El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, subió al estrado de testigos por primera vez el martes (10 de diciembre) en su prolongado juicio por corrupción para dar testimonio que probablemente lo obligará a hacer malabarismos durante semanas entre la sala del tribunal y la sala de guerra.
Netanyahu, de 75 años, es el primer primer ministro en funciones de Israel en ser acusado de un delito. Es el líder que más tiempo lleva en el poder en el país, habiendo estado en el poder casi consecutivamente desde 2009.
“He estado esperando ocho años por este momento para decir la verdad”, dijo Netanyahu a los tres jueces que escuchan el caso. “Pero también soy un primer ministro… Estoy liderando al país a través de una guerra de siete frentes. Y creo que las dos cosas se pueden hacer en paralelo”.
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Sonrió confiado cuando entró en el Tribunal de Distrito de Tel Aviv alrededor de las 10 de la mañana, hora local. El juicio se trasladó de Jerusalén por razones de seguridad no reveladas y se celebró en una sala subterránea, a 15 minutos a pie de la sede de defensa del país.
Antes de que Netanyahu subiera al estrado, su abogado Amit Hadad expuso a los jueces lo que la defensa sostiene que son fallos fundamentales en la investigación. Los fiscales, dijo Hadad, “no estaban investigando un crimen, estaban persiguiendo a una persona”, según Channel News Asia.
Unas pocas docenas de manifestantes se reunieron fuera del tribunal, algunos de ellos simpatizantes y otros exigiendo que haga más para negociar la liberación de unos 100 rehenes que aún están retenidos por Hamás en Gaza.
Israel ha estado librando una guerra en Gaza contra el grupo militante palestino durante más de un año, durante el cual Netanyahu había obtenido un aplazamiento para el inicio de sus comparecencias ante el tribunal. Pero el jueves pasado, los jueces dictaminaron que debe comenzar a testificar.
Netanyahu, acusado de soborno, fraude y abuso de confianza, testificará tres veces por semana, dijo el tribunal, a pesar de la guerra de Gaza y las posibles nuevas amenazas que plantea la agitación más amplia en Oriente Medio, incluida la vecina Siria.
Netanyahu fue acusado en 2019 en tres casos que involucraban regalos de amigos millonarios y por supuestamente buscar favores regulatorios para magnates de los medios a cambio de una cobertura favorable. Niega haber cometido cualquier delito.
En el período previo a su fecha de audiencia en la corte, Netanyahu revivió la retórica familiar de antes de la guerra contra las fuerzas del orden, describiendo las investigaciones en su contra como una caza de brujas. Niega los cargos y se ha declarado inocente.
“La verdadera amenaza a la democracia en Israel no la plantean los representantes elegidos por el público, sino algunas autoridades policiales que se niegan a aceptar la elección de los votantes y están tratando de llevar a cabo un golpe de Estado con investigaciones políticas rabiosas que son inaceptables en cualquier democracia”, dijo en un comunicado el jueves.
En una conferencia de prensa el lunes por la noche, Netanyahu expresó su indignación por la forma en que se había tratado a los testigos durante las investigaciones.
Divisiones entre el público israelí
Antes de la guerra, los problemas legales de Netanyahu dividieron amargamente a los israelíes y sacudieron la política israelí a lo largo de cinco rondas electorales. El intento de su gobierno el año pasado de limitar los poderes del poder judicial polarizó aún más a los israelíes.
El impactante ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023 y la consiguiente guerra en Gaza eliminaron el juicio de Netanyahu de la agenda pública mientras los israelíes se unían en el dolor y el trauma. Pero a medida que la guerra se prolongaba, la unidad política se desmoronaba.
En las últimas semanas, mientras que los combates disminuyeron en un frente tras alcanzar Israel un alto el fuego con Hezbolá, aliado libanés de Hamás, los miembros del gabinete de Netanyahu, incluidos sus ministros de justicia y policía, se han enfrentado con el poder judicial.
Sus problemas legales internos se agravaron el mes pasado cuando la Corte Penal Internacional (CPI) emitió una orden de arresto contra él y su ex jefe de defensa Yoav Gallant, junto con un líder de Hamás [muerto], por presuntos crímenes de guerra en el conflicto de Gaza.
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