Hace muchos años, el Shihan Tsunanori Sakakura, de bendita memoria, profesor de Kempo, me dijo con su marcado acento japonés: Usted debe estar tranquilo; miedo y coraje, estorban, el hombre verdadero tiene mente tranquila y confía. ¡Confíe!
Tenemos esta semana la lectura de Nitzavim. La sección de Nitzavím (firmes) contiene algunos de los principios más fundamentales de la fe judía: LA CONFIANZA. Moshé advierte sobre el exilio y la desolación de la tierra que ocurrirá, si el pueblo abandona las leyes Divinas.
Ante situaciones inesperadas, complicadas, dolorosas, muchas veces tendemos a gritar, recurrir a la agresividad a la desesperación o de plano congelarnos. Lo cual es un peligro sobre todo si se tienen que tomar decisiones o acciones inmediatas, para salir del problema de la mejor manera.
El Rebe de Kotzk, en el siglo XIX, dice que hay algunas lágrimas que no logran llegar hasta la bondad del Cielo.
Las puertas del Cielo saben la diferencia entre las lágrimas de angustia y desesperanza.
La desesperanza no se considera una plegaria al Creador.
A cambio, si una persona está en un estado de impotencia y desesperación, si se siente acorralada en un rincón y el Creador es su única esperanza de salvación y eleva sus lágrimas cargadas de esperanzas al cielo, entonces no hay barreras que puedan detener esta clase de plegarias.
En el libro de Shemot, se detalla cuando La Divinidad se manifiesta ante el pueblo de Israel. Moisés sacó al pueblo desde el campamento hacia Dios, y se detuvieron al pie del monte.
יז וַיּוֹצֵ֨א משֶׁ֧ה אֶת־הָעָ֛ם לִקְרַ֥את הָֽאֱלֹהִ֖ים מִן־הַמַּ ֽחֲנֶ֑ה וַיִּתְיַצְּב֖וּ בְּתַחְתִּ֥ית הָהָֽר:
Y todo el Monte Sinaí humeaba, porque El Creador había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera.
¿Cómo es eso que había descendido? ¿No acaso se supone que está en todas partes?
Y además está ahí, el Creador, entre el fugo, el humo, el ruido, la bronca.
Y es que quizá el texto se refiere a eso, ahí donde se manifiesta el problema, la contrariedad, el miedo, el dolor, ahí se debe tener la certeza de la presencia del Creador.
Es precisamente ahí donde más confianza debemos tener. No cuando todo está bien, sino cuando todo parece estar mal.
«Los que siembran con lágrimas, cosecharán con gritos de alegría» (Salmos 126).
Nitzavin es el nombre de la lectura esta semana. Firmes, de pie, erguidos, aún con el corazón partido.
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