Se le conoce como el discurso de Ratisbona a la conferencia pronunciada por el papa Benedicto XVI el 12 de septiembre de 2006 en la Universidad de Ratisbona (Alemania), en donde él fuera profesor de teología.
El tema principal de tal discurso era sobre la fe y la razón a partir de la llegada del cristianismo al contexto de la filosofía helénica, en el siglo I.
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Sin embargo, hubo un momento en especial cuando el Papa Benedicto cita un diálogo que el emperador bizantino Manuel II Paleólogo mantuvo con un persa culto sobre el cristianismo y el islam, así como la relación entre violencia e islam.
Para algunos presentes, la cita era forzada e innecesaria, pero el Papa se aplicó en aclarar que para él tal comentario de Manuel II Paleólogo era inaceptable, pero al final lo que trascendió fue la cita que Benedicto hizo de ese diálogo, ocurrido en el siglo XIV:
“Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada, la fe que predicaba”.
Líderes musulmanes, que como los populistas occidentales usan la creación de enemigos para legitimar su cargo, sacaron de contexto la cita del Papa para avivar la causa islámica.
Las declaraciones acaloradas contra el discurso del Papa Benedicto, fueron las del presidente turco Erdoğan, el rey Mohamed VI de Marruecos, el ministro de relaciones exteriores pakistaní y algún otro dirigente político, que aprovecharon, para distraer a su gente de los problemas internos en sus respectivos países.
Se produjeron algunos ataques a iglesias cristianas en Belén, con el lanzamiento de botellas incendiarias contra los muros exteriores.
Acusaron al Papa Ratzinger sin haber leído siquiera el discurso. Desde Pakistán, Marruecos, Turquía, Indonesia, Egipto, Irak llovieron sobre el Vaticano críticas y exigencias de “excusas personales“.
El Papa Benedicto XVI lamentó que se pensara que lo dicho era opinión personal. Invitó a los embajadores de los países árabes y musulmanes ante la Santa Sede a oír el discurso completo.
Irónicamente el Papa desató una furia que en su discurso trataba de evitar.
18 años después, somos testigos de un extremismo religioso que se ha vuelto carta de presentación del islam radical.
Basta con mirar: la efervescencia yihadista en casi todo Medio Oriente, la demencia de Boko Haram en África, del Estado Islámico, Al Qaeda, Hezbolá o Hamás; las matanzas masivas de cristianos en África, la guerra a muerte entre suníes y chiíes, el caos islamista en Libia, en Afganistán.
Hay que aceptarlo: el islam padece un serio problema estructural, que obedece a su propia lógica, hay sectores que no avanzan en entender la libertad religiosa y la diferencia entre religión y política.
La propia religión cristiana y el judaísmo tuvieron sus momentos de extremismo, pero con el tiempo se dio lugar al debate y la diversidad. Se le debe exigir al islam transitar por ese camino.
Pero el problema es que Occidente les tiene miedo, el Papa Francisco no ha sido contundente con el terrorismo islámico y cobardemente pide que Israel demuestre que no comete crímenes en Gaza. Una hipótesis tan grosera como pedirle al Papa demostrar que en su corte no hay pedófilos.
El problema del islam no es la pobreza, ni Occidente. No, no: el problema es cultural, es religioso. Y sólo pueden resolverlo ellos. Hasta que eso no ocurra, Israel no puede aceptar la solución de dos estados, ni dejar de defenderse de manera contundente.
Israel se obliga a la legitima defensa, no puede ser sumiso como Occidente, Israel no debe permitir que esta patología ajena nos arrace.
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