7 de octubre / Rabino Marcelo Rittner: Tan importante como sobrevivir es no perder nuestra humanidad

En un año marcado por el trauma, la guerra y la hostilidad, nos reunimos en nuestro santuario, en busca de un lenguaje de reconciliación con nosotros mismos, con nuestros seres queridos, con Dios.

Rezamos por el pronto retorno de los secuestrados a sus hogares, para que todos los soldados regresen sanos y salvos. Que todas las familias puedan vivir estos días en paz, amor y alegría y esperanza.

En esta época de confesiones, comienzo con una propia: me estremezco al escribir mi mensaje. Me estremezco de ansiedad al ofrecer palabras, palabras de otros e incluso propias. Palabras de plegarias, palabras de enseñanza, palabras de análisis y explicación. Las ofrezco con genuina humildad y esperanza, en un momento en el que parece que no tenemos suficiente de ninguna de las dos cosas.

El terrorismo del pasado 7 de octubre, el cautiverio continuo de rehenes israelíes, la erupción del antisemitismo que precedió a cualquier respuesta militar israelí, la normalización de la demonización de Israel y los judíos hacen que sea aún más imperativo que seamos más que nunca am ejad im lev ejad, un solo pueblo con un solo corazón. Hace que sea trascendental que transformemos estos días para acercarnos, para consolarnos mutuamente, para hacer introspección y para reafirmar nuestros valores e ideales esenciales.

Les confieso que me estremece que aquí, en nuestra sinagoga haya entre nosotros padres, abuelos, hermanos de jaialim que están rezando por que regresen con vida.

Es un orgullo para ustedes y para nosotros. Estamos juntos. Hay familias de Bet El que hicieron Aliá, y desde aquí, les deseamos que haya besorot tovot, buenas noticias pronto.

Sin embargo, me estremece que ustedes pasen por el shul pero no estén en el shul. Porque cada uno cuenta.

Cada uno tiene sus propios temores y problemas que los demás no conocen. Seamos amables. Juntos, como comunidad debemos reafirmar nuestra fe, nuestro amor a la vida, a los ideales de nuestro pueblo. Debemos renovar nuestra unidad.

Los últimos días han sido especialmente muy difíciles en Israel.

Tomemos consciencia que no nos mueve apenas el instinto de supervivencia. Son los valores que llevan a honrar la vida. Es el derecho de existir. Porque los judíos amamos la vida y no idolatramos la muerte.

Estoy compartiendo palabras porque son fundamentalmente humanas y divinas.

Y al mismo tiempo, es un acto de lo que la poeta Anne Sexton llama “remar hacia Dios”. O sea, remar hacia lo que entendemos como la fuente de la vida y no la muerte. base del significado que nutre la esperanza y la humildad que todos necesitamos.

A lo largo de los casi cuarenta años desde mi llegada a México, muchas veces algunos de ustedes me han preguntado, “Marcelo, ¿cómo eliges el tema del mensaje en Iamim Noraim?”.

Hoy se los diré.

Lo aprendí de los médicos. Cuando voy al médico, siempre me pregunta: ‘¿Dónde te duele?’. Bien, cuando se acerca Rosh Hashaná, y comienzo a preparar mis mensajes, me pregunto: ‘Marcelo ¿dónde te duele?” Y la respuesta genera el tema.

Desde el 7 de octubre del año pasado, me duele Israel.

Y me duele mucho. Llegué allí en una pequeña misión de rabinos Masorti, exactamente un mes después. Y quiero decirles que, desde entonces, cada día ha sido un dolor intenso e invasivo como nunca lo vivi. Tengo un año más que Medinat Israel. Viví en Jerusalén dos años, llegue pocos días después que se firmó el acuerdo de cese al fuego. Fue en 1973. Ahí conocí Israel en blanco y negro. Y el 7 de octubre del año pasado, reviví esa sensación de dolor, de un país sin colores, con más preguntas que respuestas y un profundo dolor.

Me duele tanto, que la primera noche, al hacer la tradicional bendición de la manzana cubierta de miel, deseando un año dulce, la miel me supo amarga.

Les confieso también que hay dos imágenes que son parte del rompecabezas de mi ser. Viajan conmigo me duelen y me recuerdan permanentemente mi compromiso y mi misión. La primera imagen, haber visitado el gigantesco depósito de zapatos de los niños que murieron en la Shoá, en el campo de concentración. La segunda, el lugar del horror en el desierto, el festival Nova.

