Hace cuatro días, se avisó de un bombardeo israelí en Siria, de dimensiones severas. Los propios sirios apuntaron a que hacía décadas que el ejército de Israel no se comportaba con tanta dureza. La información, en ese momento, no se compartió. Pero conforme van surgiendo los datos, queda claro que se trató de un sorprendente operativo que no sólo fue aéreo, sino terrestre. Un hito en la historia militar de Israel.
(Adaptación del texto de Raylan Givens, publicado en la cuenta @JewishWarrior13 de X-Twitter, que a su vez cita información compartida por Barak Ravid)
Se confirma que las FDI efectivamente llevaron a cabo una operación terrestre en Siria a inicios de semana. Ravid aporta la confirmación de tres fuentes en Israel y los Estados Unidos, que están familiarizadas con el operativo. El objetivo fue una fábrica o instalación subterránea secreta de cohetes construida y mantenida por Irán.
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La instalación comenzó a construirse en coordinación con Hezbolá y el gobierno de Assad en 2018 después de que docenas de ataques aéreos israelíes (entre 2016 y 2018) destruyeran la mayoría, si acaso no todas, las instalaciones de producción y arsenales de misiles iraníes en Siria. Los iraníes entonces eligieron la zona de Masyaf, en Siria, debido a su terreno montañoso y a su aparente condición de impenetrable ante los ataques de la aviación israelí. La fábrica se construyó en lo profundo de una montaña, de manera similar a como los iraníes construyeron algunas de sus instalaciones nucleares.
El propósito de este lugar era doble: producir misiles de precisión en condiciones protegidas para que Israel no pudiera destruirlos, y estar lo suficientemente cerca de la frontera con el Líbano para que las municiones pudieran ser entregadas a Hezbolá rápidamente y con menos riesgo de que dichas entregas pudieras ser identificadas y atacadas.
La inteligencia militar israelí tomó nota de la ubicación del lugar, y se dedicaron a vigilar su construcción durante más de cinco años, asignándole el nombre-código “capa profunda”. Ravid explica que, desde el principio, las FDI se dieron cuenta de que la instalación ciertamente era inmune a los ataques aéreos, y que sólo podía ser destruida con una operación terrestre. Durante los últimos dos años, se planteó la posibilidad de llevar a cabo el ataque, pero este se pospuso debido a la percepción de riesgo. Finalmente, hace aproximadamente un mes se autorizó su ejecución.
Una unidad Sayeret Matkal de nivel 1 llevó a cabo la incursión, apoyados por la fuerza aérea que destruyó las carreteras de acceso al complejo. Los guardias sirios fueron tomados por sorpresa y eliminados en el acto. Se habla de que, dentro de la instalación, hubo intercambio de disparos con tropas iraníes que protegían el lugar, pero el factor sorpresa también derivó en su aniquilación. Mientras, la fuerza aérea se encargó de que no llegaran refuerzos.
Una vez tomado el control de toda la instalación, se colocaron explosivos, se decomisaron dossiers con información sensible y clasificada, y hay rumores de que incluso Israel tomó prisioneros de guerra iraníes (esto último tendrá que confirmarse).
Estados Unidos fue notificado con anticipación de la operación, y no puso ninguna objeción. Las tropas israelíes fueron eficientemente retiradas del lugar, y la instalación quedó completamente destruida.
Con ello, lo que evidentemente fue la mayor inversión económica y estratégica iraní en Siria, relacionada con Hezbolá y la guerra con Israel, se ha perdido estrepitosamente.
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