El estudio comparativo de países democráticos que conocen los apremios e imperativos de una guerra revela que en tiempos de tensión bélica brotan frenos e inhibiciones en la libertad ciudadana.
Un hecho que nuestro país asimiló desde las primeras etapas de su formación y desarrollo. Así, los episodios bélicos que le abruman desde entonces nunca han reducido la validez y el espíritu de la democracia.
Feliz dialéctica que puede deshacerse en estos días cuando observamos con lucidez el actual y conflictivo entorno político en Israel.
Dos personajes y las ideologías que enarbolan ejemplifican el cuadro descrito.
Aludo a Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich quienes en calidad de ministros de Seguridad Nacional y Finanzas en el gobierno israelí controlan respectivamente las fuerzas policiales y las finanzas del país.
Atenderé en esta página al primer personaje que por diversas circunstancias hoy ha conquistado presencia y autoridad en el escenario nacional.
En alguna otra ocasión aludiré al segundo.
Pocos dudan que el itinerario personal y político de Itamar Ben Gvir es hoy insoslayable cuando se considera la conflictiva realidad del país.
Cabe recordar que, como adolescente, Ben Gvir militó activamente en las filas del rabino Meir Kahana, personaje que como miembro de la Knéset exigió la expulsión de la amplia minoría árabe del país, esto es, algo más del 20 por ciento de la población, y la formación de un gobierno autoritario presidido por normas e interpretaciones rabínicas del texto bíblico-talmúdico.
En aquellos días, el joven Ben Gvir animaba muchedumbres de jóvenes que predicaban los principios kahanistas y maldecía públicamente a figuras políticas, Yitzhak Rabin y Shimon Peres entre ellos, que aseguraban la democracia en nuestro país.
Ya entonces, Ben Gvir revelaba un nervioso e inestable perfil que condujo a la autoridad militar a liberarlo excepcionalmente de cualquier exigencia o servicio.
Sin embargo, en su calidad de Ministro de Seguridad Nacional, supervisa hoy todos los servicios policiales al tiempo que ofrece con mínimo control pistolas y rifles a los ciudadanos que los soliciten.
Cabe indicar que durante algún tiempo Netanyahu se abstuvo de enhebrar encuentro alguno con Ben Gvir.
En los últimos meses, sin embargo, con el propósito de preservar su poder, Bibi debió otorgarle el anotado cargo en el gabinete.
Y consciente de las ambiciones de Ben Gvir, Netanyahu resolvió en los últimos días insertar a Gideon Sa’ar en el gabinete con el fin de contenerlas.
En cualquier caso, Ben Gvir y sus seis representantes en la Knéset constituyen un ineludible sostén de la presente coalición gubernamental.
Sus intenciones son claras: reducir la presencia árabe en el país, anexar Judea y Samaria y alentar colonias judías en Gaza.
Le anima la convicción de que estas medidas conducirán al dominio excluyente de nuestro país en el Medio Oriente.
Así, la estabilidad de la coalición gubernamental depende hoy de su firme apoyo al tiempo que el total control de las fuerzas policiales le concede un amplio peso en el escenario nacional.
Si este inquietante escenario no es sustancialmente corregido, juzgo que Ben Gvir cambiará radicalmente los futuros rumbos de la sociedad israelí.
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