Inundaciones en España durante la semana del Diluvio

El fenómeno de la Dana en España con sus inundaciones coincide con la lectura de Noaj, esta semana en las sinagogas del mundo.

Noaj es la única persona justa en un mundo ahogado en violencia y corrupción. Su misión es construir una teivá (“Arca”), con medidas y materiales específicos, envuelta de brea en su interior y exterior.

Un gran diluvio (Mabul) extinguirá toda la vida de la faz de la tierra; pero el arca flotará sobre las aguas, protegiendo a Noaj y a su familia, junto con las parejas de animales rescatadas, según su especie.

Gran cantidad de agua llueve por 40 días y noches, los mares fluyen por 150 días más antes de comenzar a retroceder.Cuando el agua baja, el arca reposa sobre el Monte Ararat.

Noaj envió un cuervo, y luego una paloma, “para ver si las aguas se fueron de la faz de la tierra”. Cuando la tierra se secó completamente, un año después, Di-s permite a Noaj, su familia y animales salir de la teivá y repoblar la tierra.

Di-s jura nunca más destruir toda la humanidad por causa de sus acciones y hace del arco iris su testimonio, un nuevo pacto con el hombre.

Noaj planta un viñedo y se embriaga con vino. Dos de sus hijos, Shem y Iafet, son bendecidos por cubrir la desnudez de su padre, mientras que su tercer hijo, Jam, es maldecido por su falta de respeto.

Los descendientes de Noaj son un solo pueblo, un lenguaje y una cultura. Desafían a su Creador al construir una gran torre como símbolo de su soberbia; Di-s confunde su lenguaje de manera que “uno no comprende la lengua del otro”, causando que abandonen su proyecto y se dispersen por la tierra.

La sección de Noaj concluye con la cronología de las diez generaciones desde Noaj hasta el que será el patricarca: Avram y la matriarca Sarai.

¿Por qué los descendientes de Noaj fueron soberbios e infantiles?

La noche del 26 de febrero de 1806 murió el padre de Alejandro Dumas autor de obras como El conde de Montecristo y Los tres mosqueteros. De solo cuatro años en ese momento, le dijeron que Dios se había llevado a su padre. El pequeño cogió el fusil de su padre y empezó a subir la escalera de su casa. «¿Adónde vas?», le preguntaron. «Voy al cielo a matar a Dios».

Se entiende que Noaj era un fiel servidor del Creador, pero no era un inspirador, no era un patriarca, no era un guía. Sus descendientes no entendieron que son sus propias acciones las que rigen su destino. Culparon al creador de la destrucción del viejo mundo. Al igual que el niño Alejandro Dumas, los hombres pretendieron eliminar al juez para no ser alcanzados por la justicia.

¿Cuántas veces hemos escuchado acerca de personas que dan soborno para evadir la autoridad? Miserables que culpan a la suerte, a sus padres, al gobierno, al sistema, a otros, por sus propias acciones erradas. Noaj no fue capaz de transmitir la experiencia, en su lugar recurrió al alcohol.

Todo lo que te pasa en la vida debe tener un sentido, un aprendizaje, no asimilar las propias experiencias es tener una existencia zombie, un muerto viviente.

Esta es la fortaleza de la voluntad ¿Vives como un niño de 4 años o aprenderás del maestro que todos los días te acompaña?

No hace falta que te diga que la vida es dura, que a veces te tendrá de rodillas, es parte de la experiencia, pero si estás dispuesto a elevarte sobre las aguas, a ratos, de repente, verás el arcoíris que aparece.

No preguntes por qué me pasa esto, pregunta para qué y qué debo aprender, porque sabes que hay vida en tu camino y cada día, es una oportunidad de aprender del maestro que hay en ti.

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