El viaje que deberías hacer en el mes de Elul / Desde las calles de Israel, Ricardo Silva

La palabra que designa el nombre del mes Elul viene de Mesopotamia y significa cosecha. Es la antesala de la celebración de la llegada del nuevo año.

 

Hace más de 3,000 años, en el primer día de lul, Moshé subió al Monte Sinai, y 40 días después —en Iom Kipur— regresó al pueblo, con un nuevo par de tablas en la mano.

De aquí, se aprende que es tiempo de reconciliación.

Desde ese entonces, para el pueblo, en el mes de elul comienza un período de 40 días que culmina con el día más sagrado del año, Iom Kipur.

Elul es tiempo de “rajamim, רַחֲמִים ” misericordia. A diferencia del año nuevo gregoriano, en donde las personas hacen propósitos, se desean cosas positivas y hacen planes en diciembre para el nuevo año, en la tradición hebrea, Elul es un mes de balance.

Un corte de caja en donde cada quien debe revisar sus ingresos y egresos.

Las metas alcanzadas y las inconclusas. La relación con la Divinidad, pero también con nuestros semejantes. Uno debería preguntarse ¿Fui buena persona? ¿Ayudé al necesitado? ¿Aprendí cosas de crecimiento personal y las compartí con otros?

Esta época de misericordia divina es una invitación a un viaje iniciático cuya meta es la teshuvá o retorno ¿retornar a dónde?

Retornar al ser que era, mi yo previo a los apegos, al egoísmo, a la falta de fe.

La fórmula para alcanzar la teshuvá según los sabios

Uno, el estudio de la Torá, es decir la ley, la sabiduría del conocimiento del hombre y su relación con el mundo.

Dos, la plegaria, el rezo, el diálogo de corazón con la Divinidad a manera de diván, para recibir la fortaleza para cambiar esos aspectos que me limitan el crecimiento espiritual

Tres, la tzedaká, es decir, hacer justicia al ayudar al pobre, el enfermo, a la viuda, al desvalido.

Vivir Elul debe sentirse como la etapa final del abandono, la zozobra, el dolor.

Como un maratonista que está en el último kilómetro de la meta y que sabe que al final está la celebración por el reto concluido. No importa si eres el corredor primero o el último, lo valioso es que al final está la redención, el gozo del compromiso cumplido y cantarás, como el pueblo cantó al cruzar el mar hacia la libertad.

Contarás porque al final de Elul habrás alcanzado la redención.

Habrás cruzado tu propio mar.

 


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