Más de 15 meses viviendo en la incertidumbre de que cualquier día puede ser el último, con la zozobra como compañía perpetua. A cualquiera el ánimo, el juicio, el valor, se le pueden hacer papilla. Sólo quedaría la esperanza.
Sin embargo, las cuatro rehenes liberadas el sábado lucen sonrientes, animadas y hasta satisfechas ante una multitud que, eufórica, disfruta el espectáculo.
Más tarde confesaron a sus familiares y amigos que debían demostrar determinación a Hamás, durante el evento organizado por el grupo terrorista para su entrega, que no serían humilladas. Seguramente sabían que cualquier signo de debilidad le daría pretexto a la turba para burlarse y mostrar aun más su desprecio.
La televisión de Gaza mostró a las cuatro jóvenes secuestradas —las soldados de vigilancia de las FDI Karina Ariev, de 20 años, Daniella Gilboa, de 20 años, Naama Levy, de 20 años, y Liri Albag, de 19— en el escenario instalado en la plaza principal de la ciudad de Gaza.
Las chicas parecían tranquilas, sonrientes, fueron presentadas y sonrieron y saludaron a la multitud de hombres armados de Hamás y habitantes intensos de Gaza.
A los cuatro se les había dado uniformes cuasi militares, nada que ver con uniformes de las FDI, previamente se les exigió que mandaran mensajes de agradecimiento a Hamás en árabe, se les instruyó a que caminaran a través de la plaza y permanecieran en el escenario, todo el tiempo con agentes armados de Hamas a su lado.
Más tarde una de ellas afirmó contundente entre familiares y amigos “Les demostramos en el escenario que no nos inmutamos”. “No nos afectó en absoluto. Somos más fuertes que ellos”.
Por su parte, jefes de seguridad de Israel, que observaban la entrega desde un centro de comando en Israel, estaban extremadamente preocupados de que Hamás hubiera planeado un grandioso evento de propaganda que podría salirse de control.
Muchos analistas en Israel confirmna que esta actitud “convirtió la humillación en victoria”.
Estas jóvenes fueron ultrajadas, humilladas y esclavizadas hasta lo inimaginable, además fueron testigos del aniquilamiento de quince soldados de vigilancia, sus compañeras, que murieron en la base durante el ataque de los terroristas de Gaza.
Algunas de ellas aprendieron árabe mientras estaban retenidos como rehenes y la televisora Kan informó que, cuando estaban en el helicóptero de las FDI después de su liberación y les dijeron que se sentaran, bromearon diciendo que no entendían, que sólo hablaban árabe.
Una de las cuatro estuvo mucho tiempo retenida solo en un túnel, en la oscuridad y en condiciones en las que era difícil respirar.
Fueron movidas por Gaza durante los 477 días que estuvieron en cautiverio. Algunas de ellas se reunieron con “personas de alto rango de Hamás”.
Algunos de ellas tuvieron que cocinar para los terroristas y hasta limpiarles los baños, pero para ellas no había comida.
Cuando las FDI operaban cerca, daba miedo, dijeron, pero se ayudaban y apoyaban mutuamente.
Según han dicho, durante su cautiverio, las rehenes escucharon mucho la radio y estaban al tanto de las luchas que libraban sus familias y otros israelíes para que se lograra un acuerdo para su liberación.
Algunas de ellas fueron retenidas en casas de civiles de Gaza, informó el Canal 12. Incluso jugaban con los hijos de sus captores.
Sin especificar, declaran que el trato fue terrible y nunca recibieron tratamiento médico adecuado, ni siquiera por las heridas que sufrieron durante el secuestro. Más de uno de ellas pasó largos períodos sin poder ducharse y sin condiciones sanitarias.
Y a algunas de ellas no se les permitió tomarse de la mano o llorar juntas.
Sus captores se referían continuamente a las rehenes despectivamente como “las soldados”.
La actitud despreocupada de estas rehenes durante su liberación, es la clásica respuesta judía a través de los milenios de acoso y persecución, es como decir a la barbarie “yo continuaré después de ti, mi pueblo aún vivirá cuando tu seas polvo sobre la arena”.Emily, del primer grupo liberado, quien muestra su mano herida y, al igual que el Pueblo Judío, sigue sonriente, aunque estemos mutilados.
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