En este 2024 que llegó a su final, como un asunto excepcional, lo cual ocurre cada cierto número de años, la festividad judía de Janucá (en el calendario hebreo es el 25 de Kislev), cayó simultáneamente con la Navidad. Ambas conmemoraciones tienen profundas raíces judías.
Janucá es la festividad que celebra la independencia del yugo de un imperio y la consecuente libertad, en particular la libertad de culto; y la Navidad, enaltece el amor a la humanidad, sintetizado en un versículo del libro Levítico, del Antiguo Testamento: “Ama a
tu prójimo como a ti mismo”. Posteriormente, fue popularizado por Hillel, el sabio judío quien señaló: “No le hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”. Sin la menor duda, la relación entre el judaísmo y el cristianismo es tal como, en 1986, en su histórica visita a la sinagoga de Roma, el Papa Juan Pablo II llamó a los judíos “nuestros hermanos mayores en la fe”.
Janucá tiene un trasfondo religioso, pues recuerda el milagro ocurrido con una pequeña vasija de aceite que servía para un solo día y duró los ocho días necesarios para la elaboración de más cantidad de aceite, tras la recuperación del Templo de Jerusalén. A la
vez, es una festividad con gran sentido nacional: más allá de ese mágico milagro, está otro más admirable y valioso: el de la libertad para seguir siendo judíos practicantes, el derecho reconquistado en ese combate victorioso alcanzado por los Macabeos (el movimiento judío
insurrecto), un pequeño grupo de guerreros, en su enfrentamiento contra el imperio griego que aspiró a helenizar al pueblo de Israel.
De esta manera, esta celebración que evoca la recuperación de la emancipación judía hace unos dos mil doscientos años, demuestra la existencia de la nación de Israel en su propio territorio al cual, siglos después, por asuntos políticos, otro imperio, el romano, le confirió
el erróneo nombre europeo de Palestina.
Por más que sectores extremistas como los grupos radicales islámicos y/o movimientos de ultraizquierda manipulen los hechos, el rigor de las investigaciones científicas no dejan espacio a las presunciones infundadas que pretenden desfigurar la memoria e instituir versiones acomodaticias sobre los acontecimientos ocurridos en lejanos tiempos, intentando imponer ficciones serviles a proyectos perversos, como la destrucción del Estado de Israel.
Sin embargo, gestas como la que Janucá inmortaliza, proveen de sólidos testimonios que glorifican la realidad histórica. La luz esperanzadora que animó a los Macabeos, persiste en la memoria colectiva del milenario pueblo judío a fin de vencer peligros como el que significan las bandas terroristas, yihadistas y genocidas Hamás, Hezbolá, los hutíes y el régimen de los ayatolás, especialmente comprobado luego del fatídico 7 de octubre de 2023. Día a día, desde su moderno renacimiento, el Estado judío crea milagros de
subsistencia y reivindica lo indispensable de su existencia, puesta a prueba durante estos últimos 15 meses.
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