Israel ha dejado a Hezbolá en una posición de desventaja con eliminación de altos dirigentes y, aparentemente, con ataques a dispositivos de comunicación. ¿Por qué, entonces, se equivocó tanto respecto al 7 de octubre?
Las Fuerzas de Defensa de Israel y el Mossad, junto con otras agencias, han demostrado que son capaces de localizar sistemáticamente a los principales dirigentes de Hezbolá e identificar dónde almacenan sus principales arsenales de armas y cuándo se planifican ataques.
En cuanto a los ataques de los que Israel se ha responsabilizado, no son sólo los recientes ataques contra comandantes de la fuerza de élite Radwan, lanzacohetes cargados y otros altos dirigentes de Hezbolá los que demuestran la calidad de la inteligencia israelí con respecto al grupo terrorista chií.
Estos son los resultados que los israelíes —y el mundo— esperan de sus tan alabados servicios de inteligencia.
Sin embargo, referente a Hamás, Israel tardó casi un año en encontrar y eliminar a la mayoría de los altos dirigentes de Hamás, y aún no ha matado a su jefe, Yahya Sinwar. Aunque Israel conocía la vasta red de túneles subterráneos de Hamás, se sorprendió por la magnitud de los mismos, a medida que las tropas iban descubriendo lentamente la serie de pozos durante la guerra. Israel sigue luchando por localizar a los rehenes que quedan en Gaza, y sólo ha logrado rescatar con vida a ocho de ellos.
Lazar Berman, corresponsal militar del Times of Israel, tiene una hipótesis. Según él, La disparidad tiene un origen claro: los responsables políticos israelíes, tanto en el gobierno como en el ejército, dieron gran prioridad a la amenaza de Hezbolá en los años previos a la guerra. Y no fue en vano: su evaluación de que el grupo terrorista libanés representaba un peligro mucho mayor que Hamás en Gaza era en gran parte correcta.
Pero Israel fue demasiado lejos con esa idea. Como Hamás era el enemigo más débil e Israel no tenía ningún deseo de recuperar el control sobre dos millones de habitantes de Gaza, centró casi toda su atención en las amenazas que, según creía, sus fuerzas tendrían que afrontar realmente.
Israel creía que Hamás ya había revelado la mayoría de sus amenazas potenciales y que éstas estaban en gran medida bajo control. Después de que en 2014 le sorprendieran los túneles ofensivos de Hamás, Israel localizó y destruyó los que conducían a su territorio y construyó una enorme barrera subterránea para impedir más incursiones subterráneas. Vigilaba de cerca los cohetes de Hamás, que el grupo terrorista venía disparando desde 2001, y destruía sus reservas durante los estallidos de fuego.
Pero el tipo de inteligencia que se necesitaría para derrotar a Hamás sobre el terreno en Gaza era inexistente: los líderes israelíes simplemente no imaginaron la necesidad de prepararse para semejante escenario.
Desde 2015, las FDI no contaban con un plan operativo aprobado para conquistar Gaza , lo que tenía claras implicaciones para las prioridades de inteligencia. Después de todo, un túnel que condujera de una parte de Khan Yunis a otra tenía poca relevancia para Israel si no se esperaba que sus tropas operaran allí.
Ahora, en el transcurso de 11 meses de guerra, la información de inteligencia israelí sobre Gaza ha mejorado notablemente. A medida que las tropas se apoderan de documentos y discos duros y los agentes del Shin Bet interrogan a los terroristas, ha surgido un panorama más claro.
La mejora de la información ha tenido un efecto notable en las operaciones de las FDI.
Si bien la operación masiva en la ciudad de Gaza al comienzo de la guerra implicó a tres divisiones que actuaron de manera muy agresiva, las conquistas posteriores de Khan Younis y Rafah fueron mucho más específicas, exigieron menos tropas y, en consecuencia, fueron menos destructivas.
Por ahora, Israel parece haber aprendido la lección, pero el fracaso de los servicios de inteligencia ha dado lugar a un conflicto mucho más prolongado que no parece encaminarse a una resolución en el corto plazo.
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