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miércoles 18 de diciembre de 2024

El reto de Israel: conseguir el apoyo de EE.UU. y, a la vez, atacar las instalaciones petroleras y nucleares de Irán

Cómo las condiciones de cooperación de Estados Unidos podrían dar forma a ataques graduales de Israel contra Irán, desde bases aéreas hasta sitios nucleares, además del factor imponderable de la carrera presidencial estadounidense.

A mediados de octubre de 2024, mientras el conflicto entre Israel e Irán se intensifica, Israel está considerando una estrategia militar de varias fases para degradar las capacidades militares y el poder económico iraníes. Dado que Estados Unidos ya está involucrado a través de sistemas de defensa antimisiles y entrenamiento, las condiciones para una mayor participación estadounidense dependen de cómo Israel gestione sus ataques y de los riesgos de una escalada regional más amplia. Este artículo describe las posibles opciones de ataque de Israel, el potencial de cooperación de Estados Unidos y los cálculos estratégicos detrás de cada fase.

Y todas estas consideraciones deben tenerse en cuenta para lograr un equilibrio entre trabajar con la administración Biden y tener en cuenta la creciente suerte de la campaña de Trump, que provoca dudas sobre la planificación del ataque y, especialmente, sobre el momento oportuno.

Primera ronda: ataques a bases aéreas y objetivos del régimen

El primer paso de Israel en cualquier escalada militar probablemente se centraría en las bases aéreas iraníes, los sitios de lanzamiento de misiles y los centros de mando del régimen. Al atacar estas instalaciones militares críticas, Israel pretende reducir la capacidad de Irán para lanzar ataques con misiles coordinados y debilitar el control de sus líderes sobre los activos militares. En particular, las bases aéreas que albergan drones y sistemas de misiles iraníes serían prioridades clave. Atacar estos objetivos primero permitiría a Israel degradar la capacidad de represalia inmediata de Irán y, al mismo tiempo, minimizar los daños colaterales, manteniendo las víctimas civiles y la infraestructura fuera de las primeras rondas del conflicto.

Esta fase también podría incluir ataques selectivos contra símbolos del poder del régimen iraní, como la sede del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) u otros centros militares y gubernamentales de alto perfil. Tales ataques indicarían a Teherán que Israel está preparado para una escalada y está dispuesto a atacar activos críticos del régimen si es necesario.

Es probable que Estados Unidos apoye esta primera ronda limitada de ataques, ya que coincide con el interés de Washington de contener el poder militar iraní y evitar una escalada regional más amplia. Las fuerzas estadounidenses, que ya operan sistemas de defensa antimisiles THAAD y están estacionadas en lugares clave de Israel, probablemente desempeñarían un papel defensivo, protegiendo a las ciudades israelíes de cualquier ataque con misiles en represalia lanzado por Irán o sus aliados, incluido Hezbollah.

Condiciones para el apoyo de EE.UU. en la primera ronda:

Objetivos militares: Estados Unidos estaría inclinado a apoyar ataques israelíes centrados en la infraestructura militar en lugar de instalaciones civiles o nucleares, con el objetivo de degradar las capacidades militares de Irán sin provocar una guerra regional a gran escala.
Postura defensiva: las fuerzas estadounidenses permanecerían principalmente en una capacidad defensiva, concentrándose en la interceptación de misiles y el intercambio de inteligencia, lo que permitiría a Israel tomar la iniciativa en las operaciones ofensivas.

Segunda ronda: ataques a la infraestructura petrolera

En la segunda fase de la campaña israelí, la atención se centraría en la infraestructura petrolera de Irán, incluidas las refinerías, los oleoductos y las terminales de exportación. Esta fase apunta a paralizar los recursos económicos vitales de Irán, reduciendo su capacidad de financiar a las milicias regionales como Hezbolá, Hamás y las milicias iraquíes.

Un ataque a la infraestructura petrolera debilitaría la posición financiera de Teherán y su capacidad de sostener operaciones militares a largo plazo en todo Oriente Medio.

Sin embargo, esta medida conlleva riesgos. Destruir la producción petrolera de Irán no sólo dañaría su economía, sino que también podría desestabilizar los mercados petroleros mundiales, atrayendo a otros actores internacionales como Rusia y China, que tienen intereses significativos en la energía iraní. Estados Unidos, si bien está comprometido a apoyar la defensa de Israel, puede dudar en respaldar un ataque económico tan amplio debido a sus implicaciones globales, en particular si provoca una represalia iraní más agresiva.

Condiciones para la cooperación de EE.UU. en la segunda ronda:

Estabilidad económica mundial: Estados Unidos probablemente presionaría a Israel para que limite el alcance de los ataques a la infraestructura petrolera, equilibrando el objetivo de paralizar la financiación militar de Irán con la necesidad de mantener la estabilidad en los mercados energéticos mundiales.

Esfuerzos diplomáticos más amplios: Washington puede aprovechar esta fase para entablar esfuerzos diplomáticos con otras potencias globales, incluidas Rusia y China, para evitar convertir el conflicto en una crisis internacional más grande.

