“Después del 7 de octubre el miedo volvió hacia mí…”
El viernes 24 de enero, una solemne ceremonia marcó el Día Internacional en memoria de las víctimas del Holocausto, un evento que reunió a más de mil alumnos de colegios judíos y no judíos, miembros de la comunidad judía y 11 embajadores de diversas naciones.
El evento, coordinado por Fanny Zajontz, inició con el himno nacional mexicano.
El evento, titulado “La niña de la maleta, un rayo de luz en la oscuridad”, tuvo como invitada especial a Giza Alterwajn, una sobreviviente del Holocausto residente de Uruguay quien, oculta dentro de una maleta, fue rescatada del ghetto de Varsovia cuando era apenas una bebé. En una emotiva entrevista, Giza relató su historia de supervivencia, que entrelaza el sufrimiento de la víctima y el heroísmo de una familia que la acogió y cuidó durante la guerra, “criándola como una más de sus hijos, abriéndole las puertas de su hogar y de su corazón”.
Al inicio del evento, la Embajadora de Israel, Einat Kranz Neiger, pronunció un emotivo discurso que conmovió a los presentes, enunciando que “hoy 80 años después de la liberación de Auschwitz, nos reunimos, no sólo para recordar el sufrimiento, sino también para reafirmar el legado de resistencia y resiliencia de aquellos que sobrevivieron.” Su intervención continuó, subrayando la relevancia del recuerdo en los tiempos actuales:
“Hoy, la memoria del Holocausto también debe guiarnos a reflexionar sobre los desafíos contemporáneos, el 7 de octubre de 2023 otro ataque de odio y barbarie golpeó el pueblo judío”.
La Embajadora cerró su intervención con palabras de esperanza y fortaleza, destacando que “a pesar de este sufrimiento, la historia de los sobrevivientes nos ofrece un mensaje de esperanza después de la Shoá, el holocausto, el pueblo judío se levantó, fundó un hogar en la tierra de Israel y logró establecer una nación próspera, vibrante y fuerte”. El discurso de la Embajadora resonó profundamente, dejando un mensaje claro: la memoria no solo debe ser preservada, sino también convertirse en un faro que guíe hacia un futuro de unidad y paz.
Posteriormente, Avi Meir tomó la palabra para ofrecer un reflexivo discurso, en el que enfatizó el valor de liberar a las personas que están en cautiverio, lo que representa un principio sagrado que refleja el respeto por la vida humana: “Hoy como pueblo pedimos y exigimos liberar a los israelíes…” palabras que afirmó con firmeza, mientras subrayaba la necesidad de comenzar un proceso de paz y tranquilidad.
Con estas palabras, Avi Meir no solo recordó la importancia de la liberación histórica, sino que también hizo un llamado a la acción, instando a trabajar por un futuro más pacífico.
El evento continuó dando paso a la entrevista. La Doctora en Ciencias Políticas, Yael Siman, académica de la Universidad Iberoamericana, condujo esta profunda entrevista en la que Giza Alterwajn, sobreviviente del Holocausto, compartió sus recuerdos y su historia. Giza narró que nació en el ghetto de Varsovia en noviembre de 1940, donde sus padres enfrentaron un trágico destino; su madre fue trasladada al campo de exterminio de Treblinka, donde falleció siendo una de las primeras víctimas, mientras que su padre fue llevado a Auschwitz.
Ante el inminente peligro, sus padres tomaron la desgarradora decisión de sacar a Giza del ghetto ocultándola dentro de una maleta para que ella sobreviviera. Con la ayuda de organizaciones humanitarias que se dedicaban a sacar a niños del ghetto, lograron trasladar a Giza, escondida en una maleta, a un hogar cristiano polaco, donde la familia que la acogió la crio como una hija más.
La sobreviviente del Holocausto enunció que tuvo la fortuna de llegar a un hogar privilegiado con un matrimonio lleno de valores y amor, donde la mamá era ama de casa y el papá un conductor de tranvía. Ellos eran un matrimonio con seis hijos, siendo la hija mayor una adolescente de 17 años llamada Danuta (a quien Giza llamaba Danusa). Sólo Danuta tenía conocimiento de quién era Giza, pues los padres temían que los hermanos menores se les escapara la información, con lo que peligraría la vida de toda la familia.
Danuta se dedicaba en las mañanas a cuidar a Giza y en las noches era una guerrillera, por lo que Giza la reconocía como una heroína nacional polaca, un espejo para su vida quien luchó en la resistencia polaca contra los nazis.
En este contexto, Giza manifestó que ella tuvo la oportunidad de tener una vida normal durante la guerra, mientras que muchos judíos tuvieron que permanecer escondidos, tal como sucedió con algunos de sus familiares maternos, historia que Giza conocería más tarde.
Al finalizar la guerra, su familia adoptiva emprendió la búsqueda de sus familiares biológicos. Solo lograron encontrar a sus tíos maternos y una prima, quienes se habían mantenido ocultos detrás de las paredes en una casa de cristianos polacos. Fue entonces cuando sus tíos decidieron llevarla con ellos a Uruguay, arrancándola de su familia adoptiva a los cinco años de edad.
Giza llegó a Uruguay cumpliendo 7 años de edad, pues había pasado un año en París. Allí, destacó que, debido a que Uruguay es un país laico, se sintió en un ambiente libre de racismo, donde todos eran tratados por igual. Fue en ese lugar donde vivió los mejores años de su nueva vida.
