Los recientes logros de Israel contra Hezbolá ofrecen una oportunidad única para las alianzas estratégicas y la estabilidad regional, pero se necesita una acción política rápida para capitalizar este éxito.
Es el momento de aprovechar el profundo daño que Israel ha causado a Hezbolá para alcanzar un amplio acuerdo político estratégico en Oriente Medio.
Los recientes logros de las Fuerzas de Defensa de Israel y el sistema de seguridad en la zona norte merecen grandes elogios. La cuidadosa planificación y la inversión de recursos a lo largo de los años, incluso bajo los gobiernos de Netanyahu, han producido una realidad de seguridad estratégica con un efecto comparable al peso de la Guerra de los Seis Días.
Israel, aunque dañado y políticamente dividido, ha logrado, como en una película de Hollywood, algo de magia de “final feliz”.
Sin embargo, no debemos volvernos complacientes y, en su lugar, considerar los recientes logros contra Hezbolá como una prueba para nuestros estadistas y líderes. Es el momento de superar los obstáculos políticos y personales y aprovechar nuestro éxito para continuar la actividad operativa y política.
Israel debe dejar de lado las consideraciones políticas y personales internas, formulando una estrategia para poner fin a la guerra y al mismo tiempo preservar sus logros contra el “eje del mal” de la República Islámica de Irán. Debe crearse una nueva realidad de seguridad que cambie el equilibrio de poder en Oriente Medio para el futuro.
Alianza entre Israel y los sunitas
Esto se puede lograr a través de una alianza “israelí-sunita” liderada por Arabia Saudita, que actualmente se encuentra en el umbral de la realización, algo sin precedentes.
La nueva estrategia debe llevarse a cabo por etapas. A corto plazo, los objetivos de la guerra deben hacerse realidad: el retorno de los secuestrados, la destrucción de la capacidad militar de Hamás y el regreso seguro de los residentes del norte a sus hogares.
A mediano plazo, debe establecerse una alianza estratégica regional basada en intereses comunes con el mundo sunita bajo el liderazgo de Arabia Saudita. Esto reducirá la influencia iraní en la región. También deben establecerse gobiernos sunitas moderados en los ámbitos palestino, libanés y sirio.
A largo plazo, debe haber un acuerdo internacional con Irán, reduciendo su alcance en países satélites como Yemen e Irak a cambio de un alivio económico significativo para el pueblo iraní. La reciente elección de un presidente moderado en Irán ofrece esperanzas de un replanteamiento de los intereses iraníes en la región.
En cuanto a la guerra en el norte, los éxitos de Israel (al menos hasta que se alcance un acuerdo político adecuado) deben ir seguidos de la toma de territorios a lo largo de la frontera para impedir que las Fuerzas Radwan de Hezbolá se establezcan allí. Al mismo tiempo, es necesario cumplir los objetivos restantes de destrucción de la fuerza militar estratégica que permanece en el Líbano.
Con la ayuda de los Estados Unidos, debemos actuar para aprovechar el poder saudí e internacional para restaurar el Líbano, creando condiciones para las elecciones y el establecimiento de un gobierno libanés que asuma una renovada responsabilidad por su país. El Líbano debe renunciar a las fuerzas extranjeras que han interferido en sus intereses durante décadas, según The Jerusalem Post.
Fin de la guerra en Gaza
En Gaza, debemos esforzarnos por poner fin a la guerra y traer de vuelta a los rehenes. Hay que despojar a Hamás de la responsabilidad por los alimentos y la ayuda que entran en la zona. Para ello, se debe estacionar una fuerza multinacional en los cruces. Además, la reconstrucción de Gaza debe estar condicionada a su desmilitarización y a la celebración de elecciones que conduzcan a un gobierno palestino alternativo allí.
Israel debe trabajar por una separación planificada y regulada de los palestinos. El establecimiento de un Estado palestino independiente libre de incitación, que reconozca el derecho del Estado judío a existir, debe estar supeditado a la desmovilización de Gaza y de Judea y Samaria.
Aunque este plan puede parecer utópico a la luz de los acontecimientos del 7 de octubre, muchas de sus partes pueden llevarse a cabo sobre la base de un amplio acuerdo dentro del sistema israelí. Al eliminar a los extremistas del proceso de toma de decisiones y establecer un gobierno de unidad nacional, se pueden preservar los valores democráticos e igualitarios de Israel. Además, una cooperación transparente y creíble con los EE. UU. con transparencia y credibilidad podría brindar nuevas esperanzas al Estado de Israel.
El autor, coronel de reserva de las Fuerzas de Defensa de Israel, se desempeñó como asesor de inteligencia de dos primeros ministros israelíes (2006-2010). Más tarde, fue agregado militar israelí ante la OTAN y la UE.
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