Desde entonces, vivo cada día como el 7 de octubre.

Muchos de nosotros soñamos con lograr lo mejor que la vida tiene para ofrecer, imaginamos que nunca tendríamos problemas ni preocupaciones graves. Pero aprendimos que la vida no siempre funciona así. Si vivimos lo suficiente, todos vamos a encontrar luchas, decepciones y vamos a experimentar dolor y desilusión.

Muchos de nosotros pensamos que el antisemitismo estaba controlado. Cómo me duele ver cómo no solamente ha salido de las sombras, sino que amenaza y agrede en muchas partes del mundo. Cómo me duele ver la falsedad de la ONU y el payaso antisemita que la preside. Aprendimos que la tecnología de las redes sociales, que puede unir a las personas de tantas maneras sorprendentes, también ha hecho que el odio se propague más rápido que nunca.

Verdad es que Israel está lejos de ser perfecto. Hay cosas que nos decepcionan, y debo decir que también a muchos israelíes. Me duele tener que recordar, que pocos días antes de este terrible ataque terrorista, la sociedad israelí parecía estar muy cerca de un enfrentamiento social interno que ponía en peligro la democracia del país. Y me preocupa que cuando esto pase, porque va a pasar, que estas escenas se repitan. Amigos, debemos prepararnos para un largo proceso.

Todos enfrentamos problemas. Y a pesar de todo lo que hemos enfrentado como pueblo y como individuos siempre nos hemos aferrado a la Tikváh. Nosotros los judíos somos un pueblo que siempre ha mantenido viva la esperanza, y a pesar de una historia repleta de traumas, HATIKVA también ha mantenido vivo al pueblo judío.

El rabino Jonathan Sacks escribió:

“Estoy orgulloso de ser parte de un pueblo que, aunque marcado y traumatizado, nunca perdió su humor, ni su fe; su capacidad de reírse de los problemas presentes y seguir creyendo en la redención final; que vio la historia humana como un viaje, y nunca dejó de viajar y buscar. Soy judío porque, siendo hijo de mi pueblo, he escuchado el llamado a agregar mi capítulo a su historia incompleta. Los sueños y esperanzas de mis antepasados viven en mí, y soy el guardián de su confianza, ahora y para el futuro”.

“Esta es, entonces, nuestra historia, nuestro regalo para la próxima generación. Yo lo recibí de mis padres y ellos de los suyos a través de grandes extensiones de espacio y tiempo. No hay nada que se le parezca. Cambió y todavía desafía la imaginación moral de la humanidad”.

“Quiero decir a los judíos de todo el mundo: Tómenlo, cuídenlo, aprendan a comprenderlo y amarlo. Llévenlo y él los llevará a ustedes. Y que ustedes a su vez lo transmitan a las generaciones futuras. Porque ustedes son miembros de un pueblo eterno, una letra en su pergamino. Dejen que su eternidad viva en ustedes”.

Querida familia. Sea como individuos, familias o pueblo, podemos dejar que nuestras decepciones nos derroten, o podemos usarlas para volvernos más fuertes y sabios. Bien, les recuerdo una de mis frases favoritas: Recemos como si todo dependiera de Dios. Y actuemos como si todo dependiera de nosotros.

Así que te ruego, no abandones tus sueños. No pierdas la esperanza. Sigue adelante, incluso cuando las cosas se ponen difíciles como en este momento. Con coraje y emuná, fe, juntos, podemos superar cualquier desesperanza. Nunca olvides que el momento más oscuro de la noche, es el instante previo al amanecer.

Tomemos todos la iniciativa. Demos esos primeros pequeños pasos hoy y continuemos haciéndolo un poco más cada día.

Piensa. ¿Qué pasaría si probáramos ofrecer oraciones y esperanzas para nuestros amigos y familiares, para los enfermos, nuestros hermanos en Israel, desearles lo que creemos que ellos más necesitan en el mundo? ¿Qué pasaría si este año miráramos más allá de nuestras propias necesidades e incluyéramos a otros?

Y mientras oramos por los demás y por el mundo, ¿qué pasaría si comenzáramos a pensar cómo podríamos ayudar a cumplir esas oraciones? ¿Qué pasaría si nosotros, a través de palabras, gestos o acciones, pudiéramos realmente volvernos socios de Dios para ayudar a otros a tener todos un buen año lleno de bendiciones?

