Betina Haiat / Cuando el corazón llora…

Acabamos de festejar Rosh Hashaná el inicio de un nuevo año en el calendario judío, y de vivir Yom Kipur, el día del ayuno y del perdón.

Durante las fiestas, muchos nos vestimos distinto, preparamos nuestras mesas para recibir a familiares y amigos, vamos al templo a escuchar el shofar…

La vida parece seguir su curso, los días, las semanas, los meses corren en el calendario, pero en Israel, para muchos, la vida se interrumpió desde el trágico 7 de octubre. Unos han perdido familiares, otros tienen familiares o amigos heridos, y, todavía 101 familias continuan esperando el regreso del cautiverio de sus seres queridos.

Los misiles siguen llegando, los drones siguen atacando, centenas de familias continuan sin poder regresar a sus hogares ya sea en el sur o en el norte del país.

En la diáspora donde vivimos el resto de los judíos, la amenaza antisemita se itensifica y la preocupación de lo que pueda llegar a suceder está cada vez más presente.

Y, aunque la vida sigue, indudablemente en cada corazón hay una lágrima atorada, a la espera de una solución para la problemática que vivimos como pueblo judío. No logramos visualizar el final de esta guerra, no estamos viendo la luz al final del tunel…

Sabemos que Israel no se puede dar el lujo de bajar sus armas porque si lo hace, lo más probable es que desaparecería de la faz de la tierra. Y, a la vez ¿cuanto más se puede aguantar esta agonía?

Cada día que pasa, pensamos que ni un día más, pero la guerra sigue en siete distintos frentes y los terroristas de Hamás y Hezbolá, armados por Iran, no muestran señal de debilidad… porque su fortaleza se construye con base a las víctimas, cuanto más muertos (en ambos lados), más se fortalecen. Desafortunadamente ellos no ven la vida como un valor, les importa matar el mayor número de judíos posibles, aunque mueran ellos mismos…

¿Cómo salir de esta encrucijada?

Ayer, en el templo, el rabino Moises Hilu, antes de tocar el shofar, hizo una reflexión muy profunda.

Dijo que si le preguntara en este momento a cualquier judío en el mundo que haga un deseo, estaba seguro que todos: religiosos, conservadores, seculares, reformistas, de los cinco continentes, pedirían paz y el regreso de los 101 secuestrados.

Acto seguido el hazán entonó la canción ¨Kshehalev Boje¨ (Cuando llora el corazón), que incorpora una de las oraciones más importantes en el judaísmo: Shemá Israel (Escucha Israel) y cuya letra habla de la conexión entre el dolor y D-os, y cómo en momentos de dolor y desesperación, solo D-os puede escuchar y entender. El Shma Israel se dice como una forma de encontrar consuelo y fuerza en momentos difíciles.

Habrá quiénes crean en la oración, habrá quienes no, pero ayer, las 1000 voces cantando al unísono suplicando ser escuchados fue prueba de que estamos unidos en un solo corazón y cuando los corazones lloran, no nos queda más que buscar unidos las fuerzas para seguir.


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