Yom Kipur: Las dos cabras y la diferencia entre culpa y vergüenza

Una de las grandes herramientas que la Torá le dio al mundo antiguo y que le sigue ofreciendo a quien la sigue es la posibilidad del perdón. Lo que un perdón genuino implica es la expiación absoluta de la culpa y la vergüenza frente al acto cometido, es la reparación máxima. Ello es lo que aspiramos alcanzar en Yom Kipur, el día del perdón en el calendario judío.

Como remarcaba rab Sacks Z’’L, desde hace décadas, antropólogos y sociólogos como Ruth Benedict separan las civilizaciones en dos grupos: aquellas que guían su moral por medio de una cultura de la culpa y aquellas que guían su moral por medio de una cultura de la vergüenza. Las primeras se basan en una moral interna: fomentan que la persona actué correctamente por aprecio a su entorno, por los valores que son compartidos y aceptados individualmente, y privilegian la consciencia individual por encima del rechazo público. Las segundas por su parte se fundamentan en lo social: usan el escarnio y la humillación como una forma efectiva de coerción, y le dan más peso a la fama y el nombre de la persona que a la consciencia individual.

En este tipo de culturas el perdón es muy difícil de obtener, pues la vergüenza hace que la persona siempre esté atada a su nombre y una vez manchado el mismo, difícilmente puede volverse a limpiar. En esas culturas sólo el exilio o la muerte redimen a quien comete errores. En cambio, en el primer grupo, en la cultura de la culpa, el perdón es básico porque la persona nunca está totalmente atada a sus acciones. Siempre puede redimirse, siempre puede acceder a la consciencia que lo purifica y siempre puede arreglar sus errores a través de cambiar sus acciones. Yom Kipur nos ofrece redención para ambas formas de ver el pecado. En este día se realizaban, y se realizan, dos rituales básicos que llevaban al perdón absoluto tanto a la comunidad como a la persona: uno le habla a nuestra culpa y el otro a nuestra vergüenza.

Expiación de la culpa

El primero es el Vidui en Yom Kipur hacemos con D-os una confesión de nuestros pecados. En antaño este acto se realizaba a través de un sacrificio, la persona decía sus pecados poniendo las manos sobre un animal, el cual posteriormente era sacrificado por el cohen. Se hacía en Yom Kipur, pero también se hacía en cualquier día del año, cuando la persona quería expiarse y redimirse.

A través de la confesión y a través del acto con las manos, la persona simultáneamente reconocía sus errores y se separaba de ellos. Asumía la responsabilidad de no cometer nuevamente el acto, pero aprendía a ver a su persona como ajena a ellos. Lo mismo hacemos hoy con el Vidui, con la confesión de los mismos. Es un ritual que apela a la consciencia de la persona y que la cura de su propia culpa.

Expiación de la vergüenza

El segundo es el rito que se hacía con la cabra ofrecida a Azazel. Cuando existía el Templo en Jerusalén, el Sumo sacerdote sacrificaba una cabra depositando en ella los pecados cometidos por el pueblo. Simultanemente dejaba rondar por el desierto a una segunda cabra. Esta última caminaba hacia su muerte y sostenía un hilo rojo entre sus cuernos. Cuando D-os perdonaba al pueblo tanto el hilo del cuerno como otro que se mantenía visible en el Templo se volvían de un color blanco.

Solamente en este día, en Yom Kipur, se realizaba un ritual de ese estilo. Lo que la cabra representa es la purificación de la vergüenza. El pueblo entero observaba cómo la cabra se llevaba sus pecados al desierto y estaban conscientes de que eran los pecados de todos. El nombre de todos era purificado a través de ella, pues literalmente se los llevaba.

El único otro momento en que se hacía algo parecido, era cuando se incluía una persona con lepra a la comunidad. Se sacrificaba un pájaro y se dejaba otro en libertad. De esa forma se expiaban la culpa y la vergüenza simultáneamente. La culpa representa el pájaro sacrificado, mientras que el pájaro que vuela representa la vergüenza. La consciencia interna interna que se despide de los pecados y el nombre manchado socialmente que se aleja.

Ahora

Hoy en día ya no tenemos el rito de la cabra Azazel en Yom Kipur, sin embargo, cuando se hace el Vidui de forma pública, es decir cuando se realiza la recitación génerica de los pecados en voz alta, la comunidad llega a ese mismo punto de involucramiento con el perdón y la aceptación del prójimo que las dos cabras representaban en antaño.

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Aranza Gleason: Aranza Gleason se define a sí misma como una judía en el exilio. Nació con una raíz dividida como sus poetas favoritos; busca y ama al judaísmo, pero como a los personajes que lee, éste, también se le escapa de las manos. Estudió Lengua y Literatura Inglesa en la UNAM y ha trabajado en Enlace Judío desde el 2017. Le gusta leer, viajar y experimentar el mundo de forma libre.