Los migrantes celebramos las fiestas de donde venimos, no importa dónde estemos. Mexicanos, colombianos, venezolanos, brasileños, todos recordamos o festejamos las fiestas patrias de nuestros países de origen.
La noche del 15 de septiembre, los mexicanos en el mundo celebran, recuerdan el día de la independencia. Tradicionalmente, la fiesta empieza el 15 de septiembre, cuando —alrededor de las 23:00 horas— el presidente de la República expresa el Grito de Independencia desde Palacio Nacional en la Ciudad de México… aunque esto ocurrió en la mañana del 16 de septiembre de 1810, cuando un grupo de conspiradores encabezado por Ignacio Allende, un comandante de milicias, fue descubierto y decidió lanzarse a la revolución.
La proclama a la independencia original fue en la población de Dolores, hoy Dolores Hidalgo Gto., con esta acción dio inicio el movimiento de Independencia.
Según el historiador Alejandro Rosas, lo que dijo el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla fue: “¡Viva la religión! ¡Viva Fernando VII! ¡Muera el mal gobierno!” gritos que resultaban lógicos porque que iban en contra de los franceses que por entonces gobernaban España luego de invadirla.
En este local muy cerca del tradicional shuk de Jerusalem se cuenta esta historia, se recuerda el momento con música y comida mexicana con quesos, ya que el negocio es kosher lácteo. Hay quesadillas, chilaquiles, churros, tacos dorados, sopes, guacamole, salsas con los colores de la bandera mexicana.
Dice el cineasta Alejandro González Iñarritu “Yo siempre he creído que no hay nadie más mexicano que el mexicano que deja el país, porque cuando dejas tu país se te acumulan las ausencias y de alguna forma la presencia de tu país se hace mucho más poderosa”
Mucha gente migra para mejorar su calidad de vida, subir su estatus económico. Hacerse de un nombre o simplemente sobrevivir. En el caso de los judíos mexicanos, se deja un estatus generalmente superior a la vista de los demás.
Abandonamos un buen trabajo, negocio, un departamento grande, un auto del año, para venir a un país que exige el máximo esfuerzo, porque es un país siempre en emergencia, donde hay que dar tiempo, dinero, esfuerzo, incluso si se necesita la vida.
No es un país para demandar, es una tierra para venir a dar lo mejor de uno mismo, porque de ello depende la sobrevivencia. Y con el tiempo, México sigue en la memoria, pero con el tiempo se vuelve más ajeno, como ese amor que nos deja ir a vivir una historia distinta con alguien más, como lo relata magistralmente José Alfredo Jiménez.
“Si encuentras un amor que te comprenda
Y sientas que te quiere más que a nadie
Entonces yo daré la media vuelta
Y me iré con el sol cuando muera la tarde”.
De vez en cuando, miramos hacia el Mediterráneo, cuando muere la tarde, viendo al sol que se marcha hacia ese viejo amor, que todavía arde.
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