Irving Gatell/ Israel dicta cátedra en combate al terrorismo

El reciente episodio de los beepers y los walkie-talkies explosivos, que le ha dado un durísimo golpe al grupo terrorista Hezbolá, es una formidable lección de cómo se debe enfrentar a estos grupos extremistas y criminales. Israel, una vez más, dicta cátedra.

No fue nada más la explosión de los beepers, o la subsecuente explosión de los walkie-talkies. Fue mucho más que eso. Un golpe israelí a Hezbolá en múltiples líneas, y que sienta las bases de lo que debe ser la moderna lucha contra el terrorismo.

Empecemos repasando las pérdidas de Hezbolá.

De entrada, alrededor de cinco mil combatientes que murieron o sufrieron lesiones que les van a dejar secuelas largas, o acaso permanentes.

Esto, en lo inmediato, se agrava porque ahora la propia gente de Hezbolá no confía en nada ni en nadie. No saben por dónde puede llegar el siguiente ataque israelí, y el primer efecto es que han tenido que interrumpir o entorpecer sus mecanismos de comunicación (algo crucial para un grupo que se encuentra en estado de guerra). Al tener que deshacerse de todos sus beepers, Hezbolá ha perdido la capacidad de movilizar a sus tropas a la brevedad.

Peor aún: la confianza entre Hezbolá e Irán está rota. Todo este problema se deriva de una infiltración israelí en territorio iraní, y ahora Hezbolá no sabe qué tanto puede confiar en lo que recibe de Irán. En cualquier caja puede venir otro explosivo. Es otro nivel de comunicación que se entorpece. De otra manera, pero el resultado final es el mismo.

Las finanzas de Hezbolá también quedarán severamente dañadas: si el grupo terrorista quiere mantener la lealtad incondicional de su gente, tendrá que absorber los costos de los tratamientos médicos (algo que ya hacía, pero no en esta cantidad). Tomando en cuenta que muchas son lesiones permanentes, el gasto en servicios médicos se va a exponencializar durante varias décadas.

Ni qué decir de que los servicios hospitalarios libaneses colapsados no le sirven a Hezbolá en caso de guerra. Todos los heridos que lleguen del frente se quedarán esperando a que haya espacio en un hospital, o médicos disponibles, para ser atendidos. Probablemente no lo logren y mueran en el proceso.

Hemos visto cómo Israel le dio un golpe multidimensional al terrorismo iraní.

¿Cómo logró hacerlo? Ahí está la clave de todo, y ahí es donde Israel le ha dado una lección formidable al mundo respecto a cómo se hacen estas cosas.

El secreto estuvo en que los servicios de inteligencia de Israel se aplicaron en descifrar todo el procedimiento mediante el cual Hezbolá se surtía de todo tipo de insumos, y no se dedicaron a entorpecerlo. Optaron por infiltrarlo. En vez de cortar el flujo de compras de Hezbolá, lo contaminaron.

Todavía no sabemos qué fue exactamente lo que sucedió. Una versión es que Hezbolá adquirió un lote de beepers fabricados en Taiwán, y que en el camino —concretamente, en territorio iraní— la gente del Mossad pudo interferirlos, introducir el material explosivo, y luego simplemente dejar que siguieran su camino hacia Líbano. Otra versión dice que la interferencia se dio desde la fabricación. En este caso, una empresa fachada, fundada por Israel, habría conseguido la licencia de la marca taiwanesa, habría vendido los equipos a Hezbolá, y les habría colocado el explosivo desde el momento de la fabricación.

Como sea, lo evidente es que se trató de una infiltración brillante, genial, cuyo resultado final es que la organización terrorista atacada ha sido sumida en un caos prácticamente total.

Y es que Israel logró romper algo que es fundamental para todo grupo terrorista: la confianza.

Ahora Hezbolá tiene que moverse en un territorio que le es completamente desconocido, e Israel puede tomar las iniciativas para redefinir el rumbo de la guerra.

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