Eduardo Prado no necesita ser judío para entender que “la parte lógica, la parte factual, científica” del conflicto entre Israel y sus vecinos le da la razón al Estado judío.
Quizás muchos no judíos, como él, piensen de la misma forma.
Pero, a diferencia de otros, Prado se atreve no solo a expresarlo abiertamente sino a realizar un activismo que va desde visitar frecuentemente a Israel, y portar camisetas y gorras con leyendas, hasta marchar cada domingo por la liberación de los rehenes israelíes secuestrados por Hamás el 7 de octubre. Su activismo, claro, le ha traído toda clase de consecuencias.
Enlace Judío conoció su historia y quiso conversar con él. Conocer sus motivaciones y sus ideas. Entender qué lleva a una persona que no posee vínculos directos con Israel a defenderlo en el momento en que más presión internacional se cierne contra ese país, y saber su opinión sobre cómo podría Israel revertir la opinión pública mundial, que hoy lo condena sin grandes reservas.
La primera pregunta es qué lo motiva a ejercer este polémico activismo. Los datos objetivos, responde, y agrega: “Y por otro lado, pues sí va aparejado también con con una parte emocional, una parte de amistades, de círculo de amigos, viajes y demás que me han hecho estar muy cercano a la causa y a todos ustedes.
“La parte factual es la historia de los judíos en Israel. No son colonizadores. El pueblo judío en Israel es nativo de Israel por miles de años”.
Debido a lo anterior, la existencia del Estado de Israel, dice, es natural.
Más aún: “Todas las guerras que han existido, prácticamente ninguna ha sido iniciada por Israel, sino que han sido guerras de defensa. Y lo más importante es que cuando se ha presentado la oportunidad de tener la paz, Israel ha ‘brincado’ de inmediato a tener la paz con todos sus vecinos, con quien ha querido tenderle la mano”.
Ofrece como ejemplo los famosos Acuerdos de Abraham, mediante los cuales Israel abrió relaciones con cinco países del mundo árabe, además de Egipto y Jordania, con quienes ya había alcanzado la paz previamente. “Todo eso demuestra realmente que el acercamiento ha sido totalmente pacífico. La parte de justificación de ‘¿tiene Israel derecho o no existir?‘, pues creo que la parte factual demuestra por qué sí tiene derecho a existir, por qué existe”.
Prado es egresado de Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana, en la Ciudad de México. Vive en Países Bajos y cuenta con una amplia experiencia en alta dirección, logística, servicios de venta y al cliente en diversas ciudades del mundo. Pero fue en la escuela, mucho antes, que comenzó a tejer su entramado de amistades con personas de la comunidad judía.
“Yo crecí en escuela americana, aquí en México. Casi la mitad de mis amigos, compañeros de la escuela, eran judíos. Crecimos juntos, muchas amistades, muchos amigos”, nos cuenta y agrega: “yo creo que esta formación en esta escuela americana, que era totalmente laica, nos permitió realmente tener esta apertura y esta cosmovisión a que todos somos iguales y que todos somos mexicanos”.
Además, “del lado de la familia de mi mamá también tengo algo de ascendencia. Nosotros no somos judíos, pero tengo el lado de la familia de mi mamá. Tengo primos lejanos, tíos lejanos con los cuales crecimos”. Su primer viaje a Israel y las múltiples lecturas que realizó acerca del tema terminaron de definir una postura que hoy defiende a capa y espada, incluso si eso trae como consecuencia la interrupción de relaciones con personas de ideas opuestas y poco tolerantes.
Una larga relación
Ya desde los años de universidad, Prado quiso titularse con una tesis respecto al derecho a existir del Estado de Israel. Sin embargo, su universidad no se lo permitió. “Pero siempre quedó (en él) como un tema muy interesante”. Aunque él y la compañera judía con quien había pretendido colaborar en aquella investigación desistieron, pero su destino parecía sellado de cualquier manera.
“Finalmente tuve que hacer un tema ya más ligado a donde yo trabajaba, de logística y transporte, pero pues eso me llevó a querer conocer el país. Yo viajo muchísimo por todos lados y desde la primera vez que fui quedé encantado. Quedé enamorado de todo lo que vi allá, y he tratado, salvo en la pandemia, de estar por lo menos una vez al año. Acabo de estar en mayo y consideraba muy especial (hacerlo), ahora que está el país en guerra y en esta situación, para demostrar el apoyo”.
