Es el 7 de octubre de nuevo y lo más lamentable es que sigue doliendo, pues parece que fue ayer cuando el amanecer del estado de Israel fue golpeado por el terrorismo, por frenéticos militantes sedientos de sangre.
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Pocos minutos después del ataque el mundo entero comenzó a ser testigo, y la noticia se expandió como la pólvora: miles de terroristas de Hamás habían logrado penetrar la frontera de la Franja de Gaza y cometían todo tipo de atrocidades sobre territorio israelí.
Los videos en las redes sociales no dejaban de compartirse, eran misiles en el aire, gente muerta sobre las carreteras, niñas y mujeres violadas, padres de familia tratando de proteger a sus hijos y gente siendo secuestrada. Era impotencia y el más absoluto desconcierto, simplemente no había forma de entender la magnitud de aquel infierno.
Cuando las horas transcurrieron el conteo de las víctimas continuaba y cientos de personas se preguntaban si sus seres queridos estaban con vida, muertas o secuestradas.
En muchos casos, la desesperante incertidumbre tuvo que esperar varios días, pues había tantos cuerpos irreconocibles y otros tantos reducidos a cenizas que sólo los estudios de ADN pudieron revelar la identidad de las víctimas. Aquel fue un largo proceso en el que a algunos les tocó llorar a sus muertos, mientras otros recobraron la esperanza por volver a ver con vida a sus seres queridos desaparecidos.
Pero más allá de cada caso particular el país entero se sumergió en un luto total, y así, embriagados por la locura vivida muchas familias comenzaron a despedir a sus jóvenes que eran llamados por el estado de Israel.
No quedó otra opción más que permitir que ese ser profundamente amado se ponga el uniforme para ir a la guerra, ¿qué palabras se pueden pronunciar en un momento así? Ningún “te amo”es suficiente, ningún abrazo alcanza para calmar la angustia de esa asfixia que mata.
Sin otra opción, los soldados israelíes fueron en la búsqueda de sus hermanos, más de 200 ciudadanos secuestrados, y se vieron obligados a adentrarse en la franja de Gaza para luchar contra un enemigo camuflajeado entre la gente civil, un enemigo escondido bajo tierra entre miles de kilómetros de túneles subterráneos que parecen no tener fin.
De este modo, han transcurrido 12 meses de guerra, 12 meses en los que ya hemos visto a secuestrados puestos en libertad, videos de terroristas de Hamás que continúan torturando y también rehenes que fueron heroicamente rescatados.
Ya hemos visto los ataques de la organización terrorista Hezbolá y la tristeza de todos los desplazados que no pueden regresar a sus hogares por los misiles constantes. Ya vimos un ataque de Irán, pero también vimos al domo de hierro actuar, defendiendo al territorio israelí como una madre cuando protege a sus hijos bajo el más auténtico instinto maternal.
Y sí, no somos ciegos para ver la tragedia y la devastación que hay en la Franja de Gaza, pero con esa misma mirada, confirmamos que ese pedazo de tierra no puede estar gobernada por una organización terrorista que sólo causa en su pueblo guerra y tragedia.
Así como los israelíes, los palestinos también merecen vivir en paz, y cuando se habla de paz no cabe una organización con el terrorismo de Hamás.
Por otro lado, es de esperarse que las condenas internacionales contra Israel seguramente continuarán, lo lamentable es que olvidan que el estado judío siempre ha buscado la paz y para constatarlo, basta con leer la carta de independencia que pronunció el mismísimo Primer Ministro de Israel David Ben Gurion, una carta en la que ofreció paz a todos los países árabes vecinos, o también se puede comprobar con ver a Jordania y a Egipto, países árabes fronterizos con los que se lleva gozando décadas de una pacífica tranquilidad, pero de cualquier forma las condenas al estado judío continuarán.
Mientras tanto, Israel seguirá luchando para regresar con vida a sus 100 hijos que todavía están cautivos.
Israel seguirá luchando con la esperanza de algún día lograr, lograr gobiernos vecinos con los que se pueda vivir en paz.
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