Netanyahu y sus ministros saben que la presencia del ejército en la frontera entre Gaza y Egipto no impidió los ataques de Hamás en el pasado. En realidad, el objetivo es mantener a Israel en Gaza para siempre, un objetivo que ya no es una locura, sino un mal.
Pocos israelíes necesitaban el rotundo “no” de Joe Biden cuando le preguntaron si creía que Benjamín Netanyahu está haciendo lo suficiente para lograr un acuerdo de liberación de rehenes. Los israelíes saben la verdad desde hace meses.
El Primer Ministro no disparó a los seis rehenes en la cabeza la semana pasada, lo hicieron los terroristas de Hamás. Pero Netanyahu creó sistemáticamente las condiciones que llevaron a los asesinatos.
El control de Israel sobre el Corredor Filadelfi, la frontera entre Gaza y Egipto, ha sido etiquetado como “un asunto diplomático y estratégico”. La semana pasada el gabinete de seguridad (con excepción del ministro de Defensa, Yoav Gallant) votó debidamente para dejar las fuerzas israelíes allí. El escalofriante resultado quedó claro al día siguiente en el oscuro túnel donde se encontraron los cuerpos de seis rehenes.
La decisión del gabinete de seguridad refleja no solo la deshonra de los desaliñados que dan prioridad a esta “estrategia” hueca sobre la vida humana, como si se tratara de un lugar sagrado o un símbolo del retorno a la Tierra Prometida. También ignora la postura de las FDI y de funcionarios del servicio de seguridad Shin Bet que creen que Israel puede renunciar al control del corredor, aunque por un tiempo limitado. Pero lo más importante es que la decisión ignora maliciosamente la historia del corredor.
Maliciosamente, porque es imposible que nadie en el gabinete de seguridad recuerde que las FDI controlaban el Corredor Filadelfi, y esto no impidió que Hamás acumulara armas y lanzara ataques, incluidos ataques terroristas. También es imposible que nadie en el gabinete de seguridad recuerde que incluso cuando el ejército controlaba Gaza entre 1967 y 2005, el año de la retirada, Israel era atacado con proyectiles de mortero y cohetes Qassam desde la Franja.
Según datos recopilados por el grupo de derechos humanos B’Tselem, el grupo de mujeres Shuvi que apoyó la retirada de Gaza, el Consejo Yesha de los asentamientos judíos y la organización palestina que representa a las familias de los muertos, entre 1967 y 2005, 230 israelíes y cerca de 2,600 palestinos murieron en Gaza. Desde diciembre de 1987, el comienzo de la Primera Intifada, hasta la firma del Acuerdo de Oslo I seis años después, murieron 29 soldados y civiles israelíes. De 1993 a 2000, cuando comenzó la Segunda Intifada, 39 israelíes fueron asesinados.
Más de un año y medio, desde el anuncio del primer ministro Ariel Sharón de su plan de abandonar Gaza hasta la retirada real, 52 israelíes fueron asesinados en Gaza. Y durante la Segunda Intifada, alrededor de 500 cohetes y 6,000 proyectiles de mortero fueron disparados desde la Franja. Durante todo ese periodo, Israel tuvo el control absoluto no solo del Corredor Filadelfi, sino de toda Gaza.
Bajo las narices de las FDI, se excavaron túneles y se contrabandearon armas, municiones y terroristas de Hamás, la Yihad Islámica y otros grupos. Cruzaban hacia y desde el Sinaí como si circularan por una autopista.
Según datos analizados por el Centro de Información sobre Terrorismo e Inteligencia Meir Amit, entre 2000 y 2005 se llevaron a cabo 15,057 ataques terroristas en Gaza o en Israel lanzados desde Gaza (en comparación con 9,495 en Judea y Samaria).
La derecha habla de la “época de tranquilidad” anterior a la retirada, cuando la presencia de las FDI en Gaza supuestamente impidió ataques terroristas y disparos de cohetes. También hablan de la “época de guerra” que supuestamente vino tras la retirada. Es una narrativa totalmente infundada y fraudulenta que el gobierno y el Primer Ministro intentan reciclar y vender al público.
La permanencia o la retirada del Corredor Filadelfi es una cuestión clave que marca el destino de los rehenes. Pero cuando Netanyahu lo llama “un asunto diplomático” o “estratégico”, esa retórica esta diseñada a ensombrecer las vidas de varias decenas de personas. Y cuando utiliza estas frases, presenta el corredor como un eje para la ocupación continua de Gaza.
