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miércoles 16 de octubre de 2024
Este mexicano cruzó el mundo por ser soldado de las FDI. Ahora, es francotirador en Gaza

Este mexicano cruzó el mundo por ser soldado de las FDI. Ahora, es francotirador en Gaza

Este joven mexicano dejó la seguridad de una vida resuelta para enrolarse en las FDI. Ahora vive el conflicto más sangriento y prolongado de la historia reciente del Estado judío. Conversamos con él, en exclusiva. 

Por seguridad, no aparece su cara ni su nombre.


Podría estar terminando sus estudios de Ingeniería en el Instituto Tecnológico de Monterrey, tener una vida más o menos resuelta en su país natal, una novia, amigos, actividades comunitarias… En vez de eso, eligió enlistarse en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

Tomó la decisión a los 20 años y a los 22 entró en combate en Gaza. No tenía cómo saber entonces que estaba por pelear la guerra más larga de la historia del Israel moderno.

“Estudié en la Tarbut”, nos cuenta en entrevista y agrega que terminó la preparatoria en la Ídishe. Al mismo tiempo formaba parte de una organización de scouts sionistas con la que visitaría Israel por primera vez. Lo que ahí le enseñaron, ideológicamente hablando, determinaría su futuro. Aquel sionismo no era muy distinto que el que había aprendido en casa, aunque quizás sí un poco más militante.

Pero ese aprendizaje sionista fue solo una de las razones por las que decidió hacer aliá. “Otra fue cuando hice el viaje a Polonia con el Mahon (…). Yo tengo familia que estuvo en el Holocausto (…). Y me pegó muy fuerte que ellos no tenían cómo defenderse y pasó lo que pasó… Pero hoy en día lo tenemos, tenemos a las FDI, y esa fue una de las razones por las que dije ‘puedo dar mi granito de arena y lo haría como en honor a mi familia’ “.

Su admiración por el ejército de Israel lo llevó a hacerse una pregunta obvia: “si los admiras tanto, ¿por qué no te conviertes en uno de ellos?.” Cuando le comunicó la decisión a sus padres hubo un cisma en su familia. “Fue muy difícil”, dice. Pero aclara que, cuando sus padres entendieron que la decisión iba en serio, comenzaron a apoyarlo. Finalmente, solo estaba haciendo aquello que le había sido inculcado en casa.

“No podían entender por qué alguien que tiene familia, amigos y le va muy bien aquí en México quisiera irse al otro lado del mundo, y más a hacer el ejército. Pero poco a poco lo fueron entendiendo y así es como empecé a recibir su apoyo”.

Omitimos su nombre y su rostro porque así lo quiso él. El joven nacido en México, educado en los colegios de la Red Judía, es ahora un soldado de las FDI. Un jayal boded. Uno de esos combatientes que lo dejan todo atrás para enfrentar un destino incierto pero lleno de sentido: la defensa del Estado judío, el único palmo de terreno sobre la tierra en el que los judíos pueden ser libres sin sentir la amenaza del antisemitismo.

El jayal boded mexicano

“Llegar a Israel como jayal boded, o sea, que toda su familia se queda en México, fue muy complicado. Pero bueno, yo hice aliá con un programa que se llama Garin Tzabar“, que ayuda a los inmigrantes a ser absorbidos por la sociedad israelí. Les enseñan hebreo, los ayudan a entrar al ejército y a realizar sus trámites burocráticos necesarios para integrarse.

Además, el programa acelera el proceso de ingreso a las FDI. Según el joven, una persona que intente ingresar al ejército por su cuenta puede tardar hasta un año en lograrlo, mientras que a través de Garin Tzabar el proceso dura apenas tres meses.

Nuestro entrevistado llegó a Israel el 28 de diciembre de 2022 y el 1 de mayo 2023 se enlistó en el ejército.”Entré primero a una base que se llama Michvei Alon, que es para aprender hebreo. Te enseñan hebreo y un poco de lo que es el ejército, y ahí es donde empiezas a decidir qué es lo que quieres hacer en el ejército.”