Dice que la idea de que es peligroso ir ahora mismo a Israel “es una falacia”, e invita a todo el mundo a que lo haga. La gente podría descubrir, como él, “el multiculturalismo que hay, el respeto que hay a todas las religiones, a todas las posiciones. Vas a Jaffa y hay una mezquita que hace su llamado a orar, etcétera, está el altavoz, etcétera y es con toda la libertad del mundo que están ellos ejerciendo esto.
“Hay iglesias católicas, iglesias cristianas, es un centro de negocio. Entonces, este multiculturalismo que existe y esta libertad que existe, yo creo que es lo que también hace al país tan grande. O sea, yo viví, trabajé mucho tiempo en Holanda y yo creo que también eso parte de ese respeto que existe, ese multiculturalismo y esa apertura es lo que hace grande al país“.
Sobre Israel le gusta todo: “La comida es increíble, los museos son fabulosos, el clima es increíble. Escuchas todos los idiomas porque lo que la gente no sabe es que Israel ahí hay una comunidad muy fuerte francesa, hay una comunidad americana muy grande, una comunidad rusa. Entonces, tú estás en Tel Aviv y es como si estuvieras en Manhattan. No hay una identidad única judía. O sea, sí, hay un país, hay una religión, pero hay un mosaico de culturas y de grupos impresionante que hace al país también súper atractivo”.
En sus últimas visitas, asegura, ha constatado que Israel “es un país muy resiliente, es un país increíble, la gente está viviendo, está trabajando, está haciendo un esfuerzo, está tratando de llevar su vida dentro de lo normal que pudiera ser. La gente es muy, muy positiva. Sí, obviamente, se siente un ambiente delicado, pero al mismo tiempo, a pesar de ser un país en guerra, el país está corriendo, el país está viviendo.
“Entonces, pues creo que Israel es un ejemplo para todos los demás países donde vivimos situaciones difíciles, particularmente en México, que vivimos en un estado de seguridad delicado y demás, que tenemos que seguir, tenemos que trabajar, tenemos que estar juntos y seguir moviéndonos hacia adelante”.
Durante su última estancia en Tel Aviv, Prado ocupó cada mañana en asistir a la Plaza de los Rehenes o Hostages Square, donde aprendió a alzar la voz para reclamar que las autoridades y los captores hagan todo lo posible por traer de vuelta a quienes ya llevan más de un año atrapados en el infierno subterráneo construido por Hamás bajo las ciudades palestinas.
Aprovechaba para visitar el Museo de Arte Moderno, “uno de mis museos favoritos”, y trajo consigo camisetas, bandas y parafernalia alusiva. Un día, mientras desayunaba, ataviado con esas prendas, una pareja de amigos judíos lo vio y, sorprendida, lo invitó a participar en la edición mexicana de “Run for the their lives“, la carrera que sirve como pretexto para exigir el retorno de los secuestrados.
Su activismo, admite, le ha traído algunos problemas. “Aunque creo que normalmente tú haces tu vida con gente que es un poco similar a ti. Una gran cantidad de amigos míos son de la misma idea, de la misma filosofía con respecto a Israel. Pero sí ha habido otros casos en los cuales ha habido distanciamientos, ha habido personas que han suspendido su trato conmigo o que yo he tenido que suspender el trato”.
Pero incluso eso lo mira positivamente: “creo que también ha sido como un proceso de purificación, de depuración de contactos, de algunas personas que realmente tienen ideas con las cuales yo no estoy de acuerdo o ellos no están de acuerdo conmigo. Y ha servido también para saber dónde estoy posicionado con ciertos círculos”.
Una solución posible
No es que Prado no esté consciente de esa narrativa que pinta como imposible para Israel y para los judíos deshacerse de una buena vez de la animadversión de buena parte del mundo, sino que no se la cree. Así como, en el ámbito profesional, ha dicho que 90% de los problemas que tienen las empresas con sus clientes tienen solución, cree que incluso este asunto, uno de los más complejos, la tiene y, además, no es tan complicada.
