¿Cómo salvar Sodoma?

Rab Berel Wein – Nuestro padre Abraham suplica por el perdón y la supervivencia de Sodoma. Al parecer, hace el mejor trato que puede con D-os, por así decirlo. Si hay diez justos en Sodoma, la ciudad será perdonada. En Sodoma vive una población considerable, por lo que Abraham confía que de algún modo la ciudad habrá sido salvada una vez que se ha reducido a diez el número necesario de habitantes justos. Tal vez sea ésta la razón por la que Abraham no regatea por un número inferior a diez. Pero Abraham queda tristemente decepcionado. Sodoma no contiene ni diez justos y los ángeles vengadores hacen su obra de retribución y destrucción.

Mis maestros a menudo nos señalaban a mis colegas y a mí durante nuestros años en la yeshiva que Sodoma no fue destruida por sus decenas de miles de malhechores. Fue destruida porque le faltaban diez personas buenas. Una vez más, aquí en la historia de Sodoma, la Torá nos reitera el valor de un individuo, de una buena persona, de una buena acción realizada por sí misma, cómo a los ojos del Cielo la bondad siempre supera al mal. Por lo tanto, el judaísmo atribuye una gran responsabilidad al individuo y a su comportamiento personal. El Rambam señala este punto cuando afirma que antes de realizar un acto en la vida uno siempre debe considerar que el mundo entero está equilibrado en ese momento entre el bien y el mal, la salvación y la destrucción. Si el acto que se va a realizar es bueno, puede salvar al mundo entero. Y si es erróneo y malvado, egoísta e indiferente, puede condenar a toda la humanidad.

Una segunda lección inherente a la historia de Sodoma es que ni siquiera la persona más justa del mundo, nuestro padre Abraham, puede salvar a otras personas simplemente con sus bendiciones y súplicas. Las personas, las comunidades, las naciones, tienen que salvarse a sí mismas. Abraham puede guiar y enseñar, servir de ejemplo y modelo, influir y dirigir, pero en última instancia sólo Sodoma puede salvar a Sodoma, sólo Lot puede salvar a Lot. En el mundo religioso y en el mundo en general existe una gran confianza en los demás para que de alguna manera nos saquen adelante. La gente está dispuesta a invertir una gran cantidad de tiempo, esfuerzo y dinero para obtener las bendiciones de una persona justa que resuelva sus problemas. El mismo esfuerzo invertido en sus propios intentos personales de mejorarse a sí mismos en su comportamiento diario quizá produciría resultados mayores y más beneficiosos que las bendiciones de otros, por muy grandes que sean esos otros. Los rabinos del Talmud, cuando pedían bendiciones, a menudo preguntaban al suplicante: ¿Qué buena acción has hecho en tu vida? Una bendición no puede tener ningún efecto bueno si la persona que la recibe no tiene ningún mérito personal. El Talmud enunciaba la gran regla de la vida: Tu comportamiento te acercará [a Dios y a los humanos] y en la alternativa tu comportamiento te alejará de ellos. Abraham es impotente para salvar a Sodoma sin la cooperación de los habitantes de Sodoma. Esta es verdaderamente la amarga y reveladora lección de la parsha de esta semana. Todos deberíamos estudiarla e interiorizarla.

Fuente: torah.org

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Sefora: Séfora es una mujer adulta con corazón de niña, cree fuertemente en que el único sentido del hombre es ético y como tal tiene una misión en la vida. Quiere recuperar una tradición perdida y agradece a Dios todos los días haber nacido como mujer. Le gustaría llegar a ser excelente ama de casa un día. Recuerda que la raíz de su nombre es hebrea (Tzipora) y quiere decir pájaro, símbolo de la libertad; para ella, el bien más preciado. Ve en el judaísmo una fuente de vida muy valiosa y se acerca a rabinos, escritores y personajes judíos para interpretar su mundo. Busca traducir palabras bellas para que más personas puedan encontrase en este mar.