Aviones de guerra israelíes atacaron el pasado jueves a las fuerzas hutí en Yemen en respuesta a los repetidos ataques con misiles balísticos y aviones no tripulados contra Israel que se han incrementado en las últimas semanas, dijo el ejército.
Los ataques siguieron a días de las advertencias de líderes israelíes que prometieron reprender al grupo terrorista respaldado por Irán después de ataques casi diarios al centro de Israel.
Tras estos últimos ataques el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa, Israel Katz, prometieron seguir atacando al grupo y “perseguir y encontrar ” a sus líderes.
Entre los objetivos figuraban “la infraestructura utilizada por el régimen terrorista hutí para sus actividades militares” en el Aeropuerto Internacional de Saná, la capital controlada por los hutíes, la planta de energía de Hezyaz, en las afueras de la capital controlada por los hutíes.
Los aviones también atacaron la infraestructura de los puertos de Hodeida, Salif y Ras Qantib en la costa, incluida otra planta de energía.
Es necesario recordar que el régimen terrorista hutí ataca de manera recurrente al Estado de Israel y a sus ciudadanos, lanzando vehículos aéreos no tripulados y misiles tierra-tierra hacia el país.
Las infraestructuras destruidas han utilizado por parte del régimen terrorista hutí, entre otras cosas, para el transporte de armas iraníes y la llegada de altos funcionarios iraníes a la región.
Los objetivos atacados demuestran el uso militar que el régimen terrorista hutí hace de infraestructuras civiles con fines terroristas, al igual que Hamás y Hezbolá.
Es necesario entender cómo funciona el cerebro de los extremistas hutí, que está muy lejos de perseguir la justicia o el bienestar de su gente.
A finales de 2021, la ONU informó que, de 150 000 a 300 000 personas han muerto en los combates y otras 227 000 han fallecido a causa de las consecuencias indirectas del conflicto interno entre las distintas facciones en Yemen.
Es increíble cómo el mundo no se horrorizó en su momento por esta catástrofe. Para los extremistas, los muertos son combustible para sus intereses y si Israel se involucra, mucho mejor.
Janucá nos recuerda la defensa armada de nuestra cultura, nuestra fe, nuestra existencia, pero voy a confesar algo: no disfrutamos este camino, difícilmente encontraremos a un israelí feliz porque su hijo, su esposa, esposo vaya a la guerra. Odiamos que nuestros hermanos estén en el campo de batalla, lejos de casa.
Por ello el milagro deseado es vivir la existencia judía en paz, con el mundo, nuestro hogar.
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