“Pareciera que es muy complejo y muy difícil, pero yo creo que es muy fácil. Yo pienso que la cantidad de cosas buenas y fabulosas que tiene Israel, que tiene la comunidad a nivel mundial, tanto a nivel histórico como a nivel actual, con lo que se está moviendo hacia el futuro, es inmenso.
“Entonces yo creo que debería existir una campaña precisamente de educación y de conocimiento, que la gente vea todo eso, porque cuando tú lo ves actualmente y lo conoces y lo ves y dices ‘¡wow!’ Y cuando veas que tenemos más cosas en común que cosas diferentes, eso por sí solo yo creo que es el mejor elemento de venta. Entonces a mí me ha tocado, cuando tengo oportunidad de poder compartir este tipo de cosas, la mayoría de la gente realmente está de acuerdo y se une a lo que es nuestra causa”.
El “desconocimiento de los hechos factuales”, cree, explica la opinión negativa que el mundo tiene sobre Israel, y cree que la solución puede estar en ofrecer información objetiva “sin que sea parcializada, sin que la dé alguien que está a favor”, puede ser la clave para que más y más gente cambie su punto de vista sobre el derecho de Israel a existir, su relación con sus vecinos y, finalmente, su actuación en Gaza contra Hamás, que ha causado ya más de 40 mil muertes.
Prado considera conveniente “sí, combatir todo lo que es la parte del antisemitismo, es muy importante hacer conciencia de eso, pero yo creo que con la misma fuerza debería de existir esta venta, esta promoción de lo que es real. De ‘ven, conóceme y después júzgame’.”
Respecto a si le corresponde solo a los judíos defender a Israel, Prado segura que “esto es un problema de defender los intereses del mundo occidental, de la cultura occidental. Yo sí creo que los valores de democracia, libertad, política, religiosa y demás son los valores de la cultura occidental. E Israel vive eso todos los días.
“Entonces, es la embajada de los valores occidentales en esta zona del mundo. Por eso yo creo que eso es un problema mundial y que todos debemos de participar en eso. No es un problema exclusivamente del pueblo judío ni exclusivamente de un país que probablemente territorialmente sea pequeño, pero que tiene un impacto geopolítico y cultural inmenso alrededor del mundo”.
Desde su perspectiva, manifestaciones como la que jóvenes mexicanos llevaron a cabo durante la FIL Guadalajara, en la que increparon a escritores judíos, obedecen a ese “desconocimiento de la realidad. “S mí me ha tocado con personas que comparten ese tipo de puntos de vista, cuando platicas con ellos y le dices ‘¿tú conoces este hecho? ¿Sabías los hechos reales?’ Y realmente no los conocen. Es muy sencillo tomar una posición radical sin conocimiento, entonces yo creo que 90% (de su hostilidad hacia Israel) es este desconocimiento de los hechos reales”.
Como alguien que tiene nacionalidad de Países Bajos, Prado lamentó profundamente lo ocurrido recientemente, cuando un grupo de fanáticos persiguió y golpeó a aficionados del Maccabi Tel Aviv de futbol. Sin embargo, asegura que esos hechos no reflejan la visión de la mayoría en la sociedad de aquel país, “que respeta muchísimo las opiniones de cada individuo. El país gira alrededor de la libertad religiosa y de opinión política”.
Finalmente, se despide con un mensaje para quienes hoy en día no están seguros de compartir su punto de vista: “Yo los invito a que viajen, que visiten Israel, que lo conozcan, que lo disfruten. No, no tengan miedo de visitar el país. El país es muy seguro, el país es muy amigable.
“Van a tener la mejor experiencia de su vida en todos los aspectos: cultural, gastronómica. Si te gusta la playa, pues es el mejor lugar. Y ya después de eso, piensen y decidan qué es lo que van a hacer. Pero vayan, visiten y estén allá, es lo mejor. Incluso ahorita, en este momento. Yo acabo de regresar: es seguro estar allá. Hay que tener precauciones normales, como las que tienes en cualquier ciudad grande. O sea, cuando vas a París, cuando vas a Bruselas, cuando vas a Holanda, tienes que tener cierto tipo de precauciones y cuidados”.
“Aquí es lo mismo, pero puedes existir, puedes ir, puedes vivir. Y es fabuloso”.
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