Una humillación histórica: Irán, a pesar de toda su fanfarronería, no es intocable

“El ataque del sábado no fue sólo una amenaza; fue una promesa que llegó al corazón de Irán”, dijo Tzvika Klein en el Jerusalem Post.

“Cuando amaneció en Teherán, no se oía el zumbido habitual de una ciudad ajetreada que da la bienvenida a la mañana. En cambio, las reverberaciones de ataques de precisión resonaban en el paisaje estratégico de Irán. Casi se podían imaginar los rostros sorprendidos tras puertas cerradas en los centros de poder de Irán, tratando de entender cómo Israel logró llevar a cabo una operación tan audaz, tan descarada y, sin embargo, tan meticulosamente calculada”.

“Durante más de tres horas, Israel ha estado atacando con una precisión sin precedentes, desenmascarando una verdad simple: Teherán, a pesar de toda su fanfarronería, no es intocable. Casi se pueden sentir las placas tectónicas moviéndose bajo los pies de Irán mientras la “potencia regional” se tambalea, se parece mucho menos a la fuerza que proyecta al mundo y mucho más a Hezbolá, luchando por evitar la luz”.

“Imaginemos el dilema que se le plantea a los dirigentes iraníes: tomar represalias y arriesgarse a una espiral que podría quemar todo lo que han construido, o permanecer en silencio y dejar que el silencioso triunfo de Israel suene más fuerte. En cualquier caso, Irán está acorralado en un rincón que él mismo ha creado. Una respuesta convertiría casi con toda seguridad a Tel Aviv en un objetivo potencial, pero después de esta noche, Irán sabe que Israel puede llegar a Teherán con la misma facilidad”.

“No se trata de una amenaza vaga, sino de una promesa que ha aterrizado, con claridad y fuerza, justo en su puerta”.

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