El 6 de octubre de 2023, el joven soldado se encontraba en la base de entrenamiento, celebrando Simjá Torá, y enviándole fotos a sus amigos de México para que vieran cómo se vivían ese tipo de eventos en las bases militares de Israel. Se fue a dormir y despertó con el sonido de una alerta roja. Él y sus compañeros, otros jóvenes reclutas, debieron vestirse el uniforme y presentarse para recibir instrucciones.

Ahí, sus superiores les informaron que Israel había sufrido un ataque terrorista en el sur y les advirtió que debían estar listos para salir en cualquier momento. Los reclutas se alistaron, abordaron un camión y esperaron con ansias a que el motor se encendiera para llevarlos al frente. Sin embargo, resultó una falsa alarma. La situación en el sur comenzaba a estar controlada y ellos, que apenas llevaban dos meses de entrenamiento, no fueron requeridos.

“Los primeros tres días después del 7 de octubre fueron muy complicados”, reconoce. Él usaba su celular para avisarle a su familia en México que se encontraba bien, mientras que sus compañeros recibían mensajes que daban cuenta de sus propios familiares asentados en el sur, o de sus amigos, y no siempre eran buenas noticias.

Pero era cuestión de tiempo para que el jayal boded mexicano viera acción en Gaza. La primera misión de su equipo fue proteger un camino logístico por donde entraba ayuda humanitaria, además de equipos de combate. Todo aquello ocurrió mientras su entrenamiento continuaba. Así llegó el tiempo en el que nuestro recluta debió elegir su especialidad dentro de las FDI.

Francotirador de las FDI

Eligió una de las posiciones más importantes y estratégicas, pero también quizá una de las más difíciles: francotirador. 

“Era algo que a mí me interesaba mucho. Se me hace muy impresionante poder disparar de tan larga distancia”.

Su segunda entrada en Gaza fue para cumplir una misión agridulce: extraer cinco cadáveres de israelíes que habían sido secuestrados el 7 de octubre, siguiendo las pistas aportadas por el área de Inteligencia del ejército.

Pero en aquellas calles los esperaban muchas sorpresas. “Eso es el combate. Muchas veces ni siquiera es contra personas, son bombas-trampa“.

Las incursiones en Gaza están llenas de peligro pero no siempre de personas. Al joven mexicano le consta que el ejército israelí advierte a los pobladores de una zona urbana que está a punto de entrar ahí o de bombardear, y les pide que desalojen.

“Israel hace todo lo posible para que no haya gente civil en el lugar” que piensa atacar. Eso incluye bombardear con panfletos de advertencia, enviar mensajes de texto y hasta hacer llamadas telefónicas para pedirle a los civiles que evacúen las zonas en las que pronto comenzarán a caer las bombas. “Normalmente se queda la gente que quiere hacer daño al ejército”.

A veces, ni siquiera eso. “El ejército de Israel tiene valores muy diferentes. Sí, intenta que las bajas civiles sean las menores posibles. Entonces, sí se hacen esas cosas y sí me ha tocado que cuando entro ya no hay nadie”.

Estar en una zona de guerra “es peligroso, sin más“. Los soldados de las FDI saben que todo puede cambiar de un segundo al otro. Las amenazas pueden yacer ocultas. El enemigo puede acechar detrás de cada puerta o a la vuelta de cada esquina. Desde una azotea o en las entrañas de esa ciudad invisible formada por túneles kilométricos. Lo reconoce el soldado con aplomo: “no hay forma de que no lo pienses, de que no tengas el nervio o el miedo también, se podría decir”.

Sin embargo, dice que el esfuerzo vale la pena cuando una misión se cumple. Y asegura que nunca ha pensado en dar marcha atrás. “Jamás pensaría en regresarme”, asegura tajante. Le tranquiliza saber que, en el momento en que fue requerido, fue capaz da aportar “mi granito de arena y ser parte” de ese ejército tan amado por su pueblo y tan cuestionado por una extensa parte de la comunidad internacional.

