Finales de noviembre. Israel. Estamos en la casa de Itzhak Herzog, el presidente, en una reunión organizada por Keren Hayesod, y entre la nutrida concurrencia hay una figura que sobresale por su aspecto.
Una barba larga y blanca que desciende hacia el vacío en apretados conos invertidos. Ojos pequeños y brillantes que sonríen tras los cristales rectangulares. Sombrero y traje negros. El atuendo típico de un rabino ashkenazi.
Pero él no es un típico rabino ashkenazi o, al menos, no uno cualquiera. Se trata de Berel Lazar, el gran rabino de Rusia y, como estamos a punto de saber, una figura importante en el entramado de relaciones bilaterales entre ese país y este, donde hoy nos encontramos para entrevistarlo, en exclusiva.
“Es muy fácil y muy cómodo ser judío en Rusia. No hay antisemitismo y contamos con el apoyo del gobierno y de toda la gente que nos rodea. La gente entiende lo que está pasando en Israel”, responde cuando inquirimos sobre la situación de los judíos en Rusia.
Luego dedica una breve frase a la guerra que libra Rusia: “La situación con Ucrania es muy dolorosa y difícil. Estamos orando para que haya paz muy pronto”.
Esa línea de ideas lo lleva al tema que para él es más importante: la paz en Israel. “Por supuesto, si queremos que haya una paz verdadera en Israel, debemos deshacernos de todos los terroristas. De los locos de Hamás y su organización quienes, por desgracia, no solo son inhumanos sino que no tienen derecho a existir”.
“Deben ser completamente destruidos si queremos tener paz en Israel, con la ayuda de Dios”.
Es decir, según la visión del gran rabino de Rusia, para que haya paz es necesario destruir al enemigo.
“La paz para la humanidad es la preparación para la llegada del Mesías.”
“Para eso oramos y es en eso en lo que estamos trabajando, para atraer a un judío más a su pueblo y a Dios y su Torá, y que cada uno haga lo que pueda para hacer del mundo un lugar mejor, un lugar mejor para el Mesías”.
Dos extraños aliados: EE.UU y Rusia
Para Israel, la guerra entre Rusia y Ucrania puso al desnudo una contradicción: ser aliado simultáneamente de Putin y de Zelensky, de Occidente y de la Rusia cuasidictatorial de un gobernante acusado de encarcelar e incluso matar a sus opositores políticos.
La contradicción de tener el apoyo irrestricto de Estados Unidos, enemigo histórico y actual de Rusia, pero sin distanciarse de Rusia, cercana a Siria y a Irán, ambos enemigos acérrimos del Estado judío.
“El presidente Putin ha sido un gran apoyo para Israel con todo lo que está sucediendo. Con la situación de los rehenes y muchos otros problemas que ocurren en esta región, con Siria, con Irán, con toda esta loca situación en la que estamos”, dice con cierta ambigüedad el gran rabino.
“Gracias a Dios hemos tenido un muy fuerte apoyo de nuestros amigos y esperemos que estoy traiga buenos resultados y que haya paz”, complementa.
Luego, el gran rabino de Rusia confiesa que él mismo ha tenido un rol importante en el acercamiento entre Netanyahu y Putin.
“La reunión que tuvo Bibi (Netanyahu) con Putin ocurrió, de hecho, en mi oficina. Bibi dijo que ese era el comienzo de muchas bendiciones para Israel. Esperemos que muchas otras reuniones se produzcan y que sean puentes para acercar a nuestra gente”.
Asegura que “hacemos lo que podemos para ayudar a que los dos países se acerquen y para encontrar maneras de coordinar y cooperar en muchos proyectos diferentes”.
Pero, ¿qué puede hacer la comunidad judía de la Diáspora, desde los países que no tienen incidencia en el conflicto, para ayudar a Israel ahora mismo?, se le pregunta.
Los judíos de la Diáspora, dice, tienen que pensar en todo momento de qué manera pueden ayudar a Israel en Israel, antes que nada. Y luego, “Detener lo que está pasando en el mundo”.
Se refiere al auge del antisemitismo, azuzado por el conflicto entre Israel y Hamás, primero, y con el Líbano después.
Por eso piensa que los judíos tienen que “hacer que la gente entienda lo que defendemos. Nuestro objetivo es la paz. Nuestro objetivo es traer luz al mundo”.
El gran rabino de Rusia cree que esa es la misión individual de cada judío como individuo y del pueblo judío como conjunto. “Lo primero es entender que tenemos una misión especial de Dios para preparar al mundo para la venida del Mesías”, insiste.
Eso implica “ser un ejemplo para las naciones, lo que significa vivir una vida con valor eterno. El pueblo judío ha permanecido aquí solo porque tiene a la Torá, porque tiene la tradición.
“En el momento en que la gente vea cómo respetamos todos nuestros valores, van a respetar a Dios, se van a conectar con Dios, que es parte de nuestra misión. Y también saber que no vivimos para nosotros mismos” dice el gran rabino de Rusia. “Ningún judío piensa que su objetivo en la vida es volverse más rico, vivir con ´mas comodidad, comer bien o tener una mejor casa”.
“Vivimos por una misión, que es ayudar a los otros a ser felices y a sentir que su corazón está repleto”.
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