Irving Gatell/ Cayó la bestia de Yahya Sinwar

Hamás ha tocado fondo. Su colapso es total, ahora que Yahya Sinwar, “el carnicero de Khan Younis”, ha caído abatido por las Fuerzas de Defensa de Israel. Pero ¿es posible que la lucha de Hamás se mantenga sin el líder que simbolizaba su “resistencia” contra el Estado judío?

No fue una acción planeada, no fue un brillante operativo llevado a cabo por tropas especiales. Un grupo de soldados, de un batallón “común y corriente” solo se encontraban ayer haciendo un patrullaje cuando se toparon con actividad sospechosa, y comenzaron a darle seguimiento al asunto.

Más tarde (hacia las 3 pm), tres personas fueron vistas entrando y saliendo de diferentes edificios, y ante la sospecha, las tropas se enfrascaron con ellos para eliminarlos. Los terroristas resultaron heridos y se dispersaron.

Uno de ellos ingresó a un edificio y se instaló en el segundo piso. Un tanque disparó hacia su ubicación, y luego las tropas del Batallón 450 se aproximaron para ver qué había pasado. El combatiente de Hamás no había muerto. Les lanzó dos granadas. Nada que los obligara a detener su labor.

Las tropas enviaron un dron y este detectó (y filmó) a una persona con la cabeza cubierta, herido seriamente en el brazo derecho, sentado en un sofá. Una vez que el dron proporcionó la ubicación precisa, otro disparo de tanque culminó el trabajo.

El cuerpo quedó allí toda la noche. Fue hasta hoy en la mañana que los soldados israelíes se acercaron a revisar el lugar para inspeccionar el cadáver, y ahí fue cuando descubrieron su sorprendente parecido con Sinwar.

Lo demás ya se sabe: tomaron muestras, las mandaron a Israel para el análisis de ADN, tomaron fotos, las subieron a las redes sociales, y el escándalo comenzó.

Una secuencia vertiginosa de especulaciones hasta que se confirmó que el monstruo carnicero de Gaza había muerto (irónicamente, con el cráneo aplastado por la estructura que se vino abajo; singular final para un terrorista palestino que había sido salvado por médicos israelíes de una muerte segura como consecuencia de un tumor cerebral).

¿Qué tanto impacto va a sufrir Hamás con esta pérdida? Sus enamorados ya han invadido X-Twitter amenazando que Sinwar ha muerto, pero la resistencia no. Que la lucha sigue, pese a la dolorosa pérdida.

Es muy difícil que la situación se mantenga así. Hamás ya estaba profundamente deteriorado desde hace meses, y sus capacidades operativas estaban prácticamente aniquiladas.

Desde hace mucho que sus combatientes ya no luchan de manera coordinada, sino apenas como células inconexas que atacan cuando pueden y como pueden. Su capacidad de disparo de cohetes hacia Israel está destruida.

El 7 de octubre del año pasado, mientras sus hordas realizaban el monstruoso ataque terrorista, Hamás disparó en una sola mañana tres mil cohetes contra los civiles israelíes. Este año, para “celebrar” el aniversario del ataque, apenas pudieron disparar un puñado.

Nada que ver con el año pasado. Ese Hamás que había puesto en jaque a Israel tantas veces, ya no existía.

Por eso Sinwar se había convertido en una figura tan importante. Era, en muchos sentidos, el único símbolo que cohesionaba a los últimos combatientes de Hamás, la única imagen que les permitía sentir que la lucha todavía tenía sentido y futuro.

Eso no se los puede devolver ningún reemplazo.

Al contrario: se sabe que muchos comandantes de campo de Hamás (la mayoría, improvisados; los originales hace mucho que fueron eliminados o capturados) están hartos de una guerra que sólo le interesaba a Sinwar, y es probable que empiecen las deserciones masivas, si no es que incluso se logre la rendición del grupo.

Hamás, en los términos en los que lo conocimos desde 1987, ya no existe.

Y el monstruo ha muerto.

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