Las durezas de una guerra que no termina

Aunque no podemos mostrar su rostro, y su nombre nos está vedado, nos queda su voz, y es la voz de un chico. Eso sí, un chico absolutamente decidido, determinado, guiado por principios y valores inquebrantables. Es la voz de un chico que ha dejado todo para dar un saldo hacia el vacío. Con esa voz que no se quiebra, el joven repasa algunos de los momentos más duros que ha debido vivir en Gaza.

“Cada vez que hubo un tema de heridos o de gente que termina falleciendo, es un tema fuerte. Sacar heridos es complicado. Es un tema muy fuerte”, reitera, al tiempo que evita entrar en detalles. “Muy fuerte”. “Muy complicado”. Más cuando no puede ni hablar con su familia porque, como miembro de una unidad de combate, sus superiores le quitan el celular.

Y cuando llega el día de descanso, mientras sus compañeros van a casa a ver a sus familias y a sus amigos, él vuelve penosamente al centro de absorción, donde comparte un pequeño departamento con otros tres soldados, sin fuerzas para lavar la ropa o hacer de comer. Esa es una parte importante de su misión y de su sacrificio.

 “Como es algo mucho más grande que tú, lo que aprendes es que ‘tengo que hacer lo que tenga que hacer para ayudar y para que el pueblo esté lo más tranquilo posible y lo más seguro posible’.”

Y en este caso, hacer lo que se tiene que hacer implica enfrentarse al peligro lejos de todas las personas a quienes realmente les importas.

Cada incursión a Gaza es una apuesta, una moneda echada al aire ardiente del desierto

Él ha visto cómo la moneda cae del lado equivocado. Los errores se cobran heridos y muertos, y luego hay que aprender de ellos para no repetirlos.

Cuando un error ha trascendido, los batallones realizan juntas de seguridad y repasan dichos errores en los entrenamientos, antes de entrar en acción nuevamente. El ejército intenta así que sean menos los soldados caídos. La guerra “es mucho más complicada de lo que creemos”.

Complicada y compleja. Por ejemplo, en días resientes, se ha hecho público que algunos miembros remanentes de Hamás han rehabilitado túneles que se pensaban destruidos. Es como si la guerra fuera un bucle temporal, un limbo de pólvora y tierra al amparo del cielo eterno. “Te lo dicen ahí. Todo puede cambiar en un minuto. Por eso hay que estar preparados para todo”. ¿Cuándo va a terminar el conflicto? “No sabemos. Cuando se tenga que terminar. Cuando los rehenes estén de regreso”.

No, el joven soldado no tenía idea de que, al cruzar el mundo para enrolarse en el ejército de Israel, estaba firmando su consentimiento para participar en la guerra más larga, extenuante, difícil y sangrienta de la historia del Estado judío.

En Gaza, piensa, todo se complicó debido a los rehenes. El avance de las tropas ha sido más lento y más peligroso porque hay que cuidar siempre que a los cautivos no se les haga daño. No hacerles daño el propio ejército israelí mientras busca cumplir su otra misión: la desarticulación completa de Hamás.

En cuanto a las acusaciones que reciben las FDI, el joven las atribuye al antisemitismo y a las fake news, “hoy en día es muy fácil hacer fake news, y más contra alguien que es tan fácil de atacar como los judíos.

Yo lo que les diría a quienes critican a las FDI es: vean los dos lados, que busquen las dos partes. No solo vean la página propalestina sino también vean la página proIsrael”.

Y pide reflexionar:

“Me gustaría que vieran la realidad. No es normal que estemos peleando, un país tan chiquito, contra tantos alrededor y que nosotros seamos los que estamos mal. Y ¡cómo lo pueden ver así después del 7 de octubre!”

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío

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