Esto se debe a que es imposible tomar el control del Corredor Filadelfi sin controlar las rutas que conducen a ella. Y no hay forma de proteger a los soldados que la patrullan sin proteger los espacios y barrios cercanos, y el sur de Gaza está densamente poblado.
El Corredor Filadelfi no es un camino de cabras utilizado por excursionistas aficionados. La razón oficial del control es impedir el contrabando desde el Sinaí a Gaza, pero cuando Netanyahu y su gabinete decidieron que el ejército permanecería allí, esto se convirtió en un paquete completo que incluye la ocupación. Como dijo Netanyahu, “Nos quedaremos en Gaza tanto tiempo como sea necesario”.
Esa es la traducción “estratégica” de tomar el control del corredor, por el cual se pueden sacrificar los rehenes. Sobre todo, es un objetivo sagrado, porque dondequiera que esté el ejército, se pueden construir asentamientos, restaurando la corona y la gloria.
Hamás lo entiende, Egipto teme de ello, Estados Unidos sabe a dónde lleva a Israel el Corredor Filadelfi y, paradójicamente, el acuerdo de rehenes es el único factor que puede salvar a Israel de quedar atrapado en la arena de Gaza. Pero los rehenes son un obstáculo para la realización de la estrategia de regresar a Gaza, y serán sacrificados en el altar del “corredor” que se ha convertido en un símbolo de supuesta seguridad total.
La prueba de que la presencia de las FDI no garantiza la seguridad la encontramos en el argumento de los colonos en Judea y Samaria: el ejército no los protege. Es imposible argumentar que las FDI no están “presentes” en Judea y Samaria, pero las armas llegan allá desde Jordania, son robadas de las bases militares y llegan a los terroristas a través de bandas criminales israelíes. Los coches bomba no necesitan tecnología iraní avanzada ni elementos de tierras raras.
La Primera Intifada se desarrolló y se extendió bajo la ocupación cuando el ejército controlaba el Corredor Filadelfi, y la presencia de las FDI no impidió el secuestro y asesinato de tres adolescentes en Judea y Samaria en junio de 2014.
Y la mágica “presencia” de las FDI en Líbano no ayudó a los habitantes de la Galilea cuando Hezbolá lanzó cientos de cohetes Katyusha y misiles contra Israel en la década de 1990. La guerra diaria en la zona de seguridad autoproclamada de Israel en el sur del Líbano, que duró hasta el año 2000, no fue suficiente. Israel tuvo que lanzar dos grandes campañas, la Operación Rendición de Cuentas en 1993 y la Operación Uvas de la Ira en 1996, para intentar detener el lanzamiento de cohetes. Aún así, los bombardeos continuaron hasta 1999.
Israel no es el único país que argumentó que una ocupación a largo plazo garantiza la seguridad. El 1 de mayo de 2003, el entonces presidente George W. Bush pronunció un discurso en la cubierta del portaaviones USS Abraham Lincoln bajo una pancarta que decía “Misión Cumplida”.
“Las principales operaciones de combate en Irak han terminado. En la batalla de Irak, Estados Unidos y nuestros aliados han vencido” porque “el régimen [de Saddam Hussein] ya no existe”, dijo Bush.
Pero en 2007, Estados Unidos se vio obligado a enviar 20,000 soldados más a Irak como parte de la estrategia de “aumento de tropas” para luchar contra Al Qaeda, que había movilizado fuerzas suníes contra la coalición internacional. Los estadounidenses se retiraron de Irak solo en 2011 en virtud de un acuerdo que Bush firmó con el gobierno iraquí en 2008, para regresar en 2014, cuando el Estado Islámico se apoderó de partes del país.
Pero EE.UU. al menos tenía una estrategia de salida que se basaba en el entrenamiento de un ejército y una fuerza policial iraquíes capaces de manejar los problemas de seguridad (un ejército que fracasó al comienzo de la guerra contra el Estado Islámico). Los estadounidenses también planeaban reconstruir la infraestructura del país y brindar ayuda económica a los nuevos gobiernos en Irak.
Pero Israel no tiene intención de establecer un gobierno palestino alternativo a Hamás, y el Corredor Filadelfi terminará siendo una autopista pavimentada con los cuerpos de los rehenes.
Publicado originalmente en Haaretz
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