“Cuando el río suena, agua lleva” usamos ese refrán para decir que ciertos rumores pueden traer verdad, sin embargo, sirve igual de bien para hablar de los festejos y las tradiciones que más de la mitad del mundo celebra. Se acerca Halloween, más bien, esta semana se celebra Halloween, y pese al bombardeo de propaganda negativa y positiva que dicha celebración ha recibido, la expresión de la misma ofrece mucho que pensar de nuestra cultura como sociedades modernas. Sólo por eso merece un lugar en este escrito, en el cual intento responder a las preguntas de ¿por qué hablar de Halloween en estos días, qué puede realmente enseñarnos esta celebración tan popular? y ¿por qué mencionarlo en una columna judía, puede uno realmente encontrar relación sincera entre los dos temas? Mi respuestas es que sí, y que vale la pena intentarlo.
Enseñanzas que podemos obtener de Halloween
El Halloween actual se separa significativamente del Halloween original que trajeron los irlandeses católicos a un mundo puritano para poder preservar sus tradiciones, o de la tradición que los celtas tenían en recuerdo a los espíritus. Hoy, poca gente piensa en la Redención o en el más allá al disfrazarse, sin embargo, sigue siendo una de las festividades más populares del mundo, pues se celebra a lo largo y ancho de los cinco continentes. ¿Por qué?
Más allá de lo increíblemente divertido que es disfrazarse de monstruos, pedir dulces, ver películas de terror o hacer rallies de misterio, es una celebración que en su corazón trae enseñanzas muy profundas. Cada una de las cosas que hacemos por superficial que parezca es una de las muchas formas que tenemos de enunciar el miedo, la maldad y la valentía. A través de la ficción nos expone a cosas sumamente reales, cosas que hemos vivido y que de otra forma no podríamosmos expresar. Nos enseña nuestros monstruos internos y nos ayuda a purgarnos de ellos, ya sea a través de la aceptación, del ridículo o la confrontación. Hay varias cosas que se pueden resaltar de esta práctica y que coinciden con como el judaísmo aborda el miedo y la maldad.
Enfrentar el miedo
Una de las cosas que más sorprendió a los hermanos Grimm cuando publicaron el libro de folclor alemán fue la popularidad que tuvo entre los niños de su época, pues los cuentos de hadas que narran en realidad son sumamente descarnados y crueles. En la siguiente edición incluso hicieron prólogos advirtiendo a los compradores que el contenido no era apto para niños y pidiendo que se les restringiera el acceso. Aún así las historias que recopilaron siguieron teniendo un gran éxito entre los más jóvenes, al punto tal que se volvieron de las lecturas para niños más típicas en todo el mundo. La pregunta de por qué fue así fascinó incansablemente a los primeros psicoanalistas. Encontraron que los niños les encantaban las historias de terror presentadas en los cuentos porque les enseñaba a ser valientes, a buscar su fuerza interna y luchar contra lo que temían. Al enunciar el miedo, le ayudaban al niño a purgarlo.
Las películas de terror modernas que son proyectadas en la época de octubre nos ayudan a identificar nuestros miedos y a confrontarlos. Los vuelve cercanos y menos terroríficos, el miedo que nos producen y la experiencia de sobrepasarlo nos da fortaleza. Si bien no hay una tradición dentro del judaísmo que específicamente nos permita conocer y purgar nuestros miedos, toda la filosofía judía gira en torno al auto conocimiento y en torno a la superación personal, cualquier elemento que nos ayude a obtener fuerza interna nos ayuda hacia nuestro camino de perfección que la tradición impulsa.
Los villanos
Otro gran aspecto de Halloween es la cultura que nos ha llevado a construir a través de la figura del villano. Hay villanos sumamente atractivos que los artistas usan para hacer notar los errores que como sociedad cargamos, o que nos enseñan nuestro propio potencial hacia la maldad y nos confrontan con las emociones reprimidas, los odios que a la luz del día no aceptamos. Los textos judíos tienen una gran tradición con respecto a estos temas: tanto al reconocimiento de la maldad interna, como el entendimiento del villano, y la separación entre el acto malvado y la persona que lo realiza.