Ronda final: Ataque a instalaciones nucleares

La fase más crítica y de mayor riesgo del plan de ataque de Israel implicaría ataques directos a las instalaciones nucleares de Irán , incluidos los centros de enriquecimiento de Natanz y Fordow . Estos sitios están fuertemente fortificados y protegidos por sistemas avanzados de defensa aérea, algunos suministrados por Rusia, y representan el núcleo de las ambiciones nucleares de Irán. Un ataque exitoso a estas instalaciones retrasaría significativamente o destruiría la capacidad de Irán para producir armas nucleares.

Sin embargo, esta fase conlleva el mayor riesgo de desencadenar una represalia masiva por parte de Irán, incluidos ataques generalizados con misiles contra ciudades, bases militares e infraestructuras israelíes.

Los aliados de Irán, como Hezbolá, poseen más de 100.000 cohetes y podrían abrir múltiples frentes, bombardeando a Israel desde el Líbano, Siria, Irak e incluso Yemen. Los sistemas de defensa antimisiles israelíes Cúpula de Hierro y Honda de David podrían verse desbordados por un bombardeo sostenido de miles de cohetes, lo que aumentaría los riesgos tanto para Israel como para Estados Unidos.

Condiciones para el apoyo de EE.UU. en la ronda final:

Evaluación de la amenaza nuclear: la administración Biden probablemente exigiría información concluyente de que Irán está cerca de desarrollar armas nucleares antes de respaldar ataques a instalaciones nucleares. La principal preocupación de Washington es evitar que Irán tenga armas nucleares, pero habría que sopesar cuidadosamente los riesgos de una escalada de ese tipo. Trump puede ser más receptivo.
Repercusiones regionales: La administración Biden buscaría mitigar el riesgo de una guerra en múltiples frentes, en la que Hezbolá, las fuerzas sirias y las milicias iraquíes se sumen activamente al conflicto, lo que podría convertirlo en una conflagración regional. Una vez más, Trump puede mostrarse menos reticente a enfrentarse al eje del mal para lidiar con la amenaza rápidamente.
Gestión de la escalada: cualquier cooperación de Estados Unidos en una ronda final de ataques probablemente estaría vinculada a una planificación detallada sobre cómo gestionar las consecuencias, incluida la defensa contra misiles, las consecuencias humanitarias y la coordinación diplomática con otras potencias mundiales, y estaría vinculada a la identidad del comandante en jefe estadounidense.

El papel de los ciberataques y el sabotaje

Además de los ataques aéreos convencionales, se espera que Israel utilice la guerra cibernética y el sabotaje encubierto para debilitar las capacidades militares y la infraestructura de Irán. Las unidades de inteligencia israelíes, como la Unidad 8200, podrían lanzar ciberataques para interrumpir los sistemas de misiles, las defensas aéreas y las redes de comunicación iraníes antes de cualquier ataque físico. Tales acciones debilitarían las defensas de Irán, lo que facilitaría a Israel llevar a cabo ataques de precisión con un menor riesgo de represalias inmediatas.

Además, las operaciones encubiertas, incluido el uso de dispositivos explosivos en instalaciones militares clave de unidades de comunicaciones personales al estilo de Hezbollah, podrían desestabilizar aún más las operaciones militares iraníes. Estas tácticas probablemente precederían o acompañarían a los ataques aéreos, creando confusión y desorganización dentro de las filas iraníes.

Ventajas de los ciberataques y sabotajes:

Visibilidad reducida: Las operaciones cibernéticas permiten a Israel degradar las defensas iraníes sin la visibilidad inmediata de los ataques aéreos, lo que potencialmente retrasa o suaviza las represalias iraníes.
Impacto selectivo: el sabotaje encubierto de activos militares críticos puede lograr daños significativos con un riesgo mínimo, aprovechando la red de inteligencia de Israel dentro de Irán.

Conclusión: cálculos estratégicos para Israel y Estados Unidos

La estrategia de Israel para hacer frente a la amenaza militar y nuclear de Irán implicará una operación multifase cuidadosamente calculada, que equilibre las necesidades inmediatas de seguridad con el riesgo de desencadenar un conflicto regional más amplio. Estados Unidos, que ya está profundamente involucrado en la defensa de Israel mediante sistemas de defensa antimisiles y el intercambio de información de inteligencia, probablemente apoyará acciones militares limitadas, pero presionará por la moderación en las primeras rondas, especialmente cuando se trate de ataques a la infraestructura petrolera y las instalaciones nucleares de Irán.

Mientras ambas naciones se preparan para la posibilidad de una mayor escalada, el éxito de la estrategia de Israel dependerá no sólo de sus capacidades militares, sino también de su capacidad para gestionar la intervención de Estados Unidos y las reacciones diplomáticas globales.

Una estrategia mesurada y gradual, comenzando por los objetivos militares y avanzando hacia los sitios económicos y nucleares más sensibles, puede permitir a Israel degradar las capacidades de Irán y, al mismo tiempo, mantener el apoyo esencial de Estados Unidos y evitar una guerra regional más amplia.

Vía el portal Virtual Jerusalem

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