La táctica de colocar material explosivo en un dispositivo de comunicación para asestar un golpe al terrorismo funcionó a Israel este 2024 contra Hezbolá y también en 1996 contra una figura casi mítica dentro de Hamás: Yahya Ayyash, El Ingeniero. Esta es la historia de cómo lo hizo.
Ayyash, un palestino nacido en 1966 en Rafat, en el norte de Judea y Samaria, fue el responsable de “importar” a Israel los ataques suicidas en 1993, relata el periodista israelí Ronen Bergman en su libro Rise And Kill First.
Interesado desde niño en los radios y las televisiones, Ayyash decidió estudiar ingeniería en la Universidad de Birzeit en Judea y Samaria.
A pesar de tener aspiraciones por estudiar una maestría en Jordania, Ayyash terminó por enrolarse con Hamás, donde sus dotes para la ingeniería lo volvieron el principal fabricante de bombas del grupo terrorista.
De esta forma fue como se ganó el apodo de El Ingeniero.
Tan solo entre 1994 y 1995, Ayyash fue responsable de 9 ataques suicidas que mataron a 56 personas e hirieron a 387.
El proceso de Oslo corría ya su camino y tanto Judea y Samaria como Gaza se encontraban bajo control de la Autoridad Palestina, donde Ayyash se movía entre las sombras y orquestaba los mortales atentados.
El gobierno de Israel, dirigido entonces por Yitzhak Rabin, lidiada con la Autoridad Palestina de Yasser Arafat para que detuviera a Ayyash, aunque en vano.
Los esfuerzos israelíes se veían aún más enlodados ante un Arafat que creía que los ataques suicidas eran obra del propio Israel para torpedear el proceso de paz.
Ante el problema que Ayyash estaba causando, se encomendó al Shin Bet ir a la caza sobre él y este designó al veterano agente Yisrael Hasson como el responsable de la tarea.
La misión fue denominada Operación Cristal, el nombre en código que el Shin Bet utilizó para hablar de Ayyash.
Hasson ordenó múltiples interrogatorios, instruyó detenciones y recabó conversaciones de prisioneros en secreto a fin de dar con un indicio de El Ingeniero.
No obstante, Ayyash a fin de evitar ser rastreado cambiaba de teléfonos, líneas fijas y sus lugares para dormir.
En la primavera de 1995, el Shin Bet supo que se encontraba en Qalqilya en el norte de Judea y Samaria y luego siguieron su rastro hasta Hebron, pero sin conseguir dar con él.
En mayo, se confirmó que, gracias a las brechas de seguridad en la frontera, Ayyash logró llegar a Gaza desde Judea y Samaria, y el Shin Bet volcó sus maniobras en la Franja.
Y así fue que en agosto el Shin Bet descubrió que de vez en vez Ayash hacía llamadas telefónicas a Irán, Líbano, a otros terroristas de Hamás o a su padre en Judea y Samaria.
Las llamadas las realizaba en la casa de un amigo de infancia, Osama Hamad, quien vivía en Beit Lahia, en el norte de Gaza.
Después de pensarlo mucho y a fin de buscar evitar el menor daño posible a cualquiera de la familia Hamad, incluidos niños, el Shin Bet dio con una solución.
Contactaron al tio de Osama, un acaudalado contratista llamado Kamal, quien era un colaborador de Israel y le pidieron que regalara a su sobrino un celular.
El celular: un Motorola Alpha que a Kamal se le dijo que contenía un pequeño transmisor a fin de escuchar las llamadas.
La realidad: no se trataba de un transmisor, sino de 50 gramos de material explosivo con un detonador a distancia que se activaba con un mensaje en código enviado.
El mismo método que Israel usaría 28 años después contra Hezbolá.
A cambio de este acuerdo, a Kamal se le concedió una recompensa de poder emigrar con su familia hacia Estados Unidos.
El 28 de octubre Ayyash recibió el celular por parte de Osama e hizo su habitual llamada telefónica.
Era el momento y el Shin Bet, mediante una compleja operación que implicaba el vuelo de un avión de la Fuerza Aérea que servía de transmisor y un colaborador que identificó la voz de Ayyash, ejecutó el plan.
Pero este falló y el código no logró activar el detonador, por lo que Ayyash sobrevivió al delicado plan.
Sin embargo, el teléfono no levantó ninguna sospecha y el Shin Bet pudo pedir a Kamal que recogiera de Osama el teléfono.
Así se hizo, los agentes repararon el desperfecto y el teléfono fue regresado a Osama para volver a intentarlo.
El fracaso en la eliminación de Ayyash llegó apenas unos días antes de que Rabin fuera asesinado a tiros por Yigal Amir, lo que sacudió Israel hasta sus cimientos.
Pese al terremoto que generó el magnicidio, el sucesor de Rabin, Shimon Peres, decidió seguir adelante con el plan de acabar con Ayyash.
Fue hasta el 5 de enero de 1996 cuando Ayyash regresó de nuevo a la casa de Osama y a eso de las 9 pm, solo en un cuarto, habló a su padre.
Ayyash dijo a su padre cuánto lo quería y cómo lo extrañaba, palabras suficientes para que el colaborador en Israel reconociera su voz y el código fuera enviado.
Así se hizo y la carga explosiva detonó con éxito, matándolo al instante.
“De repente la línea quedó en silencio. Pensé que no había recepción y traté de marcar de nuevo, pero nada. Esa noche me dijeron que lo habían matado”, contó luego su padre Abd Al Latif Ayyash.
El Ingeniero fue enterrado en Gaza al siguiente día y a su funeral fueron miles.
Pese a este golpe de Israel contra Hamás, el grupo terrorista decidió vengar su muerte y en los meses siguientes decenas de israelíes inocentes murieron en una ola de atroces ataques suicidas.
Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío
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