¿Poderoso amuleto judío contra todo mal? / Desde las calles de Israel

La Hamsa forma parte de los iconos espirituales de distintas culturas. Hay quienes incluso en el islam le llaman Mano de Fátima, en referencia al profeta Mahoma.

“Hamsa” significa cinco en árabe. Tradicionalmente, árabes y judíos del Medio Oriente acostumbran a levantar su mano (cinco dedos) para protegerse contra el mal de ojo (ayin hará).

En las fuentes judías, está escrito en Éxodo 17:11 que cuando Moshé levantaba su mano los hebreos triunfaban en la lucha contra Amalek. Es posible que aquí se haya originado esta costumbre de levantar la mano para alejar el mal.

La Hamsa puede tener orígenes en el Antiguo Egipto o en Cártago (la actual Túnez) asociada con la diosa Tanit, diosa de la fertilidad, la sexualidad y la guerra.

Los registros más antiguos, datan del 244 a. e. c. en los frescos en los muros de la Sinagoga de Dura Europos en Siria.

Ahora bien, los judíos de Medio Oriente hace más de 2000 años, seguramente se vieron influenciados por la estética iconografica de la mano, que les hacía sentido con la Mano del Creador en los relatos bíblicos.

Es importante tener en cuenta que el Talmud dice que el mal de ojo solo afecta si se cree en él, si se le da importancia, si causa angustia, preocupación. Pero si no crees en ello, si lo ignoras, el mal de ojo no te afecta en absoluto. Para el Talmud, hace más de mil años, ya existía la salud mental.

Los musulmanes a menudo establecen una relación entre los cinco dedos de la mano y los cinco pilares del islam, mientras que los judíos hacen lo mismo con el Pentateuco, los cinco libros de la Torá.

En simbolismo estrictamente judío, la palabra iad se usa para mano y para potencia. La mano izquierda es de la justicia y la derecha de la misericordia, la Shehina, la manifestación femenina de La Deidad.

La madre amorosa que brinda protección.

En el judaísmo están prohibidos los amuletos, las supersticiones, darle poder a los objetos.

La Hamsa es en todo caso, es un recordatorio de la vigilancia Divina, la presencia total del Creador en las consecuencias de nuestros actos. Pero además es recordatorio de que todo lo que ocurre, por obscuro y difícil que parezca, tiene un propósito, inescrutable. Porque nada ni nadie escapa, de la Mano Vigilante del Creador.


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Ricardo Silva: