George Nicolaus, jefe del espionaje del Tercer Reich para Latinoamérica

Especial para Enlace Judío.- México no fue neutral durante los primeros dos años de la Segunda Guerra Mundial sino que contribuyó a alimentar a la insaciable maquinaria de guerra del Tercer Reich con toneladas de metales estratégicos que fueron enviados de contrabando a través de los puertos de Tampico y Veracruz, por espías del ejército alemán.

Fueron muy exitosos en esa actividad y otras operaciones de Inteligencia gracias a la protección que les brindaron militares y funcionarios del más alto nivel en el gobierno de Manuel Ávila Camacho.

Además, desde abril de 1938 el presidente Lázaro Cárdenas había comenzado a vender el 70 por ciento del petróleo recién expropiado a la Alemania de Hitler.

El crudo azteca fue acumulado durante el primer año para posteriormente ser utilizado por el ejército del Tercer Reich para que su aviación, infantería y marina invadieran primero Polonia e inmediatamente después el resto de Europa.

El grupo de espías que mandó el ejército germano encabezados por el Capitán Georg Nicolaus realizaron también actividades de espionaje trascendentes sobre el avance tecnológico y los movimientos militares de los Estados Unidos.

Las actividades de Nicolaus incluyeron sabotajes en el puerto de Tampico, donde intentaron hundir un barco carguero británico pero su operación más relevante para la Armada alemana fue colocar bases secretas en islas del Golfo con combustible y suministros para que sus submarinos no necesiten regresar a Europa a restablecer combustible. Esas bases en pequeñas islas les permitea los submarinos germanos hundir cientos de buques ingleses que trasladan los alimentos y recursos que necesita Inglaterra.

Esa operación militar fue descubierta por los espías ingleses que estaban bajo el mando de Williams Stephenson, jefe de la Coordinación de Seguridad Británica que operaba desde Nueva York.

Para 1941 conocieron que el petrolero estadounidense William Rhodes Davis, aliado de los nazis, no sólo estaba comprando grandes cantidades de crudo para la Alemania de Hitler. También detectaron que se involucró en esa sofisticada operación secreta en las costas mexicanas a favor de la Armada del Tercer Reich que operaba en el Atlántico y el Golfo de México.

En el verano de 1941 los espías británicos conocieron los detalles sobre cómo Rhodes Davis y aliados mexicanos estaban edificando esas pequeñas bases para suministrar combustible a los submarinos del Tercer Reich en desconocidas islas del Golfo de México, como la Isla de Lobos, ubicada frente al puerto de Tuxpan, como su base central.

En el proyecto participó el diplomático alemán Doctor Joachim A. Hertslet, quien era canciller de la embajada nazi en la ciudad de México.

Para esa época Rhodes Davis también estaba contrabandeando petróleo mexicano ya que el Presidente Cárdenas había cancelado su venta para Adolfo Hitler, antes de que terminara su sexenio. En respuesta Davis y Hertsler organizaron una intrincada y sofisticada red para conseguir el crudo y enviarlo a Alemania a través Panamá, Italia, Japón y por la provincia marítima siberiana de Primorski.

Los agentes británicos que vigilaron al petrolero concluyeron que la manera más rápida de poner fin a esos proyectos era “eliminar a Davis de la escena”.

Semanas después Williams Rhodes Davis falleció de un súbito ataque cardíaco.

Los detalles de las diversas operaciones de Inteligencia que realizó Nicolaus y su grupo para el régimen nazis desde la capital mexicana, su captura y sobre los funcionarios mexicanos que lo protegieron, entre ellos el Secretario de Gobernación Miguel Alemán Valdez, están contados en mi nuevo libro titulado “Georg Nicolaus, el espía que puso a Latinoamérica al servicio del Tercer Reich”.

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