Una de las cosas que más me gustan de Sucot y de la tradición judía en general es la forma tan completa que tiene de integrar el individuo a su contexto. Cada mitzvá nos involucra a cada uno como persona, pero también nos da la posibilidad de conectarnos o tener consciencia de la historia bajo la cual fuimos creados. Nos une a nuestro pasado familiar, cultural, histórico al mismo tiempo que nos arroja a vernos como parte de la humanidad y el mundo creado. Nos hace parte de un todo. Durante Sucot particularmente esto lo vivimos a través de la tradición de habitar una Sucá (cabaña temporal) la cual construimos y en la cual vivimos a lo largo de la semana que dura la festividad.
A través de ella vivimos un proceso de auto exploración y conexión con la naturaleza que también se convierte en unión con nuestras familias, amigos, pasado y mundo. Es un flujo del individuo, al pueblo, al ser humano, el cual describe con mucha belleza rabbi Sacks Z’’l en sus escritos. Los siguientes aprendizajes son influidos por sus palabras, giran en torno a cómo la Sucá mantiene a la vez un carácter individual y uno comunitario. Esperamos les gusten.
La belleza de la incertidumbre
La primera cuestión que debemos atender cuando hablamos de la Sucá es precisamente la pregunta a ¿por qué hacemos esta tradición?, es decir ¿cuál es el milagro que celebramos y qué representa la Sucá? En el Talmud surge una discusión al respecto.
Rabí Eliezer sostiene que el milagro que celebramos en Sucot es el de las Nubes de Gloria y por lo tanto la Sucá, la cabaña que construimos, es representación de las mismas. Cuando el pueblo de Israel viajaba por el desierto era acompañado por nubes de gloria que los protegía de la adversidad y eran la forma en que D-os manifestaba Su Presencia frente a ellos. Bajo esta visión, la Sucá que habitamos es una forma de volver a tener la cercanía que ellos tuvieron y ésa es una de las formas más populares de ver a la tradición.
Sin embargo, existe justo la posición opuesta, la cual es representada por rabí Akiva. Para este gran sabio la Sucá sólo representa una Sucá, una casa temporal. Bajo esta visión, son las tiendas que habitaban el pueblo de Israel en el desierto. ¿Cuál es el milagro entonces? – pregunta rab Sacks Z’’L – “es un milagro humano” el hecho de que el pueblo haya decidido seguir a D-os al desierto, que hayan tenido la fuerza y el amor para decidir ir a un lugar en el cual no tienen casa, en el cual no se pueden establecer, en el cual están a la intemperie y que en medio de esa vulnerabilidad hayan encontrado la felicidad. Según rab Sacks Z’’L la Sucá nos enseña a triunfar en la incertidumbre:
“the experience of leaving the protection of a house and entering the exposure of the succah is a way of taming our fear of the unknown. It says: We have been here before. We are all travellers on a journey. The Divine Presence is with us. We need not be afraid. That is a source of the resilience we need in our interconnected, hazardous, radically uncertain world.”
“La experiencia de salir de la protección de una casa y entrar a la vulnerabilidad de la Sucá es una forma de domar nuestro miedo a lo desconocido. Nos dice: Ya hemos estado aquí antes. Todos somos viajeros en un viaje. La Presencia Divina está con nosotros. No debemos tener miedo. Esa es una fuente de la resiliencia que necesitamos en nuestro mundo interconectado, peligroso y radicalmente incierto.”
(Rab Sacks Z’’L)
Alegría
Sin embargo, lo que distingue a esa experiencia es precisamente la alegría. Esa temporalidad y vulnerabilidad a la que somos arrojados durante una semana en realidad nos enseña a apreciar el momento presente y encontrar la felicidad en el mundo que nos rodea. Nos saca de nuestra casa y nuestra rutina para que aprendamos a vernos en nuestra forma más elemental y reconozcamos no sólo la fuerza interna que tenemos, sino también la alegría que surge de poder apreciar el presente y la temporalidad. Justo el libro que se lee como celebración de Sucot es el Ecclesiastés donde se reconoce lo efímero de la existencia, el tiempo corto que tenemos de vida y se celebra la belleza de dicha realidad.
“Now, having survived the trial, comes the deepest question of all. What actually is life? What is this gift that we’ve been granted? What gives life meaning, purpose, substance? What will redeem us from the shadow of death? Kohelet’s answer is, in a word, joy, simcha.
What redeems life and etches it with the charisma of grace is joy in your work: “sweet is the sleep of the labouring man” (Kohelet 5:11); joy in your marriage: “see life with the woman you love” (Kohelet 9:9); and joy in the simple pleasures of life: “take joy in each day”. Simcha, joy, doesn’t involve, as does happiness, a judgement about life as a whole. Joy lives in the moment. It asks no questions about tomorrow; it celebrates the power of now. ”
(Rab Sacks Z’’L)
Ahora, tras haber superado la prueba, llega la pregunta más profunda de todas. ¿Qué es realmente la vida? ¿Qué es este don que se nos ha concedido? ¿Qué da sentido, propósito y sustancia a la vida? ¿Qué nos redimirá de la sombra de la muerte? La respuesta de Kohelet es, en una palabra, la alegría “simja”
Lo que redime la vida y la graba con el carisma de la gracia es la alegría en tu trabajo: “dulce es el sueño del hombre laborioso” (Kohelet 5:11); alegría en tu matrimonio: “ve la vida con la mujer que amas” (Kohelet 9:9); y alegría en los placeres sencillos de la vida: “alégrate cada día”. La alegría “simja” no implica, como la felicidad, un juicio sobre la vida en su conjunto. La alegría vive el momento. No hace preguntas sobre el mañana; celebra el poder del ahora.
(Rab Sacks Z’’L)
Comunidad y humanidad
A su vez esa vulnerabilidad que nos rodea al mismo tiempo es cobijada por la compañía de amigos y familiares con los cuales cenamos en las noches de Sucot. En cierta forma la festividad nos permite encontrarnos dentro de este hogar temporal y vernos sin la protección de una casa, encontrar alegría en ello, pero también nos enseña que no estamos solos que podemos hacerle frente a la adversidad cuando nos unimos y actuamos como comunidad. La Sucá misma es un recuerdo de las tiendas que nuestros antepasados construyeron en el desierto, nos unimos a ellos a través de continuar su historia.
Esa misma unión la extendemos a la humanidad pues en Sucot se hacían 70 sacrificios por las naciones del mundo y se recuerda el momento en que el mundo pueda juntarse en alabanza. Cuando hablamos de la época Mesiánica en numerosas ocasiones hablamos de que los pueblos serán unidos bajo la Sucá de David. Y algo que es hermoso de esta festividad es que el individuo y las naciones son unidas a través de su diferencia, ello lo representamos con las cuatro especies que tomamos en nuestras manos durante la semana de Sucot.
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