En artículo anterior pasé revista a los primeros pasos de Israel que condujeron a la posesión del arma nuclear conforme a datos que el ineludible Google ofrece.
Según esta fuente, nuestro país contaría con sesenta o algo más artefactos de esta índole, y en Najal Soreq se localizaría el principal núcleo de científicos y técnicos que orienta este proyecto.
Un logro extraordinario de nuestro país más allá de sus estrechas dimensiones y siempre abrumado por encuentros bélicos y crisis
financieras.
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La posesión de este recurso se explica, según confiables fuentes y, en particular, el ineludible libro de Avner Cohen, a las incansables gestiones de Shimón Peres y de Golda Meir.
Líderes de importantes países habrían aceptado en conveniente silencio este hecho. Y hasta aquí ningún choque militar de Israel con países vecinos ha conocido el arma nuclear.
Circunstancia que puede cambiar si algún país geográficamente cercano y hostil amenazara tanto su existencia como el frágil equilibrio en el Medio Oriente.
Irán revela acentuada importancia en este contexto. Según fuentes confiables, Teherán apresura en estos días, con la resuelta ayuda de Rusia y de Corea del Norte, los pasos hacia el arma nuclear.
Los principales factores capaces de oponer escollos en términos diplomáticos, comerciales y financieros a esta tendencia son Moscú y
Washington. Los cambios que se han verificado en el liderazgo de estos países no han cambiado hasta aquí una neutral actitud.
El resultado: los recientes hechos y tensiones en el Medio Oriente y, en particular, en Jerusalén y Teherán indican que la tendencia a un empate nuclear es de momento irrefrenable.
Cabe señalar que las actitudes y relaciones entre países dueños del potencial nuclear como Estados Unidos, Rusia, China, India y otros muestran que el equilibrio nuclear entre estos países se sostiene merced a gobiernos capaces de preservar con sensatez los límites convencionales de sus intervenciones en marcos regionales e internacionales.
Y hasta estos días es también el caso de Israel.
Sin embargo, este escenario sustancialmente podría mudar si y cuando un Irán presidido por la belicosa y metafísica Shía concrete sus aspiraciones en materia nuclear.
Teherán contará entonces con un instrumento susceptible de ampliar sus afanes ideológicos y militares en el Medio Oriente, y, en particular, aquellos encaminados contra Israel.
Posibilidad que inquieta a nuestro país que hasta aquí ha acertado en manejar con prudencia sus recursos militares merced al dominio y
continuidad de un liderazgo equilibrado y laico.
Incluso en momentos de grave penuria militar en el duelo con países vecinos, la guerra de Yom Kipur es un ejemplo, nuestro país se ha
abstenido de recurrir al arma nuclear.
Sin embargo, las tendencias ideológicas que hoy tienen considerable peso en la presente coalición gubernamental conducen a pensar que la impecable y secular racionalidad que hasta aquí normó a los gobiernos de nuestro país es hoy cuestionable.
El ascendente teo-nacionalismo que hoy modela a la coalición gubernamental ya gravita más allá de las convenidas fronteras del país. Por ejemplo, en regiones como Gaza, Judea y Samaria se conoce esta actitud.
Irán por su lado no esconde las aspiraciones de instituir un nuevo orden en el Medio Oriente basado en la versión shiita del Islam. Y juzga que la posesión del arma nuclear facilitará su alcance.
Graves escenarios que tendrán efectos de desigual sustancia. Por ejemplo, en el caso de Israel las inclinaciones teo-nacionalistas pueden
tomar impulso en territorios palestinos como Gaza, Judea y Samaria. Tendencia que Irán poderosamente se inclina a resistirlas. En la afiebrada pasión de estos impulsos el uso del arma atómica puede encenderse con argumentos religiosos y metafísicos.
Un escenario que no es en estos días una lejana o absurda abstracción para el ciudadano israelí.
Sectores de altos y medios ingresos ofrecen hoy una discreta prueba de esta temible posibilidad cuando en los últimos años procuran contar con un segundo hogar en las islas del Mediterráneo sin excluir importantes países.
Perspectivas que deben interesar y preocupar no solo a quienes como ciudadanos somos cercanos testigos de estas tendencias.
Y como nota fina: conjeturo que el escenario nuclear también afectará a las diásporas redefiniendo el lugar y el peso de los judíos en estos marcos.
Tema al que me acercaré en algún futuro texto.
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