Los comentarios nos dicen que Jacobo obtuvo el nombre de Israel tras luchar contra su propio ángel pues luchaba contra su propia maldad. Así mismo, varias historias jasídicas remarcan momentos en que los rabinos ven a su propio yo como la tentación, es decir, se ven a si mismos dentro de la posibilidad de cometer actos de maldad y a través de la aceptación de esa parte de sí mismos es que logran superarse. Aceptan que así como fuimos creados con bondad, el libre albedrío dicta que también fuéramos creados con la posibilidad a hacer daño y ello vive en nosotros desde nuestra existencia.
En cuanto a los villanos encontramos varios de ellos en la Torá, por una miríada de razones. La primera es porque aprendemos mucho a través de ellos, nos enseñan una cara particular del mundo en que vivimos y del funcionamiento de D-os en el mismo. La pregunta: “¿Quién es Hashem?” dicha por el faraón es una pregunta que muchos de nosotros hemos hecho y no importa en los labios de quién fue dicha.
Otro elemento importante es que la Torá en sí aboga por la redención del malvado antes que por su aniquilamiento, nos enseña a separar las acciones malvadas de la persona que las realiza. Uno puede cometer actos malos pero no es en sí malo, no hay ser humano que no pueda hacer teshuvá y encontrar la Redención a través de su cambio interno. Se nos prohíbe rezar por la muerte del malvado, en cambio se nos pide rezar por su arrepentimiento.
Lo sobrenatural y lo diferente
Otro gran elemento de Halloween es toda la inclusión que ha hecho a la cultura moderna de lo sobrenatural desde un ángulo positivo: las criaturas de la noche, las brujas, los fantasmas, los monstruos, los zombies, todo lo desconocido se ha convertido en una forma nueva de crear mundos distintos. Hacer a un fantasma simpático como Gasper o a una bruja adolescente como Sabrina vuelve asequible lo que inicialmente sería desconocido. Así mismo, cuando no se ve desde un ángulo cómico nos ayuda a afrontar lo misterioso.
Todo el arte gótico, todos los personajes que surgen de dichas criaturas, toda la cultura que se ha generado alrededor de la misma nos ayuda a aceptar la diferencia, a retratar al extraño, a pensar en la importancia de la inclusión.
La cultura judía tiene su propio folclor de criaturas sobrenaturales que han acompañado a nuestra tradiciones desde hace milenios. En ella se incluyen fantasmas, demonios, poseídos y duendes entre otros personajes [como lo explicamos en este artículo] son formas en las que culturalmente le hemos dado nombre a lo que tememos y desconocemos.
En cuanto a la aceptación de la diferencia en el judaísmo siempre se remarca la importancia de aceptar al extraño, al extranjero o al que pueda ser vulnerable. Así como también se habla de que la diferencia es lo que nos permite mantener nuestra individualidad y lo que nos une al interior de nuestras comunidades.
Judíos y Halloween, una gran diferencia
Es importante remarcar que, como se ha señalado en otros artículos (Distintas formas en que las comunidades judías responden a Halloween), no todas las comunidades judías comparten la percepción que se presenta en este escrito. Para algunas ramas del judaísmo, Halloween es considerada una festividad idolatra o en su defecto una práctica de la cual debemos abstenernos. Mientras que en la práctica dentro de la gran mayoría de las comunidades, la fecha es simplemente irrelevante: no se discute como tal y participa de ella quien así lo desea, en ningún momento realmente se ha caracterizado por ser una tradición judía. El interés de incluirlo en esta columna surge a raíz del entorno que nos rodea y de que al final de cuentas es una celebración que se ha convertido en parte de la vida de muchos judíos.
Sin embargo, resaltando las diferencias entre una forma de actuar y otra podríamos preguntar ¿qué tradiciones judías existen donde la maldad se hace presente?, e incluso extender la pregunta a otras tradiciones religiosas y lo interesante de la respuesta es que en ninguna, o en muy pocas. Es sumamente interesante que la única celebración que reflexiona activamente sobre la maldad y la monstruosidad hasta los límites que esta fiesta los lleva, sea necesariamente una celebración completamente secular. En la mente moderna aún lo sacro se separa de lo terrorífico. Sería una sorpresa un tanto conflictiva que una tradición sacralizará la maldad, el judaísmo, sobra decirlo, la incluye en la reflexión filosófica, en los textos, en el arte, pero nunca en lo ritual.
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