Sospecho que nos sentiríamos personas más completas, seres humanos más cercanos a Dios.

Así que no abandones tus sueños. No pierdas la esperanza. Sigue adelante, incluso cuando las cosas se ponen difíciles. Podemos superar cualquier decepción. El cambio real es un proceso largo y lento que se compone de muchos pequeños pasos. Seamos fuertes. Este año pasado nos enseñó que el año que viene está lleno de incertidumbres, que pueden traer alegría y amor, así como miedo y tristeza. Debemos permanecer fuertes.
Seamos fuertes.

Este año pasado ha sido tumultuoso, un año que desafió nuestro sentido individual y colectivo de seguridad y comunidad. Debemos ser fuertes en nuestra identidad de ser orgullosamente judíos. Y debemos permanecer firmes en nuestra dedicación y compromiso con el mundo en general, dedicándonos a Tikun Olam.

¿Cómo lo hacemos?

Debemos aprender a ponernos en el lugar del otro. Aprender a humanizar al otro.

Un antiguo relato folclórico cuenta que un anciano y un niño caminaban junto a su camello por el desierto. Era un largo camino, el sol hacía que los pasos fueran más lentos y que muy pronto estuvieran exhaustos. Se cruzaron con un hombre que los miro con cara de espantado. “¿Tontos, por qué van los dos a pie, en vez de montar el camello? De inmediato, el anciano montó el camello y el niño, a pie, caminaba junto al camello. Avanzaron hasta que otro hombre se les cruzó y se dirigió al anciano: “¿Usted no tiene vergüenza de hacer caminar a su hijo en este calor? El anciano se bajó y puso al niño sobre el camello. Avanzaron hasta que un tercer personaje que los detuvo a los gritos: “¿El hijo montando, mientras el anciano padre camina quemando sus pies en la arena? Resolvieron los dos montarse en el camello y seguir su viaje. Hasta que escucharon los gritos de otro viajero: “¿Ustedes no tienen compasión de este pobre animal?

Amigos, no importa qué y cómo hacemos las cosas, nunca podremos agradar a todos. Ni debe ser nuestro objetivo. Sea como individuos, sea como Israel. Sigamos nuestro viaje. Continuemos construyendo Israel. Sigamos transformando el desierto. Sigamos siendo el pueblo que ama la vida. Hoy tan importante como sobrevivir, es mantener nuestra humanidad. Es ser Am Ejad Im Lev Ejad, no importa si estás a favor de Netanyahu y yo no. Si eres ortodoxo y yo no. Pero si no somos Am Ejad, difícilmente seremos una Mediná.

En las palabras del profeta Zajarías: “Somos prisioneros de la esperanza”. Es la esperanza, Hatikva, la que, junto a nuestra fe, valores, ideales, junto a nuestro sentido de unidad, nos seguirá haciendo “or la goim”, una luz para naciones.

Hoy, tan importante como sobrevivir es no perder nuestra humanidad.

Am ejad im lev ejad – Un solo pueblo, un único corazón, determinados a seguir escribiendo nuestra historia.
“Ustedes son miembros de un pueblo eterno, son una letra en su Torá. Dejen que la eternidad de Israel viva en ustedes”.

Recemos como si todo dependiera de Dios. Y actuemos como si todo dependiera de nosotros. Volveremos a cantar y volveremos a bailar.

Que así sea Su Voluntad. Shana Tova Umetuká. Amén.


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío. Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudío

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Marcelo Rittner:  Es rabino, egresado del Seminario Rabínico Latinoamericano, y licenciado en sociología de la Universidad de Belgrano. Recibió el doctorado honoris causa en teología, otorgado opr el Jewish Theological Seminary, en reconocimiento a sus 25 años de tarea pastoral continua. Desde 1985 es responsable de la Comunidad Bet El de México. Cofundador y presidente de la Cofraternidad Judeo-Cristiana de México, institución dedicada al diálogo entre los cristianos y judíos. Es presidente de la Asamblea Rabínica Latinoamericana, brazo de la Rabbinical Assembly, que congrega a los rabinos del Movimiento Conservador del mundo. Es autor de Tiempo para vivir, Antes de que se me olvide, Enséñame tu luz y Lazos de vida.