Si Israel quiere derrotar a Hezbolá, no sólo debe derrotarlo en el campo de batalla; también debe agotar sus recursos para que el grupo terrorista ya no pueda financiar salarios o subsidiar bienes para sus miembros.
El campo de batalla ha evolucionado y las armas son las regulaciones financieras, la cooperación internacional y la tecnología de punta.
Hezbolá se está recuperando de la muerte de su líder Hassan Nasrallah y de sus principales comandantes. En las últimas dos semanas, Israel ha eliminado o retirado sistemáticamente del campo de batalla a miles de combatientes y comandantes de Hezbolá.
Sin embargo, si Israel quiere derrotar a Hezbolá, no sólo debe derrotarlo en el campo de batalla; también debe agotar sus recursos para que el grupo terrorista ya no pueda blanquear dinero, financiar salarios o subsidiar bienes para sus miembros.
Esto requerirá una guerra económica más allá de las sanciones que los países occidentales ahora imponen al grupo. Las redes financieras de Hezbolá, que abarcan continentes e infiltran negocios legítimos, exigen la búsqueda de una guerra económica en múltiples frentes contra el grupo.
El tráfico de Captagón, la gallina de los huevos de oro de Hezbolá, inunda Oriente Medio con drogas sintéticas y llena las arcas del grupo. Israel debe encabezar un esfuerzo coordinado con las fuerzas del orden de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Jordania para cortar las líneas de suministro del grupo.
Las lecciones de la Operación Cassandra, que expuso la red de tráfico de drogas de Hezbolá, proporcionan una hoja de ruta para apuntar a los actores clave y desbaratar este lucrativo comercio.
En el ámbito digital, Hezbolá ha adoptado las criptomonedas, explotando su anonimato para blanquear dinero y recaudar fondos. Israel debe implementar herramientas de análisis de cadenas de bloques y asociarse con las principales bolsas para marcar y congelar las transacciones sospechosas.
Los algoritmos impulsados por inteligencia artificial pueden desenmascarar patrones en los movimientos de criptomonedas, revelando las huellas digitales de Hezbolá.
Las sanciones internacionales deben apretar el cerco. Más allá de los operativos conocidos, Israel debería extender las sanciones a los miembros de la familia y los socios comerciales, cortando la capacidad de Hezbolá de operar a través de intermediarios.
Los bancos del Líbano, África occidental y Sudamérica necesitan mayor escrutinio, y se debe ejercer presión a través de organismos como el Grupo de Acción Financiera Internacional para que incluyan en la lista negra a los países que no cumplan con las normas.
Es necesario desentrañar el laberinto de empresas fachada y sociedades fantasma de Hezbolá. Una estrategia del Departamento de Defensa que aún no se ha implementado ofrece una oportunidad para desmantelar las empresas vinculadas a Hezbolá en la zona de la triple frontera de Argentina, Brasil y Paraguay.
Las investigaciones deben ampliarse al comercio de automóviles usados y la industria de diamantes de África occidental, paraísos de las finanzas ilícitas de Hezbolá. Una base de datos compartida entre las naciones aliadas puede rastrear a estas entidades y arrojar luz sobre sus transacciones oscuras.
Las redes hawala*, sistemas informales de transferencia de dinero que favorece Hezbolá, requieren contramedidas modernas. Las unidades de inteligencia financiera deben infiltrarse en estas redes, colaborando con las autoridades locales de los estados del Golfo y el sudeste asiático para desmantelar las operaciones hawala vinculadas a Hezbolá.
Después del atentado con bombas a la embajada de Al Qaeda en África Oriental en 1998 y los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el Departamento del Tesoro trabajó con las redes hawala en el Cuerno de África para garantizar una mayor transparencia.
Las redes favorecidas por Hezbolá deben enfrentar el mismo escrutinio.
El sector bancario del Líbano sigue siendo un eslabón débil en la cadena financiera, pero Israel carece de influencia directa sobre estas instituciones. Sin embargo, los aliados occidentales pueden tomar medidas decisivas.
Estas potencias deberían imponer sanciones secundarias a las instituciones libanesas que facilitan las transacciones de Hezbolá, forzando efectivamente el cumplimiento por temor a perder el acceso al sistema financiero global.
Al mismo tiempo, los países occidentales deben aprovechar sus vínculos económicos y canales diplomáticos para presionar al banco central del Líbano a implementar medidas más estrictas contra el lavado de dinero.
Incluso en la era de las finanzas digitales, el efectivo físico sigue siendo el rey para las organizaciones terroristas. Una mayor cooperación con las aduanas y los organismos fronterizos mundiales, junto con tecnologías de escaneo de vanguardia en los puertos y cruces fronterizos, pueden interceptar las operaciones de contrabando de efectivo a gran escala de Hezbolá.
El campo de batalla ha evolucionado. Las armas son las regulaciones financieras, la cooperación internacional y la tecnología de vanguardia. Si Hezbolá se ve privado de alimentos, puede socavar las capacidades militares del grupo y su influencia global sin disparar un solo tiro.
Artículo publicado en World Israel News
*El hawala es uno de los sistemas de transferencia informal de fondos generalmente utilizados en muchas regiones del ámbito local e internacional. Hawala significa “transferencia” o “cable” en la jerga bancaria árabe. Wikipedia
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