Con abrazos de agradecimiento recibieron los valencianos a los miembros de CADENA que acudieron al rescate.
El 29 de octubre, Valencia vivió lo que a los ojos de los antiguos habría parecido un diluvio. En apenas unos minutos, las calles se convirtieron en caudalosos ríos; los autos fueron arrastrados por la corriente; las plantas bajas de casas y edificios quedaron anegadas y quienes las habitaban, así como los paseantes que fueron sorprendidos por el torrente, sufrieron la arremetida natural y, en muchos casos, pagaron la experiencia con su vida.
Cientos de muertos y desaparecidos, miles de toneladas de lodo acumuladas en las calles, pérdidas materiales gigantescas y un enorme trauma colectivo fueron el saldo principal de la Dana. Además, vino una crisis política y de credibilidad para todos los órdenes de gobierno en España.Hasta el rey fue increpado por una población que se quedó esperando a que el Estado apareciera.
En medio de ese desastre, sin embargo, la ayuda llegó finalmente, aunque no de donde se esperaba. Porque, ¿qué valenciano habría imaginado que unos chicos mexicanos llegarían en su ayuda? Chicos mexicanos y judíos, miembros de CADENA, la organización de ayuda en desastres que, desde hace años, está presente cuando y donde se la necesita.
“En CADENA siempre respondemos ante todas las emergencias y ante todos los desastres y siempre buscamos llegar a los más necesitados lo más pronto posible. Entonces, en cuanto supimos de la emergencia, nos activamos como una célula de primera instancia para responder ante la emergencia”, asegura Josef Laniado, en entrevista exclusiva.
Así narra la intervención de este grupo de voluntarios durante la semana que CADENA estuvo en España:
“Llegamos primero a la ciudad de Valencia y de ahí nos dirigimos a la zona cero, que es la zona afectada, y ahí nos encontramos con un desastre inmenso y mucha, mucha, mucha afectación. De ahí, lo que estuvimos haciendo es identificar el desastre e identificar las necesidades de la población para poder dirigir los esfuerzos de los centros de acopio, para poder dirigir los esfuerzos en general, y estuvimos entregando filtros de agua, lámparas solares, y estuvimos coordinando la ayuda pisco-social, de psicólogos y psicólogas para atender los primeros auxilios psicológicos de la población, que está muy afectada también emocionalmente”.
Desde luego, CADENA no fue la única organización que acudió al rescate para suplir la tardía, escasa y no muy bienvenida ayuda gubernamental. “Estuvimos en coordinación con las autoridades, con otras fundaciones, (para) coordinar todos los esfuerzos y poder ir detectando día a día cuáles son las necesidades más puntuales de la población, y también para poder establecer una ayuda a mediano y largo plazo”.
Sobre qué fue lo que vieron sus ojos al llegar a la zona cero, Laniado asegura que “muchísimo lodo y agua. El agua llegó a dos, tres metros de altura sobre las casas. Todo se inundó, movió coches, movió toda la ciudad y lo que vi es un desastre total, todo lleno de lodo y agua”.
Pero también vio los estragos del desastre en la mente de la gente: “La población está muy afectada, no esperaban algo así, realmente los tomó por sorpresa. Y bueno, por otro lado hay muchos voluntarios, ha venido gente de todo España y de muchos lados del mundo a ayudar, entonces hay mucha gente ayudando a retirar todo el lodo, limpiando las casas…
“Y bueno, será un proceso que irá sucediendo en los siguientes días, en las siguientes semanas. Pero necesita la población ser muy resiliente y necesitamos todos ayudar mucho porque sí está muy difícil la situación. Necesitamos donar, apoyar con lo que podamos”.
Pero a veces el desastre nos acerca a lo mejor que tenemos, y es justo en situaciones de emergencia cuando nos encontramos con la humanidad de los otros, con el contacto que creíamos perdido en el caudal de lo inmediato:
“Con lo que más me quedo es con los abrazos de la gente. La población, muy agradecida con nosotros por venir de México, por venir de la comunidad judía, de las comunidades judías del mundo, y realmente nos abrazaban mucho, se impresionaban mucho y nos agradecían mucho”.
Un desastre atípico
La diferencia entre este desastre y otros en los que CADENA ha intervenido es que ocurrió en un centro urbano. “Por lo general atendemos a poblaciones más rurales, y esto definitivamente fue en la mera ciudad, por lo que también había muchos coches, todo lleno de comercio, todo lleno de casas, por eso también la afectación fue tan grande, y la cantidad de precipitación de lluvia que hubo fue inmensa, entonces realmente no tuvieron ni tiempo de hacer nada al respecto porque cayó mucha agua en muy poco tiempo y se inundó todo”.
El reto que enfrentaron Laniado y los otros dos voluntarios que CADENA envió a España para atender este desastre atípico fue mayúsculo. “Presentarte ante un escenario de tanta destrucción, pero también de tanta desinformación y de tan poca comunicación entre las localidades, entre las comunidades es muy desafiante”.
Sin embargo, “poco a poco va tomando forma y poco a poco vas entendiendo cómo manejarte en estos escenarios y cómo poder ayudar lo más posible”. Laniado asegura que CADENA estuvo también en contacto permanente con la comunidad judía local, que les prestó su ayuda para coordinar y gestionar distintas labores.
“También dejamos cierta operación aquí, con una coordinación para dejar psicólogos y psicólogas para atender el tema emocional, y con toda la distribución de los centros de acopio, también se queda gente que conocimos acá, gente increíble que va a darle seguimiento a todo lo que hemos hecho”.
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