria, frente a los cuerpos maltratados de cientos de israelíes.

Estos dos cuadros —la Gaza destruida y la Gaza que festeja el 7 de octubre— me generan muchas preguntas y me rompe algunos paradigmas.

No veo el miedo natural que se debe sentir después de haber cometido un acto cuyas consecuencias se saben terribles, y por otro, el enorme festejo tras la masacre.

Tampoco siento la ira y la impotencia de los gazatíes contra quienes causaron esto y que, en este momento, están arrasando con la vida de todo un pueblo a un punto sin retorno. Las imágenes te hablan de festejo y triunfo como si se hubiera ganado una guerra, sin ninguna prudencia ante las consecuencias.

Aun así, después de vivir las enormes pérdidas humanas y materiales, el 70% de Gaza está de acuerdo con los acontecimientos del 7-10. Ante una hipotética votación por un liderazgo, Hamás arrasaría en las elecciones.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania entera, enfrentada a los devastadores resultados de la aventura expansionista de Adolf Hitler y sus secuaces nazis, se volcó contra esa ideología, prohibiéndola y alejándose de ella lo más posible. Estaban furiosos por el sufrimiento que un loco había causado a su población, y avergonzados por los crímenes de lesa humanidad cometidos en nombre de todos los alemanes.

Las imágenes y los videos de los palestinos de Gaza narrando sus desgracias contrastan fuertemente con su apoyo incondicional al régimen que les ha causado tanto sufrimiento. Aunque está claro que la educación al odio hacia Israel los lleva a verlos como los causantes de todos sus males, resulta evidente que la estrategia de Hamás solo ha empeorado aún más su situación.

Es como si un presidente de México le declarara la guerra a Estados Unidos para recuperar Texas y lo hace haciendo una masacre en un poblado norteamericano.

Difícilmente encontraría el apoyo entre la población.

Para entender estas nuevas realidades donde juegan algunas muy antiguas como el antisemitismo, los libelos de sangre donde se acusaba a los judíos de matar niños cristianos, ahora palestinos y otras nuevas como las redes sociales, los influencers y los likes.

Mientras en Bangladesh se cometen atrocidades contra la población hindú, el mundo apenas presta atención. La noticia pasa rápidamente al olvido tras una breve mención. Al fin y al cabo, la función de los medios es crear noticias que la gente consuma, al igual que los influencers buscan temas que les generen tráfico y likes.

Cualquier evento relacionado con Israel aparece en las primeras planas de los periódicos y se convierte en tendencia en las redes sociales.

Los palestinos pueden ser masacrados en Jordania o maltratados en el Líbano, pero a nadie le importa la noticia. Si esto sucede en Israel, la prensa mundial lo amplifica, la mayoría de las veces con una connotación antiisraelí.

¿Por qué antiisraelí?

Porque una noticia favorable a Israel sería considerada parcial y pasaría desapercibida. A una parte del mundo le gusta ver a los judíos en problemas o realizando acciones reprobables. En resumen, un evento que permita culpar a los israelíes puede generar millones de dólares en noticias y tráfico en redes sociales. A un influencer que recibe miles de likes poco le importa Israel mientras hablar mal le trae una audiencia que nunca habría logrado con otro tema.

Las películas que se han producido mundialmente sobre el Holocausto son de las más taquilleras. Un sufrimiento en África o Centroamérica deprime y poca gente lo quiere ver, pero ver judíos en apuros causa fascinación.

La base de la existencia de los palestinos como pueblo reconocido por el mundo se basa en un solo punto, ser los enemigos jurados del estado de Israel. Sin esto, sus intereses serian relegados como las de cientos de etnias con reclamaciones territoriales. Para esto el mundo pide a cambio noticias que consumir.

Uno de los mayores motivos de las atroces masacres del 7-10 fue la proximidad que estaba teniendo Israel con los países árabes moderados, especialmente con Arabia Saudita, donde se encaminaban a la normalización de relaciones.

Para los palestinos esto les causaría enormes problemas. Se terminaría el gran espectáculo en el que Israel es la estrella haciendo de villano y los palestinos son las víctimas. No importa qué poco democráticas sean sus instituciones ni lo desiguales que sean con las mujeres:

Si son enemigos de los judíos, un aura de santidad los rodea.

Los palestinos saben que existe este enorme riesgo: si llegan a un acuerdo con Israel y logran vivir en paz, el mundo los olvidará y tendrán que vivir como cualquier ciudadano común afrontando los retos que todos sus hermanos árabes viven día a día en los países vecinos.

Si las cosas se calman y no hay noticias impactantes, no hay atención; por eso es imperativo mantener la tensión en el conflicto. No importa si hay muertos y heridos; son parte necesaria de un plan mayor que, combinado con el fundamentalismo, da coherencia a sus sentimientos y a su particular forma de ver el mundo.

Los palestinos de Gaza están creando un nuevo tipo de población: son los gladiadores modernos que luchan contra Israel en el nuevo coliseo de las redes sociales.

Mientras el mundo consuma antisemitismo miles de niños serán educados para ser mártires de la misma manera como se extinguirán los elefantes mientras haya gente que compre figuras de marfil.


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