En su juventud, Giza conoció a Isaac Goldfarb, un uruguayo de familia judía, con quien compartió su vida durante 65 años y tuvo dos hijas. Cuando nació su primera hija, Giza eligió el nombre de Estefanía, lo que sorprendió a su esposo, quien le preguntó por qué había elegido ese nombre, ya que no era común en Uruguay. Giza, sin saber la razón exacta, respondió que simplemente le gustaba.
Años después, descubrió que, en los documentos falsificados de su familia adoptiva, ella había sido registrada como Estefanía, una revelación que conoció solo después del reencuentro con Danuta en 2008.
Giza nunca había hablado de su pasado hasta que un día, un productor uruguayo le propuso participar en un documental sobre los sobrevivientes de Treblinka, ya que su madre había fallecido en ese campo de concentración. Aunque al principio se mostró reacia, Giza finalmente aceptó ser parte de la producción. Más tarde, en Uruguay, se formó un comité de escritores y periodistas que seleccionaron varias películas con temáticas centradas en la lucha contra el racismo, la xenofobia, el antisemitismo y todas las formas de discriminación. Fue en este contexto que el documental sobre Treblinka, que había sido galardonado, se eligió para ser proyectado en una bella iglesia, evento al que Giza quería asistir.
El día de la proyección del documental, el proyector sufrió un desperfecto por lo que le pidieron a Giza que hablara sobre la película. Fue en ese momento, tras un fuerte impacto emocional, cuando Giza comenzó a hablar, explicando que no lo hacía desde la razón, sino desde las vísceras. A partir de entonces, comenzó a compartir su historia y a relatar su pasado.
Posteriormente, Giza relató el emotivo reencuentro con su hermana adoptiva, Danuta, un momento en el que descubrió que su familia adoptiva la había estado buscando durante 65 años por todo el mundo. El reencuentro se dio gracias a una familiar de Giza, quien, junto con su esposo había viajado a Varsovia por motivos de trabajo y aprovechando su estancia, decidió ir al Centro Documental Judío de la ciudad para consultar si había alguna persona con el apellido Alterwajn. Al recibir la respuesta negativa, incluyó el nombre de Giza en la lista, lo que finalmente permitió el tan esperado reencuentro.
Por otro lado, Danuta, quien había enviado cartas a Giza durante 65 años, cartas que nunca llegaron a su destino, comentó a su familia que, aunque había logrado resolver muchos aspectos de su vida, aún tenía una deuda pendiente; descubrir qué había pasado con “Estefanía”, su hermana adoptiva. Con este objetivo, la hija de Danuta se dirigió al Centro Documental Judío de Varsovia para investigar si había alguna información sobre Giza Alterwajn. La respuesta fue afirmativa, y le proporcionaron los datos que permitirían finalmente reunir a ambas.
Así fue como, gracias al Centro Documental Judío, se estableció el contacto entre Giza y Danuta. En ese emotivo momento de la ceremonia, se proyectó un video de la primera llamada entre ambas, lo que generó una profunda emoción tanto en Giza como en los espectadores.
Posteriormente, Giza relató cómo el momento de la reconexión con Danuta le representó un shock emocional indescriptible, ya que en un instante todo su pasado, un pasado que desconocía y que nunca había querido conocer, se desbordó en su mente. Sin embargo, gracias a las cálidas y amorosas palabras de Danuta, se produjo finalmente el tan esperado reencuentro entre ellas. En ese ambiente cargado de emoción, se proyectó el video del reencuentro real entre Giza y Danuta.
Para finalizar la entrevista, Giza compartió unas palabras que resonaron profundamente en el público, expresando que, después del fatídico 7 de octubre, sus palabras eran más actuales que nunca:
“Lo opuesto al bien no es el mal, es la indiferencia. Lo opuesto a la vida no es la muerte, es la indiferencia. Y yo tengo un sueño, mi sueño es ver un mundo mejor, un mundo sin guerras, sin terrorismo, de paz. Que las personas estén comunicadas en paz, en alegría, que sea un mundo feliz, un mundo al cual hoy en día no accedemos, y después del 7 de octubre el miedo volvió hacia mí…”
Tras esta conmovedora entrevista, que quedará en la memoria colectiva como un testimonio de valentía, resiliencia humana, amor y esperanza, la ceremonia culminó con la encendida de seis velas en memoria de los seis millones de judíos asesinados durante el Holocausto.
La primera vela se encendió en conmemoración a todos aquellos que, como la familia de Giza, no lograron sobrevivir. La segunda, por las familias que fueron separadas y no tuvieron la fortuna de reencontrarse. La tercera, por todos los Justos entre las Naciones, como la señora Danuta y sus padres que lograron salvar vidas. La cuarta, por todos aquellos que se levantaron en contra del enemigo. La quinta vela fue encendida por Débora, hija de la señora Giza, por las próximas generaciones que son y seguirán siendo guardianes de la memoria del Holocausto. La sexta y última vela fue encendida por Giza en compañía de una pequeña alumna de cinco años de edad, misma edad en la que Giza fue separada de su familia adoptiva polaca que le salvó la vida. Esta vela se encendió en nombre de todos los niños y niñas que como Giza perdieron a sus padres, pero tuvieron el coraje y la resiliencia para hacer sus vidas.
Finalmente, se encendió una vela más, la vela de la esperanza, en honor al pueblo judío, para pedir por el regreso a casa con vida de todos los rehenes y por la pronta paz en el Estado de Israel y en el Medio Oriente.
Esta vela fue encendida por el Ingeniero Mario Nissan, presidente del patronato del Colegio Olamí ORT.
Para culminar la ceremonia, toda la audiencia se puso de pie y entonó el himno de Israel, Hatikvá, que en español significa esperanza, sellando el evento con un acto solemne y de unidad.
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